La guerra al hampa deja viudas, huerfanos y discapacidad
Los sitios con más casos. Las provincias fronterizas, además de Guayas, El Oro y Los Ríos, registran la mayor cantidad de policías fallecidos en actos de servicio.
El 20 de febrero de 2004, a las 07:00, Édison Guamaní salió de su guardia en Migración, en Tulcán, provincia del Carchi.
Se desplazaba en su vehículo rumbo a su domicilio. A los cinco minutos la marcha del automotor se detuvo por el impacto de un camión cargado con 80 quintales de cemento.
El policía de 29 años, con siete años en la institución, falleció. Había estado casado cuatro años, tenía dos hijos pequeños y uno estaba por nacer. Su esposa, Paola Flores, conoció de su muerte por una llamada de su suegra.
Catorce años después, la viuda aún recuerda a Guamaní. No puede evitar el llanto. “No se puede superar eso, es muy duro”, dice.
Con el montepío que recibe de su esposo y las becas que recibieron sus hijos los pudo sacar adelante a estos. Desde hace dos años ella no tiene trabajo. Ahora su hija mayor, Jocelin, tiene 19, Mélani 16 y Eddy 14.
Como Flores, hoy existen 236 viudas y convivientes de uniformados que perdieron la vida en el ejercicio del deber. Desde el 2000 hasta el 2019 fueron 445 los agentes que perdieron la vida en actos de servicio, indica el director de Bienestar Social de la Policía, coronel Pablo Cerda. Casi la mitad de ellos eran casados o tenían convivientes. Los hermanos Jocelin, Mélani y Eddy Guamaní hacen parte de los 548 huérfanos.
¿Cuáles son las principales causas de estas muertes? Cerda dice que muchos perdieron la vida en enfrentamientos con delincuentes que usaron armas de fuego o cortopunzantes.
Otros fallecieron en accidentes de tránsito por actos de servicio, la mayoría en motos que se encontraban en persecuciones de delincuentes. Otros, como Édison Guamaní, se trasladaban desde su trabajo a su residencia o viceversa. Ese trayecto también es considerado como horas de servicio.
Pero hay otras causas de decesos. El coronel Cerda detalla que hay uniformados que mueren con enfermedades catastróficas producto de las actividades diarias. Explica por ejemplo que hay policías que no se alimentan bien, en las horas o sitios adecuados, porque el tiempo no se los permite.
Eso ha representado que registren problemas gastrointestinales que desembocaron en cáncer de colon o de estómago.
Pero también hay intoxicaciones con monóxido de carbono dentro de los patrulleros. En los últimos años se registraron al menos cinco casos. No han faltado los ahogamientos de uniformados en ríos o en el mar, tratando de salvar vidas. Esos son los casos más recurrentes. El año más catastrófico en muerte de policías fue 2018, con 64 casos y 2017 con 56.
Hasta la semana pasada y en lo que va de este año, seis de estos servidores perdieron la vida.
Pero también existen policías que han sobrevivido a los actos delictivos. La Policía tiene 588 gendarmes con discapacidades en servicio activo. Ellos recibieron primeros auxilios, atención médica y restablecieron su salud. Se los ha ubicado en áreas no operativas. Cerda cree que estos sobrevivientes deberían recibir atención especial, pero primero propone sensibilizar a la comunidad interna para institucionalizar el respeto hacia ellos. Expone la necesidad de contar con áreas adecuadas, espacios de parqueaderos, fortalecer las áreas de rampas y entregarles nuevas competencias.
A los 588 policías con discapacidad se les hizo una encuesta para conocer sus necesidades. Con los resultados se iniciará una capacitación. El director de Bienestar Social de la Policía piensa que debe ser en áreas nuevas como: analistas de información, analistas delictuales, estadísticos, manejo del sistema de gobiernos por resultados, tareas de atención al cliente, recepcionistas, gente que haga control de activos fijos, diseño gráfico, entre otros, para que desde el escritorio puedan dinamizar las redes sociales.
El programa que se lanzará a finales de mes se llamará ‘Mi capacidad es mayor que mi discapacidad’.
Las ayudas que brinda la Policía
Cuando un policía muere, las familias reciben homenajes simbólicos en su honor. Lo primero es una condecoración de héroe. Lo siguiente es un ascenso post mortem. Para las viudas existen programas a través de las fundaciones que tiene la institución.
Por ejemplo, la Fundación Solidaridad se hace cargo de viudas y huérfanos a través de la entrega de cursos de emprendimiento y de la entrega de becas en instituciones que los han acogido. Solo en Quito hay 25 hijos de policías becados.
El coronel Pablo Cerda señala sin embargo, que eso no es suficiente y se requiere hacer más.
Citó por ejemplo el caso de los miembros de una patrulla, asesinados en una emboscada de la guerrilla en Sucumbíos. Esta semana pidió al Consejo de Participación Social transitorio que sean declarados héroes.