La guerra y la paz
Hago uso para identificar este artículo del título de la famosa novela de León Tolstoi en que narra los esfuerzos del pueblo ruso para impedir, ayudado por el “general invierno”, la conquista de su país por las tropas de Napoleón, con un fracaso bélico de los invasores que se repetiría un siglo después con Hitler. Y es que durante 12 días de incertidumbre y vandalismo, se cometieron en las ciudades del Ecuador asaltos, destrucción y robos desvirtuando el motivo de la movilización indígena, que se oponía firmemente al decreto 883. Mediante este se le quitaba el subsidio a los combustibles, esto es a los derivados del “oro del diablo”, las gasolinas extra y el diésel, que son los más usados en la transportación citadina e interprovincial, luego de que a la gasolina súper ya se le había elevado el precio, sin que por ello la mayoría lo lamentara, tal vez porque se consideraba que era solamente un producto usado por los pelucones.
Sin embargo de que Lenín había ofrecido mantenerse en sus trece, alegando que de esta manera golpeaba sobre todo a los traficantes de los combustibles que por su “baratura” los negociaban en los países vecinos, donde su valor es mucho más alto, obteniendo pingües ganancias, tuvo que dar finalmente su brazo a torcer cuando aceptó en un diálogo “no de sordos” con los “protestantes” (avalado por la ONU y la Iglesia católica) derogar el decreto que provocó tantos días de vorágine, y emprender un nuevo acuerdo en una comisión que presidirá junto a la gente de poncho, en la cual se deberá encontrar, aún no sabemos cómo, la fórmula que permita que los subsidios, si de alguna forma se mantienen, no favorezcan solamente a los contrabandistas y narcotraficantes sino, sobre todo, al pueblo pobre.
Pero lo importante es que la paz ha vuelto, respondiendo de cierta manera a las multitudinarias manifestaciones que se dieron en Guayaquil y Quito. A estas alturas del partido vale hacer dos preguntas: ¿recuperaremos los millones perdidos o sucederá lo mismo que con los dineros que se llevó la corrupción? ¿Quién financió la costosa movilización indígena que dio paso también a un terrorismo subversivo?