El fogon de lena no muere en el campo
Antiguamente las amas de casa cocinaban sus alimentos con leña y los hombres hacían los fogones con tablas de madera, de un tamaño acorde al gusto y necesidades.
Antiguamente las amas de casa cocinaban sus alimentos con leña y los hombres hacían los fogones con tablas de madera, de un tamaño acorde al gusto y necesidades. ¿Cómo los elaboraban? Con serruchos o machetes.
Era todo un arte en Los Ríos. Primero cortaban las tablas, utilizaban cuatro palos para armar las patas y luego, con clavos, hacían las formas de un cajón con patas. De allí rellenaban su interior para entonces hacer un molde. Dejaban secar la tierra humedecida y le ponían ceniza alrededor.
La mezcla quedaba tan maciza como si la hubieran hecho con cemento. Luego ponían dos o cuatro parrillas, según la cantidad de ollas, metían los trozos de leña entrecruzados, les colocaban kérex y prendían fuego con fósforos. Entonces dejaban que encienda bien la leña, luego ponían las ollas sobre las parrillas, la olla del caldo, la del arroz y otra con el acompañante. A medida que se encendía el carbón, cuando el arroz ya estaba reventado, lo ponían al lado en las brasas mientras al otro costado el caldo continuaba hirviendo.
“A los ocho años aprendí a cocinar en fogón, pues no existían las cocinas. Me levantaba a las cinco de la mañana a cocinar verde para los bolones, al lado estaba la otra olla para el café. Mi madre se iba a trabajar al campo y regresaba a las 3 de la tarde, pero yo le hacía la tonga de su almuerzo”, cuenta Emma David, de 54 años, oriunda de Montecarlo, en la parroquia Ricaurte (Los Ríos).
Por la mañana, empezaba a hacer el almuerzo. Comenta que no gastaba mucho fósforo, ya que su costumbre era dejar un palito de leña encendido dentro del fogón. Se apagaba toda la candela a las seis de la tarde. “Imagínese, se gastaban ocho palitos de fósforo en ocho días; pero eso sí, teníamos el cuidado de que no se caiga el palo del fogón encendido para no poner en riesgo que se encienda la casa”, dice. (F)
GVC