Arte. En los exteriores de la Casa de la Cultura, en la calle Pedro Moncayo, se dio vida a “El alma en el muro”.

Guayaquil rinde tributo a su poeta inmortal

Ayer se conmemoró el centenario de la muerte de Medardo Ángel Silva. Varias instituciones reviven en estos días su historia y obras.

Fue como si Medardo Ángel Silva reviviera cien años después en la misma ciudad que lloró su partida. Para quienes llegaron ayer en la mañana hasta su tumba, en la puerta 2 del Cementerio Patrimonial de Guayaquil, él está más vivo que nunca.

Allí, con una romería, los miembros de la Asociación Cultural Cerro Santa Ana recordaron al autor de “El alma en los labios”, de “Se va con algo mío”, y de “Ofrenda a la muerte”. Era su homenaje al escritor, al compositor de la Generación Decapitada y a quien se convirtió en el mayor representante del modernismo de la poesía ecuatoriana.

Hubo música, con los acordes de la Orquesta República de Francia y cantó el tenor Giulian Morales el poema hecho canción “El alma en los labios”, con el entorno de la danza clásica. Al pie de su tumba, hablaron de su vida, del periodista, del poeta niño, del genio precoz, del autor de la poesía fatal... Recordaron su partida, que ocurrió dos días después de haber cumplido los 21 años, el 10 de junio de 1919.

Silvia Vélez de Martínez, presidenta fundadora de la asociación, había programado una jornada para rendirle un tributo, con la proyección de la película sobre su vida en el MAAC y también con una misa en la iglesia Santo Domingo de Guzmán (San Vicente). “Recordemos que la Iglesia católica no hacía misa cuando las personas se suicidaban, pero su muerte es polémica y no se sabe qué realmente ocurrió”, dijo.

Ayer, en los exteriores de la Casa de la Cultura núcleo del Guayas, también le rindieron un homenaje. Lo hacían de la mano de doce artistas plásticos que daban vida a “El alma en el muro”, con la efigie del poeta. Fernando Naranjo, director de la institución, explicó que la fecha ameritaba de algo especial, como este mural en un tono expresionista que decora una de las paredes exteriores de la Casa de la Cultura. Allí los homenajes llegaban uno tras otro. Era un día dedicado a su memoria, con un recorrido del poeta por la ciudad. Sí, caminó por Guayaquil cien años después de su muerte, personificado por Jefferson Herrera, como una forma de buscar que las nuevas generaciones conozcan la historia y las obras de quien dejó un legado importante en la cultura ecuatoriana.

No solo ayer hubo eventos de recordación. La semana pasada se realizó una exposición de cuadros y el sábado, la página La Memoria de Guayaquil acompañó a los seguidores del escritor a una caminata que los llevó a una parada infaltable, en la calle Rumichaca. Fue en ese lugar donde residió quien fuera la novia de Medardo Ángel Silva, Rosa Amada Villegas, a quien dedicó el famoso poema “El alma en los labios” y por quien se cree que se suicidó.

Es así como el poeta de las leyendas sigue vivo en la ciudad. Hoy continúan los tributos. Su historia revivirá esta vez en la Universidad de las Artes con un diálogo sobre la crónica, la poesía, los cuentos y las novelas del célebre autor guayaquileño.