Palacio de Carondelet
El Palacio de Carondelet es la sede del Ejecutivo de Ecuador.archivo / expreso

La falta de planificación es el pecado de los últimos gobiernos en Ecuador

Una nueva crisis retoma los cuestionamientos sobre la falta de planificación, pero la misma habría sido desatendida por todos

En medio de la creciente crisis energética que azota al país, agravada por las 14 horas diarias de cortes de luz, el discurso de la falta de planificación vuelve a tomarse el debate público sin necesariamente reflexionar sobre quién o quiénes en su momento dejaron de tomar las previsiones necesarias.

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Mientras el Gobierno del presidente Daniel Noboa se justifica señalando que el déficit energético de hoy es producto de la inacción de regímenes pasados, la oposición lo señala como el responsable de no haber tomado las precauciones necesarias para aplacar la crisis. Y así con otros temas, como la inseguridad o la deuda con los prestadores de salud, por ejemplo.

Sin embargo, más allá de que los unos señalen a los otros, el analista político Giuseppe Cabrera comenta que el problema que padece el país es la falta de políticas públicas que trasciendan a los gobiernos de turnos, aupado principalmente por la fragilidad institucional y la dispersión de la clase política al momento buscar posibles salidas ante las crisis.

“La falta de previsión responde a la inestabilidad del sistema político y de los partidos políticos; además del espíritu de refrendación y sentido de legado histórico que tienen nuestros políticos”, acota y señala que el problema es de tal magnitud que por eso en el Ecuador abundan las constituciones y las reestructuraciones del Estado.

La planificación del Estado y la estabilidad de las instituciones son temas estrechamente relacionados, según continúa Cabrera, ya que las previsiones y las políticas públicas se crean a través de consensos entre los actores políticos. Sin embargo, la realidad muestra que ni siquiera prevalecen las mismas organizaciones que existían hace 15 o 20 años.

 
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“En cuatro años es imposible implementar un proyecto político-económico de gobierno. Es necesario la supervivencia de los partidos políticos para mantener estas líneas en el tiempo”, comenta y hace hincapié en que hasta que no se resuelva estos problemas de fondo, ningún intento de diálogo será fructífero para los intereses del país.

De hecho, los propios actores políticos están conscientes de esto, según comentan a EXPRESO. Por ejemplo, Geovanni Atarihuana, dirigente de Unidad Popular, reconoce que “no ha existido planificación porque todos los gobiernos se han enfocado en sus propios intereses y negocios no en el futuro del país”, aunque no explora qué puede hacer desde su espacio.

Por su parte, Javier Orti, dirigente de Avanza, además de señalar que el cortoplacismo ha sido un mal arrastrado, señala que las organizaciones políticas “podemos aportar con iniciativas de diálogo con todos para pensar el Ecuador más allá de las próximas elecciones”. Además, propone la elaboración de un Plan Ecuador 2050, con hitos objetivos de desarrollos reales.

En esa misma línea se encuentra Gustavo Larrea, dirigente de Democracia Sí, quien además de coincidir en la necesidad de una planificación hasta el 2050, señala que con la creciente crisis energética que azota al país se puede observar lo peligroso que es la improvisación en el Estado y no seguir lineamientos técnicos.

Es un gran esfuerzo proyectarse hacia el futuro cuando los asuntos más elementales no están garantizados, pero hay que hacerlo.

María Paula Romo

dirigente de Construye.

Coincide María Paula Romo, lideresa de Construye, quien a pesar de señalar que proyectarse hacia el futuro requiere de un gran esfuerzo, sostiene que para ello también es importante prestar atención a las decisiones del presente para “tener una visión de país, del tipo de Estado y de economía que consideramos deseable y posible”.

Aunque los políticos son los principales llamados a cambiar esta realidad, pues son los que más cerca están del poder y tienen la capacidad de generar cambios, el profesor de gestión de conflictos de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), Roberto Beltrán, sostiene que son muchos más actores los que intervienen.

“No tenemos políticas ni estrategias a largo plazo. Es un defecto de la clase política, sí, pero también de los ciudadanos porque nos hemos acostumbrado a eso. Nos quejamos, nos quedamos en el ojalá, y no forzamos que las cosas sucedan o exigimos que sucedan”, comenta y señala así lo han demostrado otras crisis que ha padecido el Ecuador.

Por ejemplo, recuerda que con la pandemia se conocieron las debilidades del sistema de salud, pero que más allá de los reclamos no hubo mayores cambios. Incluso dice que con los recientes incendios registrados en diferentes partes del país también se observaron falencias que una vez superada la crisis se dejaron de abordar.

Para Beltrán, entender estos ejemplos es importante porque una de las razones por las cuales el país no ha podido planificarse es que culturalmente está insertado el quemeimportismo y con ello la falta de voluntad de diálogo para transformar la realidad que vivimos.

“Más allá de las legítimas diferencias que existen, es la sociedad en conjunto la que decide dialogar, deponer actitudes, diagnosticar los problemas, establecer problemáticas y trazar un camino y metas”, sigue y comenta que esto incluso permitiría que exista una especie de veeduría ciudadana que puede alertar cuando algún gobernante no sigue el consenso.

DISCURSOSEl Gobierno del presidente Daniel Noboa ha sostenido que el déficit energético que vive el país es responsabilidad de la falta de acción de mandatos anteriores.

Para soluciones, todos tienen un rol

Para Roberto Beltrán, profesor de gestión de conflictos de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), otro de los problemas que explica la falta de previsión en las políticas públicas es que no todos los actores asumen su rol.

“La transformación es posible cuando hay consensos y ese consenso es responsabilidad de todos: ciudadanos, políticos, academia, medios de comunicación, empresarios, etc.”, comenta y sostiene que cada engranaje tiene su función.

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Por ejemplo, señala que la academia tiene los datos para iniciar discusiones, el gobierno la capacidad de generar cambios, los empresarios la posibilidad de ajustar sus políticas, los medios de comunicación de regular el debate público, y más.

Aunque reconoce que la amplia gama de actores involucrados es lo que precisamente complica alcanzar consensos, Beltrán insiste en que se vuelve necesario hacer el intento para superar de forma definitiva los problemas del país.

De hecho, el analista político Giuseppe Cabrera anota que, además de la falta de exigencia de los ciudadanos, los políticos también se vuelven un obstáculo por su “vanidad constante de refundar la patria cada cuatro años”.

Insiste en que si no se resuelven estos problemas ahora de nada serviría llegar a consensos para las próximas décadas porque cada cierto tiempo habrá posturas distintas y un reinicio constante de la búsqueda de consensos.

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