Guerra comercial entre EE. UU. y China
El anuncio de Trump de que EE. UU. sancionará a China por robo de propiedad intelectual profundiza su disputa comercial, y viene tras la promesa de Trump del 8 de marzo de imponer aranceles más altos al acero y al aluminio chinos, lo que podría tener consecuencias nefastas para el sistema mundial de comercio. Aunque estas sanciones generan titulares alarmantes y traqueteo entre inversores, el reciente proyecto de ley aprobado por el Congreso estadounidense es lo que exacerbará las tensiones comerciales entre ambos países. A menos que se aprecien plenamente las implicaciones de esa medida, los vínculos comerciales bilaterales podrían empeorar. La nueva legislación fiscal ampliará el déficit del gobierno estadounidense entre US$ 1 a 2 millones de millones en la próxima década, un déficit en el ahorro nacional que no será compensado por un aumento en el ahorro del sector privado o por reducciones en las inversiones del sector privado. Esto es trascendental para el comercio, sobre todo entre EE. UU. y China. Como el déficit de cuenta corriente de EE. UU. es la suma de la inversión menos el ahorro del sector privado y del Gobierno, es probable que el déficit en cuenta corriente se incremente una vez más. El déficit comercial estadounidense se incrementará rápidamente de manera acorde, y el déficit bilateral anual con China podría crecer en US$ 50 a 100 mil millones. Cuando esto suceda, los políticos estadounidenses echarán la culpa a alguien, probablemente a China. En ese caso, a la nueva ley tributaria estadounidense le llegará la hora de la verdad en la forma de tensiones comerciales aún más graves. Aunque no se comprende bien la conexión entre la ley tributaria y un aumento en el déficit comercial estadounidense, su impacto se sentirá en los años venideros. Por otra parte, se podría persuadir a las autoridades chinas para que fortalezcan las protecciones relativas a la propiedad intelectual, quizá a través de negociaciones bilaterales o litigios ante la OMC. El cambiante panorama de innovación en China es una de las razones para el optimismo: muchas empresas chinas innovan y han obtenido patentes en China y EE. UU. Como la necesidad de obligar a las empresas multinacionales a transferir tecnología está disminuyendo y las firmas chinas están en situación de beneficiarse de las protecciones a la propiedad intelectual, EE. UU. y China podrían encontrar más fácilmente puntos de acuerdo. Si las empresas chinas no pueden comprar productos de alta tecnología provenientes de EE. UU., estarán más motivadas a desarrollar sus propios productos, y las compañías estadounidenses las verán como competidoras dentro de China y en todo el mundo. Aun así, es posible llevar a cabo alguna forma de gran negociación sobre derechos de propiedad intelectual si el rompecabezas de comercio está correctamente trazado. Pero si EE. UU. y China no pueden encontrar puntos de acuerdo sobre cómo abordar el cada vez más hinchado déficit comercial estadounidense, los avances de hoy pueden tornarse irrelevantes. El superávit comercial de China y el déficit comercial de EE. UU. reflejan desequilibrios de ahorro e inversión. Las “medidas correctivas” no de mercado podrían producir un desequilibrio comercial de menores proporciones para ambos, pero de mayores proporciones para el resto del mundo.