Las fiestas no paran con la pandemia
Guayaquil registra 8.913 alertas por reuniones en casas y escándalos en espacios privados durante la emergencia. Subieron con el cambio de semáforo
Pese a que Guayaquil vivió duros momentos a causa de la llegada de la COVID-19 al país, eso no fue motivo suficiente para que en varios sectores de la ciudad se dejaran de realizar fiestas en viviendas y en espacios privados.
Una situación que aumentó y se hizo más evidente con el cambio de semáforo a amarillo el pasado 20 de mayo, pues ya se han empezado a reportar con mayor frecuencia farras en casas de Urdesa y Los Ceibos, en el norte, en la ciudadela Huancavilca, en el sur, y hasta en la vía Samborondón.
Un ejemplo de ello fue un video que se viralizó en redes sociales el pasado 7 de junio, donde se observa un local lleno de clientes jóvenes en medio de una supuesta reunión, pese a que este tipo de eventos siguen prohibidos. Un día antes también se alertaba por redes de la realización de una fiesta matrimonial en una urbanización privada de La Puntilla.
Estas fiestas generalmente son cerradas, clandestinas, y no sabemos si es entre familia. Se escapan de nuestro control.
Hechos que parecerían ser aislados, de no ser por las cifras que maneja el ECU-911. Esta institución ha registrado, entre el 16 de marzo y el 10 de junio, 8.913 alertas relacionadas con fiestas y escándalos en espacios privados, principalmente realizados en viviendas. Un panorama que no es exclusivo de los sitios antes mencionados, sino que se extiende por toda la ciudad y que se concentra en las parroquias en las que, coincidencialmente, se registra también el mayor número de casos de coronavirus.
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Leer más“Las fiestas se concentran en las zonas suburbanas, en la parroquia Febres Cordero, en el suburbio, y la zona del sur de la ciudad, mientras que los escándalos en espacios privados se registran más en los distritos Portete y 9 de Octubre, al sur, y en Florida, Prosperina y Pascuales, al norte”, explica a EXPRESO el director zonal del ECU-911 Samborondón, Juan Marco Figallo.
El funcionario aclara que ambas alertas significan casi lo mismo: reunión social de más de 10 personas con música y alcohol, salvo porque en la categoría ‘fiestas en viviendas’ se incluyen los casos en los que los asistentes se reúnen también en los portales de las casas a beber y a bailar al son de la música a alto volumen.
“Estamos en un estado de excepción y las aglomeraciones y fiestas están prohibidas. A veces por medio de la videovigilancia se puede ver que ingresan muchas personas en un domicilio y automáticamente despachamos la unidad policial, que no se retira del lugar hasta que los invitados se vayan de la casa”, indica Figallo.
Sin embargo, las fiestas clandestinas se han encendido con el paso del tiempo y las cifras lo confirman. Durante las primeras semanas, el ECU-911 recibía un promedio de 50 alertas al día. Sin embargo, hubo días, entre la última semana de abril y la primera de junio, en los que se llegó a alertar de hasta 474 eventos y escándalos en una misma jornada.
Los picos más altos se dan luego del 20 de mayo, cuando la ciudad pasó de semáforo rojo a amarillo.
Jhon (nombre ficticio por petición del entrevistado) asistió a una de estas farras que se desarrolló en una casa ubicada en la vía Samborondón. Cuenta que la celebración fue en la casa de un amigo. “Asistimos más de 20 personas, todos panas. Cada uno llevó trago y comida y farreamos hasta las cinco de la mañana, hora en que termina el toque de queda”. Es decir, las fiestas se dan durante las horas en que las autoridades ordenan estar en casa, por eso los invitados llegan antes de las 21:00.
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Leer másEn la reunión a la que asistió Jhon, hubo personas que mantuvieron el uso de mascarillas y otros no. Él y otros noctámbulos señalan que en tres meses de aislamiento se sienten ansiosos de diversión, de allí que, como el toque de queda es de 21:00 a 05:00, aprovechan ese tiempo para hacer fiestas hasta el amanecer.
“Durante este tiempo no debería registrarse ninguna (fiesta), pero siempre hay infractores de la ley. A veces la policía pierde hasta una hora por esperar a que desalojen las viviendas. Tiempo que puede servir para patrullar el sector”, cuenta el director zonal del ECU-911.
Aunque la vía Samborondón no pertenece a Guayaquil, el director del departamento de Justicia y Vigilancia del Municipio de la urbe porteña, Xavier Narváez, admite que este tipo de fiestas son difíciles de detectar sin la denuncia inmediata de algún vecino. “Aquí nosotros necesitamos de la denuncia con fotografía, con videos de los vecinos donde se vea que están llegando gente de afuera a la fiesta, porque ¿qué pasa si en mi casa somos 10 miembros y mañana decidimos hacer una fiesta entre nosotros? No podemos hacer nada y mucha gente lo está haciendo así, pero son todos de una misma casa. No hay invitados externos”, señala. Es por esta falta de denuncias que, asegura, no han sancionado a nadie por la realización de farras clandestinas.
“Hemos visto por redes sociales, pero denuncias a nosotros no nos han llegado y cuando salen en redes sociales ya salen a destiempo, lo que impide constatar si es que realmente ocurrió o no”, acota Narváez, quien también detalla que la multa por infringir la ordenanza municipal que prohíbe este tipo de eventos “puede ir de un salario básico (400 dólares) en adelante”.
Con ejercicios se puede resistir un poco más.
Los psicólogos consultados por EXPRESO destacan que es comprensible que los jóvenes se sientan ansiosos después de tres meses de distanciamiento físico. Por lo que para resistir unos días más de estar en casa sin ir al cine, sin ir a la discoteca, sin ir a un paseo, etc., los psicólogos Daniel Uyaguari y Andrea Sánchez recomiendan hacer ejercicios de respiración y gimnasia.
Sánchez anima a enfocar los pensamientos y sentimientos en lo que se quiere, con el objetivo de reducir la ansiedad. “Además de esto se deben realizar actividades en casa con la familia”, señala.
Es importante también pensar, dicen los especialistas, en las consecuencias de los actos. Como ejemplo está el caso de un funcionario administrativo del consulado de Ecuador en Madrid, quien asistió a una fiesta junto a otros 36 adultos y 10 menores de edad, sin respetar las medidas de bioseguridad de España. Como consecuencia de ello, la Cancillería dispuso el inmediato retorno del funcionario. Según la Policía española, el funcionario faltó el respeto a las normas de distanciamiento y reunión de personas.