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Juan Carlos Girauta es un político y escritor español, liberal y antinacionalista y parlamentario europeoCortesía

Juan Carlos Girauta: “Lo que llamábamos izquierda hace 25 años, hoy no existe”

La España de Pedro Sánchez camina por una izquierda de inspiración bolivariana cuya meta es limitar las libertades

España hoy: el nacionalismo mantiene al país bajo chantaje; el gobierno hace tabla rasa del principio de igualdad ante la ley; con su esposa involucrada en un caso de corrupción, el presidente Pedro Sánchez presiona a los jueces; y se empieza a debatir una ley para controlar a los medios.

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Nadie, o casi nadie, lo vio venir. Hace 20 o 25 años, cuando un grupo de profesores españoles de la Universidad de Valencia (con Roberto Viciano a la cabeza) asesoró e impulsó los procesos constituyentes sudamericanos que dieron origen a un nuevo modelo de autocracias bolivarianas (Venezuela, Ecuador, Bolivia…), era imposible imaginar que las aberraciones antidemocráticas que apadrinaron y que abrieron la puerta al control de los medios de comunicación y a la manipulación del sistema de justicia tuvieran siquiera una remota posibilidad de prosperar en su propio país. España todavía era una sólida democracia europea fundada en un pacto constitucional ejemplar por muchos motivos; un país con jueces independientes y un periodismo comprometido con el bien público, donde el Estado tenía límites claros y los políticos rendían cuentas si los franqueaban. Hoy, con esa izquierda de inspiración bolivariana en el poder, todos esos valores han comenzado a desmoronarse. ¿Cómo ocurrió esto? El político y escritor Juan Carlos Girauta (Barcelona, 1961) tiene una teoría para explicarlo: se trata de un problema de hegemonía cultural, ocurre en todo el mundo occidental y consiste en “una brutal ofensiva de ingeniería social”, cuya principal víctima es la democracia. En conversación telefónica desde Madrid, se lo explica a Diario EXPRESO con la lucidez y la vehemencia que irritan a las izquierdas españolas.

La palabra clave de este proceso es posmarxismo y tiene que ver con el mundo de lo woke. “El marxismo -explica Girauta- era una cosmovisión: había una clase opresora y una clase oprimida, burguesía y proletariado, y su lucha era el motor de la historia. Como ahora esas dos clases no se pueden sostener, lo que se hace es sustituir este antagonismo por muchos antagonismos, una suerte de causas fragmentarias que solo mantienen con el marxismo una relación, que es el esquema opresor-oprimido. Así, el hombre sería opresor de la mujer; el heterosexual sería opresor del homosexual; el heterosexual y el homosexual serían opresores del transexual; el hombre sería el opresor de la naturaleza; en la naturaleza, los animales machos serían opresores de los animales hembras; el torero sería el opresor del toro; el europeo sería opresor del indígena…”.

Esta gente sabe que la lucha se libra en la cultura. Controlan los medios, las escuelas, la universidad, el cine... Y todo acaba generando una narrativa que, si caes en ella, nunca les puedes ganar.

Juan Carlos Girauta

Esta no solo es la religión oficial de la nueva izquierda identitaria, sino la cultura dominante de los países occidentales, desde los claustros universitarios en Estados Unidos hasta los juegos olímpicos en París. Y su profeta es el recién desaparecido filósofo argentino devenido en intelectual K y defensor de “la razón populista”, Ernesto Laclau. Girauta identifica las raíces teóricas del problema: “Ya a mediados de los ochenta en su obra ‘Hegemonía y estrategia socialista’, Laclau y Chantal Mouffe se definen posmarxistas y plantean una nueva forma de socialismo que pasa por la defensa de muchas causas diferentes y proponen que la toma del poder se hará a partir de la hegemonía cultural. Primero es la hegemonía cultural y luego, por sí solo, el poder político cae como un fruto maduro”.

Este esquema se está reproduciendo a escala occidental. “Y, claro, cobra sus tintes específicos dependiendo del lugar”: en Estados Unidos, es la causa racial de la población negra; en países como Ecuador, la indigenista; en España, el nacionalismo catalán o vasco. “Basta con que una causa sea identitaria”. Basta con que se acomode al esquema de opresores y oprimidos. Blancos opresores, negros oprimidos; hombres opresores, mujeres oprimidas; españoles opresores, catalanes oprimidos... “Esta gente hace mucho tiempo que sabe que la lucha se libra en la cultura y son los que controlan los medios, la universidad, las escuelas, el cine, las productoras, las plataformas... Y todo eso acaba generando una terminología y una narrativa que, si tú caes en ella, nunca les puedes ganar”.

