El futuro de los patriarcas tras una elección inédita
Rafael Correa y Jaime Nebot. ¿Cómo quedan después de este resultado? Ningún presidente puede desentenderse de ellos
Solo uno ganó y será presidente 17 meses, de los cuales tendrá 12 para gobernar (de diciembre de 2023 a noviembre de 2024), tres meses para tratar de convencer al pueblo de que merece quedarse en el poder (en enero y marzo de 2025 habrá elecciones presidenciales) y dos meses para terminar su mandato. Le deseamos la mejor de las suertes por el bien del país.
El ‘hazme reír’ y el ‘hazme llorar’ del día a día en Ecuador
Leer másMientras tanto, están los otros, los que no llegaron. Luisa González se quedó en la final y en agradecimiento a su lucha, seguramente el jefe de su partido la recompensará con una nueva candidatura a la Asamblea o a la Prefectura de su provincia. De los que no llegaron a la segunda escucharemos noticias apenas se posesione el nuevo presidente.
Topic se ha apoderado del tema ‘seguridad’, que es el que más preocupa a los ecuatorianos y sobre el que mayor conocimiento ha demostrado tener. Seguramente irá desprendiéndose de los socialcristianos para formar su propio movimiento y no depender de una militancia que busca desesperadamente un triunfo electoral.
Otto ya está en campaña. Callado, sin participar, se mantuvo lejos y no se pronunció a favor de ninguno de los candidatos finalistas; mientras sus alfiles, Duart y Martínez, tienen fuerte presencia en medios. Es posible que busque nuevamente la Presidencia, pero si quiere ganar deberá tener un mensaje claro, un caballo de batalla que lo identifiq ue con las masas sin medias tintas que no llegan a ningún lado.
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Yaku Pérez ya quemó su discurso y, con él, también quemó sus posibilidades. Sin partido, sin recursos y sin militancia, difícilmente tendrá una tercera oportunidad.
El poder absoluto: cuando los héroes se convierten en villanos
Leer másPero hay otros actores, quizás más importantes que los candidatos que no llegaron. Son los patriarcas Rafael Correa y Jaime Nebot. ¿Cómo quedan después de este resultado? ¿Qué va a pasar con estos dos grandes electores que desde sus cuarteles definen triunfadores o perdedores tan solo moviendo el pulgar arriba o abajo; aquellos que con una intervención en un noticiero matinal ponen o sacan ministros, jueces y fiscales? Ningún presidente puede desentenderse de ellos y de una u otra forma tendrá que lidiarlos.
Rafael Correa. ‘Por más que estiro las manos’
El expresidente ha quedado muy herido con esta derrota. Es la segunda elección presidencial consecutiva que pierden sus elegidos. Aun cuando le queda un enorme número de obedientes asambleístas y tiene el control político de Guayas y Pichincha, las probabilidades de su retorno y exculpación se han vuelto un lucero cada vez más difícil de alcanzar. Con la destitución de Alembert Vera perdió toda posibilidad de sacar de su puesto a la fiscal general. Tampoco pudo designar a su propio contralor ni adueñarse del Consejo Electoral.
Si bien tiene el bloque legislativo más grande de la Asamblea, no tiene con quién pactar. Prácticamente toda la izquierda ecuatoriana se concentra en Revolución Ciudadana. Pachakutik cuenta con apenas cinco asambleístas que prefieren estar lejos de Correa. En la otra orilla, al no existir CREO, también se vuelve mucho más fácil que los bloques del centro a la derecha se unan alrededor de un proyecto que les proponga Daniel Noboa, aislando completamente a Correa, que empezará a perder asambleístas. Si el exmandatario no actúa estratégicamente, si sigue creyendo que ‘caotizar’ el país es lo que va a conseguir su retorno, se equivoca. Una buena parte de la población está convencida (con razón o sin ella) de que su partido es el gran protector de delincuentes y mientras más se incremente la delincuencia, más ecuatorianos lo considerarán responsable.
Internamente también le va a resultar muy complicado seguir imponiendo su voluntad. Hay nuevos líderes que están surgiendo y se dan cuenta de que depender únicamente del liderazgo de Correa no los llevará a la Presidencia. Están Aquiles Álvarez, Marcela Aguiñaga, Pabel Muñoz, Carlos Rabascall, que seguramente tienen aspiraciones, pero saben que sin la venia de su líder no podrán ser candidatos a nada. Ellos fomentarán un cambio al interior de su partido que de una u otra forma causará molestias y posiblemente alejamientos.
Todo vale para un Consejo Nacional Electoral pusilánime
Leer másJaime Nebot. ¿El otoño del patriarca?
Claro que no. Jaime Nebot aún tiene cuerda para largo. Tiene una nueva oportunidad para retomar su electorado. Siempre ha sido un político recursivo y lo demostró en la primera vuelta de estas elecciones anticipadas. Después del estrepitoso fracaso de Cynthia Viteri en la Alcaldía de Guayaquil que provocó que el PSC pierda su bastión, logró recuperarse y encontró un candidato presidencial que con un discurso muy apegado al del socialcristianismo y que además contaba con fuertes recursos económicos, pudo haber llegado a la segunda vuelta si hubiera calculado mejor el ‘timing’ electoral. No obstante, logró poner una interesante cantidad de asambleístas.
La bancada de la izquierda se encuentra concentrada bajo la batuta de Rafael Correa. Casi todos los otros partidos en la Asamblea representan tendencias que van del centro a la derecha, por lo que a Jaime Nebot le va a resultar mucho más cómodo llegar a acuerdos con ellos que tener que juntarse nuevamente con Correa. Una vez que Nebot ha logrado derrotar a su principal enemigo hasta sacarlo de la Presidencia, seguramente está mucho más relajado y no tendrá problema en sentarse a dialogar con el nuevo presidente y con los líderes de otras bancadas que ideológicamente son mucho más cercanas que la Revolución Ciudadana, que tantos seguidores le hizo perder.
Aunque una nueva generación empieza a abrirse camino en la política ecuatoriana y los patriarcas ya no tendrán el mismo poder de antes, estos no han desaparecido y su voz todavía tendrá peso al momento de tomar decisiones.
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