Hagamos canguil: Golpe de Estado en marcha (van dos)
Los correístas sólo piensan en tumbar al presidente. El prófugo se emborracha con gente que no soporta. El líder indígena apenas si se entiende él mismo.
Lo que tienen en la cabeza
¿No cree usted que, si se deroga el estado de excepción dictado por el presidente de la República, existe el riesgo de que se produzcan actos violentos y de vandalismo en la capital? El periodista dispara la pregunta que todos los quiteños llevan atravesada en la garganta y la legisladora correísta Marcela Holguín, que ha convocado a la prensa en el vestibulo de la sede legislativa para contarle que el decreto será efectivamente derogado esa misma tarde, lo cual le produce una satisfacción visible y casi orgásmica, responde con exactamente lo que tiene en la cabeza, a saber: “Creo que hay que ser claros y señalar enfáticamente al país (“enfáticamente”, ¡como aman esa palabra los correístas!, sirve para todo) que poder discutir la revocatoria de un decreto no significa de ninguna manera estar a favor de que el presidente salga de sus funciones”. Enfáticamente.
-Señora, ¿cómo se llama? --Aquí nadie quiere tumbar al presidente.-¿Cuántos años tiene? -Esto no es un golpe de Estado.
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Conmoción en las redes: Rafael Correa se puso Tiktok. El personaje más agrio de la República se dispone a hacerse el chistoso y habrá que soportarlo, porque sus borregos no dejarán de compartir cada una de sus gracias. La cosa tiene su lógica: Correa ha pasado los últimos cinco años intoxicando el debate público con su ponzoña y su mala leche y ahora, cuando el país por fin está al borde del abismo tan largamente soñado, ha llegado su hora de reír.
Su cuenta se llama “Rafael Correa (el ex)” y se estrenó el Día del Padre con un sketch humorístico tan fino, tan sutil, que sería la envidia de los comediantes ingleses si tan solo existieran. En este primer video de su cuenta aparece el prófugo en la sala de un departamento, rodeado de una alegre compañía de gente que lo festeja y lo idolatra. “M’hija, la sopa está aguada”, dice uno. “¡La culpa es de Correa!” responden los demás a coro. “No tengo novio”, grita otra. “¡La culpa es de Correa!”... Y así.
Más interesante fue el epílogo. Otro video, no subido por él, lo muestra horas después en el mismo lugar de la misma sala, con los que quedan de la fiesta, borrachos todos (también él) cantando “No hay nada más difícil que vivir sin ti”. Correa disimula pero apenas puede soportar el hecho de que todos los presentes no hacen otra cosa que chuparle las medias. Apechuga: es la compañía que le queda. Pronto volverá a la ponzoña y la mala leche.
La lógica, esa fascista
Leonidas Iza lleva días repitiéndolo: que sí, que él cree en el diálogo. Es “el mejor procedimiento para resolver los problemas, totalmente de acuerdo”, ha dicho. Pero con una condición: “que el diálogo tenga resultados”. “No iremos a ningún proceso de diálogo que no tenga resultados”. Suena razonable pero... ¿Cómo piensa asegurarse de que los tenga? Fácil: exige que los resultados del diálogo se produzcan antes del diálogo mismo. Sólo cuando el diálogo arroje resultados, proclama el presidente de la Conaie con lógica demoledora, dialogará. Con lo cual el improbable diálogo será superfluo, palabra que casi con seguridad no comprende.
Así que eso: resultados. Positivos, se entiende; para él, claro. O sea: que el presidente diga sí a todo. “Queda en sus manos: escalar la violencia o responder los diez puntos”. Después no se queje. ¿Y si no responde? Estará “instaurando la dictadura en este país, y con ello se instaura la violencia del Estado y, sobre todo, utilizando en este caso la lógica dentro de la democracia”. Y la lógica, eso está clarísimo, es el enemigo.
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