Fumar o vapear: Cual es menos danino
El vaping o uso de cigarrillo electrónico se promociona como una alternativa saludable al tabaco, pero ¿es realmente así?
Vapear consiste en inhalar vapor creado por el calentamiento a alta temperatura de líquidos que contienen los denominados cigarrillos electrónicos, dispositivos que funcionan con pilas o baterías y que incorporan cartuchos con dichas soluciones. Estos líquidos suelen implicar saborizantes, aromatizantes, propilenglicol y en la mayoría de casos nicotina.
A pesar de poder contener nicotina, el cigarrillo electrónico se diferencia del convencional al carecer de hojas de tabaco y otras sustancias cancerígenas como el alquitrán, que sí se encuentra en las presentaciones combustibles.
Estas características han hecho que en la actualidad, algunas divisiones del consenso científico promocionen el vapeo como una alternativa más saludable al tabaco, pero existen pocas evidencias sólidas sobre sus efectos, lo que genera un desconocimiento en los riesgos para la salud en su uso a mediano y largo plazo. Se trata de un mercado relativamente joven que nació a mediados de la década de los 2000, por lo tanto, da escasa perspectiva a los investigadores.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó un informe este último año donde considera que los cigarrillos electrónicos representan una “amenaza actual y real” en la lucha por disminuir el impacto global del cigarrillo y que además, contienen algunos productos químicos que son considerados tóxicos. Según la misma organización, la popularidad de vapear ha crecido en los últimos años contando ya con 367 millones de usuarios, frente a 1.100 millones de fumadores de cigarrillo convencional en todo el mundo.
Este desconocimiento sobre los efectos que puede generar vapear a largo plazo, ha producido un debate y una polémica general para los expertos, que se traduce en la incertidumbre de los consumidores de cigarrillos a la hora de elegir un método menos dañino.
Para el doctor Gonzalo Ugarte Fornell, médico neumólogo, el cigarrillo electrónico o vaping no representa una alternativa realmente saludable a fumar o como método para dejar de hacerlo completamente.
“Todos los cigarrillos electrónicos contienen nicotina que es tóxica y produce adicción. Además, al transformar el agua en vapor estamos enviando un cóctel químico a los pulmones conformado por nicotina, propylene glycol, glicerol, saborizantes, preservantes y otras sustancias aún por identificar que lo único que ocasionan en las células pulmonares es producir alteraciones en su funcionamiento y desatar una respuesta inflamatoria importante”, asegura el experto.
Ugalde hace referencia, además, a un estudio publicado este año en NEJM (New England Journal of Medicine) donde se observó variedad de hallazgos patológicos en pacientes que habían usado cigarrillos electrónicos, entre las cuales destacaban: lesión pulmonar aguda, neumonitis fibrinosa, daño alveolar difuso, neumonía organizada o bronquiolitis. En relación a esto, Ugarte añade: “el vaping libera adrenalina y otras catecolaminas, lo cual produce aumento de presión arterial y de frecuencia cardiaca, aumentando así la probabilidad de infarto cardiaco. Además, produce una gran respuesta inflamatoria”.
El neumólogo observa diferencias puntuales entre el consumo de cigarrillo electrónico con el convencional, sin embargo ninguno de los dos está exento de generar efectos dañinos a sus consumidores.
“Tanto el vaping como el tabaco son perjudiciales. El tabaco es peor puesto que contiene más de 7000 sustancias tóxicas que se relacionan con enfermedades cardiovasculares y cáncer de diferentes tipos. Pero por otra lado, vapear no es inofensivo por la cantidad de repunte en enfermedades pulmonares y muertes reportadas. Por lo expuesto vapear sólo sirve para salir de una adicción para entrar a otra, que puede ser causa de diversas enfermedades pulmonares e incluso la muerte”, advierte el médico.
Así, para dejar de fumar no recomienda el vapeo, sino la voluntad. “Sin voluntad ninguna estrategia, por buena que sea, funcionará. Luego existe la consulta antitabaquica, soporte psicológico y medicamentos que trabajan sobre la adicción de la nicotina, como parches y chicles a dosis bajas de nicotina o fármacos como bupropion y vareniciina”.