Un trabajo gigante que evoluciona
El arte urbano evoluciona. Los que comenzaron siendo solo unos monigotes más altos que el promedio en barrios del suroeste de Guayaquil, se han ido reinventando en su elaboración y ahora se han ganado un espacio en la agenda turística de la ciudad.
El arte urbano evoluciona. Los que comenzaron siendo solo unos monigotes más altos que el promedio en barrios del suroeste de Guayaquil, se han ido reinventando en su elaboración y ahora se han ganado un espacio en la agenda turística de la ciudad.
Los gigantes han implementado tantos detalles en su acabado que el interés por admirarlos ha obligado a los artesanos a improvisar con cercos un museo urbano donde se aprecia a los personajes.
Estructuras metálicas externas e internas, cual columna vertebral, invitan a los visitantes a conocerlos de cerca, subirse o retratarse con ellos.
Otras novedades que ahora poseen estos gigantes del suburbio son luces ledes que los iluminan en las noches y también extremidades en movimiento.
Así como estas obras, el esfuerzo que los artesanos deben realizar también es gigante.
El génesis de ellas es usualmente la cabeza del monigote. Luego continúan con el busto y las extremidades, que se hacen en proporción con el tamaño de la cabeza.
En la 20 y Capitán Nájera, Freddy Kruger, un personaje del cine de terror, vigila la calle desde un sillón. Lo acompaña Jason, quien mueve su machete en señal de advertencia.
“Hemos utilizado tela tipo seda para el pantalón de Freddy Kruger y varios tipos de pintura para la cara. Desde septiembre venimos trabajando todos los fines de semana durante 14 horas”, cuenta Adolfo Rodríguez, uno de los artesanos que construyeron la escenografía.
“Lo que más nos costó, muy aparte de la inversión de 700 dólares en materiales, fue hacerle mover el machete a Jason. No somos ingenieros, pero lo logramos” resalta Rodríguez.
Otro gigante novedoso se encuentra también en la 20 y Capitán Nájera. Víctor Rodríguez elabora un toro en homenaje a Barcelona, el equipo campeón del fútbol nacional de este año.
“Utilizamos pellón para darle el efecto realista a la cabeza del toro. También le queremos poner luces ledes en el cráneo para que los ojos se iluminen en la oscuridad”, destaca.
Junto a otros 10 artesanos también integra un equipo, pero no de fútbol sino de trabajo. Desde diciembre este grupo aceleró la marcha de la obra.
“Laboramos seis horas diarias todos los días con el objetivo de que los turistas vengan a admirar nuestra obra”, expresa.
“Hemos invertido 600 dólares entre los materiales que hemos comprado y el equipo alquilado, sin contar las donaciones de cartón y papel periódico, pero lo que más nos ha costado es turnarnos para que podamos concluir rápido”, agrega.
Entre los artesanos, la opinión de cómo quisieran que su monigote se desintegre está dividida. La tradición en el sector es quemarlos. El desmontaje de sus obras no les agrada, pero están dispuestos a acatar la postura anunciada por el Cuerpo de Bomberos.
La postura es no quemarlos
La competencia es del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil (BCBG), que ha propuesto al Municipio de la ciudad prohibir la tradicional quema de los gigantes en los barrios.
La entidad busca reducir el peligro que provoca la quema de estos por su gran tamaño y la cantidad de personas que suelen acudir para presenciarla.
La alternativa que propone es el desmontaje de estos y el reciclaje de sus piezas.
Los artesanos se reunieron el lunes pasado con los bomberos para buscar otra posible opción. Sin embargo, según estos indicaron, los bomberos mantuvieron su postura.