Guayaquil: memoria historica-social
El mes juliano, como evento social, nos remite al pasado y nos pone ante la celebración de la fundación española de Guayaquil. Su ciclo de “larga duración” obliga a repensar no la historia como acontecimiento sino como memoria social e individual. Por eso antes que pensar esa festividad preguntemos sobre los avatares que ha creado y recreado en su memoria histórica.
Esta es tarea de historiadores, cientistas sociales y políticos. Sin interrogarnos sobre ella no descifraremos los referentes básicos que caracterizan el perfil e identidad sociocultural, étnica y geopolítica de Guayaquil. En este ámbito lo primero a señalar es que su fundación española partió de un hecho innegable, que los guayaquileños no debemos olvidar: estos eran territorios y ámbitos socioeconómicos, geopolíticos y culturales de una comunidad de “indígenas mercaderes” del trópico litoralense, de práctica campestre y marítimo-fluvial, que no hablaba quechua ni quichua. Por eso no se nos puede atribuir un pasado que nunca hemos tenidos y con el cual jamás nos podremos identificar. Esta es una diferencia esencial respecto a otras sociedades indígenas andinas y amazónicas.
Esto significa que el punto de partida histórico de Manteño-Huancavilca, es el tronco y la raíz fundamental de nuestros antepasados sociocultural y étnico que se ha identificado con la navegación marítima-fluvial, el comercio y todo lo que implica relacionarse con el mundo exterior, cuanto con lo que ataña al accionar mercantil. Por eso el primer contacto que tuvieron los españoles, cuando viajaban por el Pacífico, en la nave que capitaneaba Bartolomé Ruiz, fue con una balsa de esos “indígenas mercaderes” que venían comerciando spondylus, de México. Esta expresión y huella de estas sociedades agromercantiles tiene que ver con un aspecto que va unido intrínsecamente a ella: la libertad y el emprendimiento. Por eso nuestra memoria histórica no debe olvidar estos tres aspectos que configuran el perfil originario de nuestro pasado. Sin ellos la proyección de su memoria histórica no es relato auténtico sino malévola invención de historiadores andinocéntricos obnubilados por hacer del quichua una lengua originaria para todos los pueblos aborígenes precolombinos.