Fervores
“Las izquierdas suelen equivocarse en sus fervores; las derechas, casi nunca”. Autocrítico y agudo, Mario Benedetti dejaba claro que los “progresistas” solemos ser noveleros y enamoradizos para apoyar a causas o líderes que creemos nobles, pero que terminan siendo vulgares Cuenteros de Muisne. O cínicos jefes de una banda de asaltantes de caminos. O ambos.
La derecha no. La derecha no es novelera. ¿No deberíamos, de vez en cuando, usar la medicina que recomienda?
La derecha puede no nombrar presidente, pero sí controlarlo. Pregúntenle a Jamil Mahuad, cooptado por algunos de sus superministros. O a Lucio Gutiérrez, entregando los frentes duros a los profetas del mercado, mientras a sus aliados indígenas los contentaba con alpiste para sus vanidades.
La derecha puede criticar algo y luego hacer exactamente lo mismo. Tal como se desprende de lo que dijo sin decir el domingo pasado, en Expreso, el exvocal de la Judicatura, Juan Pablo Albán. O sea: Aquiles Rigail, otro vocal, hizo lo mismo que le criticaron, con razón, a Gustavo Jalkh, el excapataz de jueces y fiscales. Albán renunció. ¿Y don Aquiles pa’ cuándo?
La derecha puede instruir por quién y por qué votar. Jaime Nebot, el alcalde de Guayaquil, instruye: “Si alguien quiere ser candidato y yo soy votante, tengo que decir: ¿este señor se ha preocupado por mí toda la vida?... ¿ha cumplido con alguna obra especial para el pueblo?...”. Veo a todos los candidatos a alcalde de Guayaquil y a prefectos del Guayas, y les paso el buen test de Nebot. Aparte de sus bonitas casas, o de algunos sueldos enormes, o de muchos cambios de camiseta, poco veo “para el pueblo”. Botón de muestra: Carlos Luis Morales dijo que en UNO de sus dos trabajos ganaba $10.000 al mes y se consideraba “mal pagado”. Que Nebot le avise prontito a su candidato que el sueldo de un prefecto es mucho menor...
Me parece que si pasamos el test de Nebot a todos los candidatos, incluidos los suyos, habrá que cambiar de preguntas. O de candidatos.
De la derecha se aprende. De cómo maneja sus fervores y no se ruboriza, por ejemplo. Gracias, querido y extrañado Benedetti.