Guayaquil, Octubre y la libertad
Cada año para Guayaquil como sociedad, octubre es más que un mes simbólico y emblemático. Es tiempo de mayor sentido e importancia histórica, pues hace 199 años, de esta colectividad, pusieron en la escena pública y social un nuevo factor-valor de la convivencia humana: la reivindicación, posicionamiento, defensa y proyección de la libertad política. Esta decisión-acción se tradujo en un proyecto-programa que se hizo insurrección, revolución y emancipación que nos llevó a la ruptura definitiva con las ataduras que ligaban a Guayaquil con la dominación y poder monárquico español.
Estamos a un año del Bicentenario, sin embargo es preciso que insistamos que esa rememoración no debe ser entendida como una ritualidad, ejercicio y acciones festivas. Por el sentido profundo del proceso y la significación del acontecimiento histórico de la ciudad, provincia, región y país siempre debe ser un ejercicio de revalorización de la memoria cívica, política, social, ideológica y cultural. Es bueno que se den festividades, desfiles, comparsas, etc. Pero es preciso ir más allá, porque en su historia hay tres principios-ejes que fluyen como un legado sin herencia: libertad, independencia y autonomía.
La revolución como un proceso colectivo tuvo grandes sacrificios humanos de la sociedad y sus líderes, que tuvo como objetivo final conquistarlos. Por eso más allá de lo que se haga en este mes es importante que el Cabildo y el conjunto de guayaquileños realicemos este ejercicio de la memoria, ya que sin ella la Revolución de Octubre será solo un hecho de pasado rememorado en escuelas, colegios y en una sesión solemne. Si lo percibimos, interpretamos, comprendemos y asumimos como un accionar de revalorización, reposicionamiento y proyección de la memoria histórica de Guayaquil, va más allá de lo que pueda expresarse en esos importantes rituales de comparsas y desfiles. Esto requiere que vayamos más allá de la Fragua de Vulcano, de lo que nos legó Olmedo: “Esa es la aurora plácida/ que anuncia libertad!”. Este no es un grito y consigna de ayer. Es el eco histórico permanente de una sociedad que hizo y hace de la libertad, independencia y autonomía la triada fundamental de su vida, de ayer al presente.