De gases, palizas y traidores
Perlas de campaña: Luisa González, víctima del gas pimienta. Angelico Topic, víctima de Jan. La provincia del Cañar, víctima del Partido Socialista
Los duros no lloran
La noticia la dio hace cinco años el noticiero de Teleamazonas y la acaba de desempolvar Antisana Media Online en su canal de YouTube. En la pantalla, Angelico Topic con cara de que le acaba de pasar un troglodita por encima: fracturado el pómulo, roto el labio, con seis puntos de sutura en la frente, hecho un amasijo sanguinolento, el pobre. Lo ha puesto así su hermano, Jan Topic, que hoy quiere ser presidente de la República con el auspicio del Partido Social Cristiano. Jan aparece sanito, diciendo que él también tiene “heridas por todos lados” (y hace un vago gesto con las manos), pero que no llora. Faltaría más.
La bronca, reseñaba el noticiero, tenía que ver con líos familiares en torno a los negocios de Telconet, a la sazón metida hasta las orejas en las investigaciones del caso Odebrecht. “Problemas de ambiciones”, dice el propio abogado de Jan, Peter Ufor.
Ahora, según denuncia Fundamedios, un abogado que representa a Topic se encuentra presionando a Antisana Media para que retire el video. Según él, la paliza de marras fue “un hecho aislado de hace más de 5 años en donde, al día de la fecha, no existe proceso legal alguno”, lo que sea que esto signifique. E invoca el “derecho a la privacidad” de su representado, como si los antecedentes de violencia de un aspirante a la presidencia de la República no fueran asunto del más elemental interés público. Parece que el candidato socialcristiano no ha aprendido a discernir estas cuestiones. Lo cierto es que hoy quiere limpiar su pasado: ardua tarea. Por cierto, de Odebrecht tampoco quiere que se hable.
El caso Topic retira telaranas de los sobornos de Odebrecht
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La primera versión, ofrecida por la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, a la prensa correísta, era más bien confusa: “Lastimosamente, tuvimos un impasse -dijo-, no entendemos por qué la violencia policial estaba entrando a nuestra militancia”. Luego añadiría: “Lastimosamente, Luisa ya se está recuperando”. Pabel Muñoz fue mucho más dramático: “Nuestra candidata ha sido gaseada”.
En la enfermería del Consejo Nacional Electoral, Andrés Arauz intenta transmitir un video en tiempo real, mientras la candidata correísta a la presidencia, Luisa González, yace sobre una camilla. Pero, francamente, no tiene una pálida idea de lo que debe decir: balbucea, suspira, deja frases a medias: “Estamos muy molestos, muy indignados, realmente adoloridos por este atentado a la democracia... (pausa, exhalación profunda), no puede ser que uno venga... a hacer un gesto...”. El candidato a la vicepresidencia ha quedado en blanco.
Marcela Aguiñaga se acerca a socorrerle: “No puede ser que uno venga -completa la idea- a los que están obligados a controlar que la democracia se respete y a uno lo reciban con gas lacrimógeno”. Cualquier cosa. Como si Diana Atamaint fuera la atacante. Pero no, fue la Policía y lo confirmó en un tuit en el que responsabiliza a las masas correístas que acompañaban a los candidatos, debido al “comportamiento negativo de un conglomerado con actitud hostil”. Y asegura que usó “spray no letal de forma progresiva e indirecta”. Solo un video sacará al país de dudas.
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Llegó a la Asamblea Nacional en 2021 con el auspicio de Democracia Sí, el partido de Gustavo Larrea, que hoy candidatiza a Yaku Pérez a la presidencia de la República. Una vez ahí, no tardó en darle un buen esquinazo a la izquierda con la que decía sentirse identificado y sumarse, contra todo pronóstico, al bloque parlamentario del Gobierno, el BAN (Bancada del Acuerdo Nacional). A la primera oportunidad que tuvo traicionó al presidente Guillermo Lasso y se pasó un año entero conspirando contra él en alianza con los correístas y los socialcristianos. La muerte cruzada lo sacó del mapa, parecía que por un buen tiempo. Pero el presidente de la Asamblea Nacional, Virgilio Saquicela, es un todoterreno incombustible y tiene siete vidas. Hoy reaparece entre banderas rojas, con una efigie del Che Guevara a sus espaldas y presentando su candidatura a asambleísta por la provincia del Cañar, en representación del Partido Socialista, que sabrá por qué lo hace.
“Volvemos a la lid”, anuncia como si alguien lo hubiera estado esperando ansiosamente”. Y como para justificar su impresionante acumulación de camisetas de los últimos 24 meses, se siente obligado a explicar que él habla “más allá de ideologías”. Más concretamente: sin ninguna en absoluto.
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