Cooperación. Las familias construyen sus viviendas en San Rafael con el apoyo de voluntarios y técnicos.

Familias damnificadas ayudan a construir sus propias casas en el sureste de Manta

Trabajan contra reloj construyendo sus propias casas de Hogar de Cristo, donadas por la empresa privada. Lo hacen en compañía de 30 voluntarios y observados por profesionales que coordinan y verifican que todo quede bien.

Trabajan contra reloj construyendo sus propias casas de Hogar de Cristo, donadas por la empresa privada. Lo hacen en compañía de 30 voluntarios y observados por profesionales que coordinan y verifican que todo quede bien.

Son 155 familias que se asentarán en el sector San Rafael de la lotización Cielito Lindo, al sureste de Manta. Son gente que lo perdió todo en el terremoto del pasado 16 de abril y ahora, a como dé lugar, tratan de armar sus propios techos para vivir.

Con caña, madera, pico y machete en mano, las familias que se reubicarán en este sector tratan de olvidar un poco el mal rato que la tragedia marcó en sus vidas para siempre. En menos de una semana ya han construido 15 de las 155 casas que se edificarán en esta lotización.

Fabián Intriago es uno de los voluntarios que se encuentra en Manta, ayudando a construir las viviendas del Hogar de Cristo. El hombre es oriundo del sector Playa Prieta, de Portoviejo, un lugar que también quedó devastado por el movimiento telúrico.

“Nuestras familias lo perdieron todo, pero a Dios gracias estamos con vida. Hemos venido a dar la mano, aunque nosotros también somos perjudicados, pero en estos momentos lo que queremos es despejar nuestras mentes con estas construcciones que han sido donadas gratuitamente para los más perjudicados de Manta”, indicó el voluntario.

Soledad Suárez, una de las damnificadas, fue la primera en recibir su vivienda. Allí vivirán ella y los cinco miembros de su familia. La mujer habitaba en una pequeña vivienda en la parroquia Tarqui, que quedó destruida casi en su totalidad.

“Nos estamos instalando aquí ahora ya que perdimos todo y no teníamos dónde vivir. Esto nos ha llenado de esperanzas, porque desde el día de la desgracia dormíamos en el cajón de madera de un camión de un vecino”, reveló. El trabajo en Cielito Lindo es en equipo. Mientras los hombres trabajan en la construcción, las mujeres se organizan para preparar los alimentos. Se conocieron en la desgracia y ahora se tratan como viejas amigas.

Katty Mendoza, trabajadora social del Patronato Municipal de Manta, una de las personas que inspecciona cómo se están dando las cosas en San Rafael, indicó que en ese lugar serán ubicadas las personas que lo perdieron todo. Se han acogido a aquellas que estaban durmiendo en la calle y en carpas, así como también a los discapacitados. HLV