Coro. Integrantes del grupo de mujeres indígenas ensayan con el profesor Andrés Balla, en la iglesia evangélica Alfa y Omega, del cantón Milagro.

Un grupo de mujeres puruha compone y canta en kichwa

Andrés Balla tiene 15 años de experiencia dirigiendo grupos corales indígenas. Es el encargado de hacer los arreglos a las canciones que las mujeres escriben, además de enseñarles afinación, entonación, ritmo y armonía.

Sus afinadas y potentes voces dan vida a un grupo coral digno de destacar. Son 25 mujeres indígenas pertenecientes a la nacionalidad Puruhá, de la Sierra central del país, pero hoy asentadas en Milagro, provincia del Guayas.

Tienen como finalidad, más allá de adorar a Dios, preservar su lengua ancestral, aquella con la que aprendieron a comunicarse desde niñas, el kichwa.

Este grupo de señoras indígenas acude cada semana a la iglesia evangélica Alfa y Omega, ubicada en la ciudadela San Miguel, en el cantón guayasense. Es su templo de oración, pero también se ha convertido, desde hace un tiempo, en el sitio de encuentro para manifestar su talento para el canto y la danza grupal.

Todas las integrantes de la agrupación son oriundas de la provincia de Chimborazo; algunas llevan 10, 20 y hasta 30 años residiendo en Milagro, cantón hasta donde migraron buscando mejores días para ellas y sus familias. El amor y el orgullo que sienten por sus raíces las han juntado en este proyecto artístico.

Cada miércoles, a partir de las 16:00, el grupo acude a ensayar a la iglesia. Las canciones que interpretan son inéditas y sus letras escritas por ellas, todas cantadas en idioma kichwa. A la fecha han compuesto ocho temas.

Según José Guambo, pastor de la iglesia, la idea de formar un grupo coral kichwa nació también como una manera de fomentar esta identidad cultural, pues en su mayoría son indígenas de la Sierra radicados en Milagro.

Todas son bilingües, pero no olvidan su lengua natal, a pesar del tiempo que llevan lejos de sus comunidades de origen. “Las prédicas suelen ser en la lengua étnica, aunque también se incluye español de ser necesario”, añadió Guambo.

Esther Guambo es la más joven del grupo coral; en cada ensayo se ubica en la primera de las tres filas que forman para cantar. Junto a Esther estaba Margarita Guashi, oriunda de la comunidad Cecel Grande (Chimborazo) memorizando y practicando la letra de las canciones. Ella lleva 14 años perteneciendo a la iglesia y dos en el grupo coral.

Francisca Cuvi es otra integrante del coro. Decidió unirse a la agrupación tras conocer que la conformaban personas de su misma identidad cultural. Dice sentirse muy cómoda allí, porque comparte con sus coterráneos y puede dialogar en kichwa, algo que cotidianamente le resulta difícil desde que vive en la Costa.

Elsa Moyolema lleva 9 años desde que emigró de su natal Riobamba. Sus últimos hijos son nacidos en la Costa, mientras los demás han crecido acá.

“Esta es una forma más de fomentar el idioma ancestral en nuestras familias”, opina Moyolema, mientras revisa las canciones escritas en kichwa, acompañada de dos de sus hijos. Muchas de ellas acuden con sus pequeños a los ensayos.

“Nosotros valoramos nuestro kichwa, queremos mantener nuestra lengua ancestral y que no se pierda”, afirma la mujer.

Andrés Balla es el profesor de canto. Viaja cada miércoles desde Guayaquil hasta Milagro acompañado de su teclado para ensayar con las coristas indígenas, desde las 16:00 hasta las 20:00. Los fines de semana, en especial los domingos, el coro se queda a ensayar después de los cultos.

Aunque no son profesoras, algunas veces les ha tocado asumir ese papel y enseñar a hablar o escribir el idioma a vecinos y amigos de la iglesia que desean aprender un poco de esta lengua ancestral. (F)