Fausto Trávez estuvo al frente de la CEE durante tres años y tuvo algunos desacuerdos con el Gobierno saliente

Fausto Travez: “Esperemos que Moreno cumpla y hay que ayudarlo con eso”

En su despacho en la curia, frente a la Plaza Grande tiene pinturas de la Escuela Quiteña y una fotografía de su máximo ‘jefe’: el papa Francisco. Monseñor Fausto Trávez, primado de Ecuador, tiene una voz potente en la Iglesia nacional.

Su despacho en la curia, frente a la Plaza Grande, en el centro de la capital, es grande y luminoso. Tiene pinturas de la Escuela Quiteña y una fotografía de su máximo ‘jefe’: el papa Francisco. Monseñor Fausto Trávez, primado de Ecuador, tiene una voz potente en la Iglesia nacional. Él conversó con EXPRESO tras su despedida de la presidencia de la CEE.

–¿Cómo evalúa su relación con el Gobierno saliente?

– Hemos tenido temas de mutua cooperación. Pero, normalmente y es lógico, en muchas cosas estuvimos en desacuerdo. Nos pone contentos que el Gobierno, por ejemplo, nos ayude a pagar las escuelas y colegios fiscomisionales.

– Pero la Iglesia es una y el Estado otro en un país laico.

– Debemos estar juntos para hacer obra. El Estado necesita del apoyo de la Iglesia. Naturalmente no todo es un camino de flores, pero el diálogo nos ha ayudado a superar las dificultades.

– ¿Cuáles han sido los desacuerdos?

– Por ejemplo, la ley de herencias que nos hizo pensar que querían cobrarnos impuestos por las limosnas. La Iglesia tiene el convenio ‘Modus vivendi’ con el Estado. No somos un ente o una empresa que debe pagar impuestos. Necesitamos ayuda para los orfelinatos, casas de reposo o asilos de ancianos. Tenemos una cantidad de obras que ayudan al Estado. No es cuestión de decir eso está a cargo de la Iglesia y ellos verán cómo lo hacen.

– ¿El sermón dominical es un instrumento para ayudar al Estado en ciertos temas?

– La Iglesia tiene una voz muy grande en las misas. Aprovechamos el sermón para informar y dar a entender que estamos de acuerdo con algo. Por ejemplo, el ministro de Salud nos llamaba para que lo ayudemos en una campaña de vacunación. También hemos hablado sobre las matrículas para los colegios, incluso dijimos algo sobre los pasajes de buses.

– ¿Entonces marchan juntos en un país dividido?

– Tenemos que marchar juntos, ya pasa eso en otros países donde hay una ruptura. Esto es posible porque la Iglesia es la institución con la más alta credibilidad en el país. A pesar de que podemos fallar, estamos caminando. No somos simplemente asalariados, sino consagrados y entregados al servicio de Dios a través de los hombres.

– ¿Cuál es su postura frente al Plan Familia del Gobierno que, según los críticos, impone valores conservadores y es un retroceso en los avances de los derechos?

– Hay principios no renunciables y no dialogables. La familia es hecha naturalmente: papá, mamá e hijo. Eso está escrito en la ley de Dios y en la natural, no podemos cambiar. Algunos dicen que la Iglesia se mete en eso y está en contra del aborto, pero no vamos a inventar nada. Tampoco entendemos a las nuevas familias porque no son una ley natural.

– ¿Qué piensa de la Ley de Gestión de la Identidad que permite la inscripción del ‘género’ en la cédula?

– Yo recurro a los principios, con la ayuda mutua para la procreación de hijos y la satisfacción de la ley natural. Si estamos en eso, estoy de acuerdo. El papa Francisco dice que respeta a los GLBTI (Gays, Lesbianas, Bisexuales, Transgénero e Intersex). Nosotros también los respetamos. No podemos decir que son los normales y nosotros los anormales. Tampoco podemos decir lo contrario.

– El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana dijo que el presidente Rafael Correa deja un mal sabor en la boca, sobre todo, por el partido único, ¿cuál es su opinión?

– No estoy de acuerdo. Él dijo lo que sentía. Hablé con monseñor Arellano y estamos de acuerdo en que no debemos agredir. Yo pienso muchas cosas, pero no las digo. Es importante decir con prudencia y elegir el momento para hacerlo.

– ¿Usted cree que el partido único está bien y es democrático?

– Eso es política y no puedo hablar sobre ello. No siempre se puede calificar una actitud. Lo negativo es que se quita la oportunidad de escuchar a otros que piensan de distinta manera. Creo que hay que conversar y escuchar.

– ¿Cómo ve usted la última década, hay más desempleados y problemas en la economía?

– Ha aumentado el número de desempleados y han cerrado muchas empresas. Un día recibí a 15 personas con carpetas para pedirme trabajo. Eso me dijo que hay desempleo en Ecuador. Es un reto para el nuevo Gobierno buscar más plazas de trabajo. Eso prometió el presidente electo durante su campaña. Esperemos que cumpla y hay que ayudarlo en eso.

– ¿Qué espera del presidente electo?

– Él es menos impulsivo y reflexiona. Podemos llegar a acuerdos y ayudarnos mutuamente. Estoy seguro de que con el licenciado Moreno es posible dialogar más tranquilamente. Con Rafael Correa no he tenido ningún problema, sobre todo, cuando ha estado solo.

– ¿Cómo se puede restaurar la unidad del país?

– Con el diálogo al mismo nivel: no unos arriba y otros abajo. No importa que pensemos distinto, nos unen los ideales de un Ecuador que progresa y que tiene principios éticos y religiosos.

– Usted organizó la visita del papa Francisco a Ecuador que está considerada como un hito, ¿cómo fue esa experiencia?

– El papa Juan Pablo II anunció su viaje a Ecuador con dos años de anticipación. El papa Francisco, como latinoamericano, lo hizo dos meses antes. Todo lo hicimos con el Gobierno, aunque ellos querían que el santo padre sea el invitado de la Presidencia. Pero el papa es el jefe de la Iglesia, no del presidente. Todo salió muy bien y el pueblo bajó la guardia después de las movilizaciones en las calles.

– Hablando de movilizaciones, el papa dijo que la oposición venezolana es responsable del fracaso del diálogo político, ¿está de acuerdo con eso?

– Me abstengo de responder. Pero enviamos una carta e invitamos al diálogo y a la paz, cediendo en muchas cosas porque eso es diálogo.

– ¿Los católicos en Ecuador se alejaron de la Iglesia?

– No es importante que se alejen o no, sino cómo vivan. Los que se queden deberían ser más radicales en su vivencia y consecuentes con lo que creen. Hay católicos que no van a misa, pero eso es un compromiso de amor. Si alguien falla a una cita de amor, la pareja se enoja.

– ¿La Iglesia no responde a lo que quieren ellos?

– Puede ser un antitestimonio o una oferta de una iglesia milagrera. Reparte objetos que liberan problemas y curan. Hay gente que, por ignorancia, se va corriendo por ahí.

– ¿Hay crisis en el mundo de los sacerdotes y de las misiones locales?

– Hemos duplicado nuestro seminario de sacerdotes y religiosas, estamos creciendo. Pero, aclaro, el que entra no se hace cura de inmediato, tiene que esperar ocho años para celebrar la misa. Los franciscanos tienen 13 novicios, antes había dos o tres.