La Guerra de los Seis Dias: 50 anos

Pronto será el 50.º aniversario de la guerra que en junio de 1967 enfrentó a Israel contra Egipto, Jordania y Siria, en una región cuya historia moderna está signada por la violencia. La guerra comenzó tras un ataque preventivo israelí contra la fuerza aérea egipcia, en respuesta a la decisión de Egipto de expulsar de Gaza y la península del Sinaí un contingente de paz de la ONU, y de impedir el paso de buques israelíes por el estrecho de Tirán. Aunque Israel atacó primero, la mayoría de observadores lo consideró un acto legítimo de defensa propia contra una amenaza inminente. Israel no tenía intención de combatir en más de un frente, pero la guerra se extendió, cuando Jordania y Siria entraron a la lid del lado de Egipto, una decisión costosa para los países árabes. Tras sólo seis días de combates, Israel controlaba la península de Sinaí y la Franja de Gaza, las Alturas del Golán, Cisjordania y la totalidad de Jerusalén. El nuevo Israel era más de tres veces más grande que el anterior. La batalla unilateral y su resultado pusieron fin a la idea (o sueño) de que era posible eliminar a Israel y dio permanencia. El nuevo Estado obtuvo finalmente un grado de profundidad estratégica. La mayoría de los líderes árabes tuvo que cambiar de objetivo estratégico: de la desaparición de Israel a su regreso a las fronteras anteriores a la guerra de 1967. Pero la Guerra de los Seis Días no condujo a la paz, ni siquiera parcial. Para eso habría que esperar a la guerra de octubre de 1973, que creó las condiciones para los acuerdos de Camp David y el tratado de paz entre Israel y Egipto. El lado árabe salió de este nuevo conflicto con el honor restaurado y los israelíes escarmentados. Los resultados militares decisivos no llevaron a resultados políticos decisivos, mucho menos a la paz, pero sí a la diplomacia: la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, demandaba a Israel retirarse de los territorios ocupados en el reciente conflicto, pero también defendía su derecho a vivir dentro de fronteras seguras y reconocidas. La resolución fue un caso clásico de ambigüedad creativa. Aunque eso puede facilitar la aprobación de una resolución, dificulta su traslado a acciones concretas. A nadie sorprende pues que todavía no haya paz entre israelíes y palestinos. Solo llegará cuando los líderes quieran y puedan hacer renunciamientos. Pero la guerra de 1967 fue trascendental. Los palestinos obtuvieron identidad y presencia internacional , aunque no lograron un consenso interno respecto de aceptar o no a Israel y, de hacerlo, a qué renunciar a fin de tener un Estado propio. Los israelíes sí pudieron ponerse de acuerdo en varias cosas, pero el acuerdo se quebró en lo concerniente a Cisjordania. Muchos israelíes y palestinos han llegado a reconocer la realidad de la existencia de la otra parte y la necesidad de dividir de algún modo el territorio entre dos Estados. Pero por ahora, los dos lados no están dispuestos a resolver lo que los separa. En tanto, la región y el mundo no se han detenido, y ahora las preocupaciones están puestas más en Rusia, China o Corea del Norte. E incluso si hubiera paz entre israelíes y palestinos, esto no llevaría paz a Siria, Irak, Yemen o Libia. Cincuenta años después de seis días de guerra, la ausencia de paz entre israelíes y palestinos es parte de un “statu quo” imperfecto que muchos han terminado aceptando y dando por sentado.