Grupo de arquitectos cuestiona la Aerovia

El próximo 22 de julio se adjudicará el proyecto de la aerovía, uno de los más ambiciosos en cuanto a transportación masiva de los últimos años, que pretende solucionar el problema del tráfico en el puente de la Unidad Nacional y facilitar la moviliza

El próximo 22 de julio se adjudicará el proyecto de la aerovía, uno de los más ambiciosos en cuanto a transportación masiva de los últimos años, que pretende solucionar el problema del tráfico en el puente de la Unidad Nacional y facilitar la movilización de quienes viven en Durán.

Antes de que se firme el contrato, un grupo de expertos cuestiona su viabilidad con observaciones que van desde la falta de previsión en lo que respecta a infraestructura de las áreas que comprometen la obra; hasta efectos de contaminación visual para el sector del centro de Guayaquil

El Selectivo, grupo compuesto por cinco arquitectos, analizó la propuesta desde la información que estaba disponible en los medios y la comparó con otras estructuras similares en la región. La conclusión fue que “la aerovía es una obra innecesaria”.

¿Pero, por qué lo es? Las autoridades sustentan la construcción del sistema de transporte aerosuspendido poniendo como ejemplo propuestas parecidas en la región, como la del cerro de Pan de Azúcar en Río de Janeiro o la del teleférico del Barrio Santo Domingo, de Medellín; pero olvidan un detalle relevante, explica el arquitecto Filiberto Viteri: “Las condicionantes de esos lugares son totalmente diferentes”.

Se refiere a que siempre una aerovía va desde un sitio alto (un cerro o montaña) hasta uno bajo (superficie plana) o hasta otro alto (de cerro a cerro); pero nunca de un lugar plano a otra zona igual, como se intenta hacer en Guayaquil.

Esto obligará a construir de forma innecesaria una plataforma artificial para poder ubicar allí el aerocable, trastocando completamente el objetivo de las aerovías, que es facilitar la transportación de zonas altas a áreas bajas y viceversa. “Se podría evitar si se tiene en cuenta la salida más obvia: el río Guayas”, propone Viteri.

El Selectivo pretende que las autoridades vuelvan a ver al río Guayas como protagonista del transporte masivo, como se hacía hace 50 años, con la movilización fluvial. David Hidalgo, otro arquitecto del grupo, defiende la alternativa: “Este cuerpo de agua es el conector principal entre Guayaquil y sus territorios aledaños. No es necesario una nueva infraestructura. Si la idea es disminuir el uso de vehículos, esta es la mejor alternativa. El río debe ser reivindicado por las autoridades locales. Hay que darle el valor histórico que merece al ser parte de una ciudad portuaria”.

No se pretende, aclaran, que los ciudadanos vuelvan a la era de las lanchas y las canoas. “Lo que se propone es la adquisición de embarcaciones modernas, llamadas ferris. En Galápagos ya se utilizan. Allá, incluso, funcionan con un sistema de energía renovable, a través de paneles solares. Eso debe buscarse en Guayaquil: modernidad y comodidad en el transporte público”.

Jorge Ordóñez, otro arquitecto miembro de El Selectivo, añade a esta observación el hecho de que no se ha tenido en cuenta la contaminación visual que causaría la obra en el centro de Guayaquil. “Afectaría considerablemente la postal típica de la ciudad, sobre todo en los lugares donde se ubiquen sus paraderos”.

El Municipio ha dicho que el viaje en aerovía no tomará más de 20 minutos. Los expertos admiten, en cambio, que el transporte fluvial sería “más demorado, pero menos estresante, puesto que se trata de una experiencia diferente”.

EXPRESO intentó recoger la opinión de la Autoridad de Tránsito Municipal, pero no fue posible porque sus directivos estuvieron en la tarde en reunión, según se informó.