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Así es la izquierda de inspiración bolivariana que hoy gobierna España, pacta con los independentistas catalanes y los amnistía a cambio de siete votos para mantenerse en el poder, y hasta habla de lawfare, dice Girauta, “para sustraer a los poderes públicos del control de la justicia, lo cual es perfectamente antidemocrático”. Lawfare: la vieja cantaleta de los corruptos expresidentes socialistas sudamericanos, la de Cristina Fernández, Lula da Silva, Rafael Correa... Girauta se la atribuye al amigo de todos ellos, el juez cesado Baltasar Garzón, el que avaló (incluso con aplausos) el fiasco de la Corte Nacional del correísmo. A eso ha llegado el PSOE de Pedro Sánchez, un partido en el que ya ni su propio fundador, Felipe González, se reconoce: “Él se ha referido al Gobierno en términos parecidos a los que me estoy refiriendo yo y ha criticado las mismas cosas. Nadie le ha hecho caso”.

“Esa izquierda no es una izquierda democrática. Ellos adoptan las formas o incluso las reglas de juego democráticas hasta que llegan al poder. Entonces, gracias a esa hegemonía cultural que les permite mantener la superioridad moral en la narrativa pública, paulatinamente van cercenando la libertad de expresión, van acabando con la independencia del poder judicial, van acabando con la división de poderes, van limitando el catálogo de derechos y libertades o lo reinterpretan, acaban con el principio de igualdad y llega un momento que se da por hecho que la ley no va con ellos. Solo en esa medida se puede entender que Sánchez pretenda hurtarse a la acción de la justicia en aquel caso de presunta corrupción de su esposa y de su hermano, y que gran parte de la prensa le dé la razón y hable de lawfare, y hablen de los medios críticos como máquinas de fango. Eso se habría entendido en el franquismo, es un discurso propio de una dictadura”.

Eso de la “presunta corrupción” de Begoña Gómez, la esposa de Sánchez, parece una historia extraída del catálogo de barbaridades del correísmo o el chavismo. Girauta lo explica por lo que llama “la traición de las élites”, cosa que también parece copiada del esquema bolivariano: “Hoy en día tomas a las élites empresariales y ves que no son capaces de resistirse a ninguna campaña, insinuación o indicación del poder de Sánchez. Son élites cobardes. Las académicas, lo mismo. Son tan cobardes que un rector de la Complutense recibe una llamada de la Moncloa y crea una cátedra extraordinaria para la esposa de Sánchez, que ni siquiera tiene una carrera terminada. Lo cual recuerda a Elena Ceaușescu más que a un país de la Unión Europea”.

Esa izquierda adopta las reglas de juego de la democracia hasta que llega al poder. Entonces, gracias a la hegemonía cultural que le confiere una superioridad moral, cercena la libertad.

Juan Carlos Girauta

Rara vez la izquierda española entra a confrontar con Girauta en sus argumentos. Por lo general, sus representantes, abrumadoramente menos ilustrados que él, cuando no directamente iletrados, prefieren el expediente de la descalificación sumaria: “fascista”, le dicen. Pero ninguna etiqueta resulta más estrecha que la de ultraderechista para este pensador radicalmente liberal y antinacionalista (¿hay algo más antifascista que eso?). Él empezó su carrera política en el socialdemócrata Partido Socialista de Cataluña, militó durante años en Ciudadanos y hace pocos meses anunció su voluntad de votar por el derechista partido Vox, por encontrar que era el único que plantaba cara a los nacionalismos. Con el auspicio de esa agrupación política, pero como político independiente ocupa hoy un escaño en el Parlamento Europeo. ¿Girauta cambió tanto o fue el mapa político el que se volvió loco? Él mismo proporciona algunas pistas: “No admito una identidad continuada en el tiempo de la izquierda, porque lo que llamamos izquierda hace 25 años hoy no existe. Era imposible que no existiera una izquierda que fuera españolista, que no estuviera contra los separatismos. Eso era impensable. Hoy, políticamente, la izquierda está toda asociada con el secesionismo catalán y vasco. Eso es una prueba, pero hay otras: la ideología de género, por ejemplo, esta idea de que el sexo es distinto al género y que el género es un constructo social. Para ellos, que alguien tenga pene o no lo tenga no tiene nada que ver con que sea hombre o mujer. Por eso ya ni siquiera hablan de mujeres gestantes, hablan de personas gestantes porque a lo mejor algunas de estas mujeres se consideran hombres. Esto es una deliberada inversión de los valores mínimos no ya de la civilización, de la racionalidad. Porque el relativismo de la mal llamada izquierda empezó siendo un relativismo moral, siguió como relativismo cultural y ahora es un relativismo cognitivo: para ellos la realidad no existe, todo es discurso, como dijo Derrida, por tanto, tú la fabricas. Ese es el enemigo al que nos enfrentamos”.

  • Juan Carlos Girauta. Político y escritor español, liberal y antinacionalista, parlamentario europeo. Autor del libro ‘Sentimentales, ofendidos, mediocres y agresivos’, sobre la actual guerra cultural.

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