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Esteban Torres
El viceministro Esteban Torres anunció la nueva orden del Gobierno a los ministros.HENRY LAPO

El Gobierno tiene un problema grave con nombre y apellido | Por Martín Pallares

Actúa como una suerte de Rasputín de las estrategias políticas. Cae en el riesgo de quedar expuesto como tramposo

El anuncio de la decisión del gobierno de no permitir a los funcionarios asistir a ciertos llamados de la Asamblea es un gesto autoritario y un atropello a la Constitución. Pero si ese anuncio fue hecho por el viceministro de Gobierno, Esteban Torres, inevitablemente iba a terminar siendo un escandalito cuyo único efecto fue una nueva pérdida de credibilidad de la palabra oficial. Torres, en realidad, era el menos indicado para hacer el anuncio porque era evidente darse cuenta de que, en cuestión de pocas horas, le iban a demostrar que es incoherente y contradictorio.

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Esteban Torres aseguró que Daniel Noboa dispuso que sus ministros no acudan a comparecer a la Asamblea Nacional.

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Y así fue: en muy poco tiempo las redes sociales se llenaron con mensajes que Torres había posteado en agosto del 2021 cuando era asambleísta socialcristiano, cuando se quejaba amargamente de que el gobierno de aquel entonces, de Guillermo Lasso, había decidido que los funcionarios no fueran a todas las comparecencias que les fijaban. “Los ministros de Estado tienen la obligación de responder las veces que sean ante comisiones y ante el Pleno de la @AsambleaEcuador. Las veces que sean. La Asamblea no es ninguna comisaría de meros trámites”, decía el mensaje que había puesto cuando era socialcristiano. Es decir, exactamente lo contrario a lo que dijo cuando anunció la decisión del gobierno actual de que sus funcionarios o ministros no vayan a las comparecencias, sobre todo cuando estas sean para temas de fiscalización.

Pero el mundo de las redes sociales, que está plagado de gente que se dedica a escarbar la historia reciente, también sirvió de plataforma para poner a circular un video en el que aparece Torres como asambleísta criticando al gobierno de Lasso por no permitir que sus funcionarios vayan a todas las comparecencias que la Asamblea había fijado. En definitiva, lo que la gente vio (y terminó convirtiéndose en tendencia en redes) era la falta de coherencia y sindéresis en el funcionario que está tras las grandes movidas de corte político del régimen. Torres no solo que se contradijo como fue anotado en redes sociales y medios de comunicación, sino que se quejó de persecución política en la Asamblea por parte de correístas y socialcristianos, que tienen el control de varias comisiones. Olvida Torres que esas comisiones, que ahora tanto lo atormentan, fueron entregadas a esos partidos únicamente gracias a la decisión del gobierno de Noboa de llegar a un acuerdo de “gobernabilidad” con ellos. ¿Si la Comisión de Fiscalización se convierte en un agente de persecución, como sostiene Torres, no será acaso porque el mismo gobierno de Noboa se la entregó a una correísta rabiosa como Pamela Aguirre? Torres no debería quejarse de cosas de las que él mismo fue, al menos en parte, culpable.

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Lo de las comparecencias a la Asamblea no es la única contradicción del gobierno. Hay otra más reciente que, aunque no haya pruebas que demuestren que Torres fue el responsable, está llena de razones para pensar que fue él su inventor. Se trata del drama que ha montado el gobierno por el supuesto plan de la vicepresidenta Verónica Abad para destituir al presidente Daniel Noboa mediante una sanción electoral del Tribunal Contencioso Electoral. Pues resulta que fue el propio gobierno, seguramente por recomendación de Torres, el que se inventó la improcedente e ilegal iniciativa de destituir a un mandatario con una demanda en el TCE. En efecto, no hay que olvidar que fue el mismo gobierno, de la mano de su ‘hombre de paja’ en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, Juan Esteban Guarderas, el que presentó una demanda en contra de Verónica Abad pidiendo su destitución, acusándola de haber hecho una campaña anticipada cuando ella fue candidata a la Alcaldía de Cuenca. Conocido es que tras esa fórmula estaba Torres. Es decir, el gobierno no puede tener mucha legitimidad de declararse víctima de una idea que él se inventó.

El gobierno de Noboa tiene, en resumen, un problema con nombre y apellido: Esteban Torres. Es la persona que actúa como una suerte de Rasputín de las estrategias políticas y al mismo tiempo hace de portavoz. Torres es el tipo de estratega que cree que con cinismo y malas mañas puede cumplir con los objetivos que tiene el gobierno. Cuando un estratega actúa con ese cinismo y sin tener miedo de armar tramas que se basan en mentiras, como decir que Verónica Abad va a lograr destituir a Noboa con una sanción electoral impuesta por el Tribunal Contencioso Electoral (dado que eso es constitucionalmente imposible), se cae en el riesgo de quedar expuesto como tramposo y ridículo. Eso ocurrió con lo de la demanda de Abad y, también, con el anuncio de que el gobierno no enviará a sus funcionarios a la Asamblea.

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