
Las ferias se disfrutan a lo grande en el feriado de Pujilí
En la provincia de Cotopaxi aprovechan el asueto para disfrutar de las fiestas ancestrales Artesanos y expertos demuestran varias técnicas de escultura
En el cantón Pujilí, provincia de Cotopaxi, se vive una de las más grandes ferias artesanales y que se considera patrimonio cultural de esta localidad.
La técnica artesanal es el valor agregado que le dan a cada una de las figuras realizadas en esta zona folclórica del Ecuador. Los artistas del barro han convertido en riqueza patrimonial e intangible y materializan su arte en cerámica.
En las manos de Javier Chicaiza, se realizan trabajos que concentran su diferencia de la alfarería. Su línea alfarera es realizada con un barro de la zona, que es considerado para los artesanos como el ‘oro negro’ que puede soportar temperaturas de hasta 1.200 grados centígrados. Chicaiza detalló que ellos hacen la reproducción de una figura pictórica que puede tener mucha autenticidad en los que la realizan.
Los detalles no faltan, ya que se pueden perpetrar el símbolo del danzante, como es conocido al Diablo Huma, que es un ser de las leyendas indígenas de Ecuador, que significa “cabeza de diablo”.
La habilidad que nosotros tenemos es un don que Dios nos ha regalado.
Según la tradición, el Diablo Huma apareció como rechazo de la imposición católica y durante la Fiesta del Sol.
“En el arte no existe la originalidad, sino la autenticidad y en eso es que nosotros nos enfocamos”, explicó el artesano.
En su taller destaca el valor de las artesanías por las quemas que recibe el barro. “Una pieza mediana puede llegar a tener hasta 18 horas de trabajo, en la cual 10 están en el horno y 8 en el enfriamiento”, concluyó.
El danzante es la imagen que más buscan los visitantes, debido a que es algo representativo de la zona andina.
Los que trabajan realizando el proceso de las cerámicas aseguran que no hay mayor satisfacción que poder sacarle provecho a lo que les brinda la Pacha Mama (Madre Tierra).
Siguiendo la ruta del artesano, en el sector La Victoria también se encuentra don Víctor Sangoquiza, quien es un alfarero que toda su vida se ha dedicado a las técnicas de construcción de artesanías y productos en barro.

Con mucha dedicación se encarga de extraer la tierra, de cernirla y luego de eso, poder majarla con los pies para poder obtener la consistencia adecuada al momento de llevarla al torno para darle la figura deseada.
“La habilidad que nosotros tenemos es como un privilegio que Dios nos ha regalado, por lo que debemos innovar el trabajo”, refirió.
Para el historiador Hugo Vaca, esta práctica que viene de sus antepasados les sirvió para personalizar con técnicas ancestrales la cosmovisión de lo intangible en un material que puede convertirse en una reliquia para los que la adquieran.