Guillermo Almada sin balon, un gesto muy intimo y un asado pendiente
Aquí lo conocerás sin estar dirigiendo al Barcelona. Las entrevistas desde el camerino, la ayuda que daba y nunca habló de eso y el día del bautizo de sus hijos.
Hay personas que, por no decir las cosas de frente, generan malos entendidos. Guillermo Almada no es una de ellas. Todo lo contrario. En Ecuador se le recuerda, más allá de su paso exitoso desde el banquillo como entrenador, como alguien que decía de frente las cosas que no le gustaban. Sin anestesia, sin pensar que podía incomodar a otra persona, tal vez porque estaba seguro de que más incomodidad generaría la palabra no dicha. Y esa filosofía la practicaba con o sin micrófonos, con o sin cámaras encendidas. No inventaba un personaje, él era el personaje.
Se ‘peleó’ con muchas personas, pero al final su estilo se impuso. Era muy amigo de las tarjetas amarillas y las rojas.
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Al entrenador uruguayo Guillermo Almada, lo que le gustaba eran las cosas rectas.
Muchos le tenían ‘miedo’, creían que Almada era el tipo que los tacharía para siempre.
Lo siguiente es una serie de apuntes no autorizados del entrenador y su vida en Ecuador. Se trata del director técnico que tiene el récord de estar más tiempo al mando del Barcelona: fueron más de tres años que hizo vida en el Ídolo.
Si bien su sinceridad era conocida por todos, Almada, el hombre de la ‘presión alta’ por su forma de plantear los partidos, tuvo acciones que pasaron inadvertidas y que nos ayudarán a conocerlo mejor.
LA PRIMERA ENTREVISTA
Luigi Machiavello era el jefe de prensa del Barcelona, le había pedido una entrevista en el año 2016 con el entrenador.
“Deje ver cómo le digo, él habla un día antes del partido, pero igual el profe es medio jodido, pero déjeme intentarlo”, me respondió Luigi.
Pasó una semana, el contacto de Almada lo teníamos, le escribimos y contestó tres palabras que significaron una luz al final del tunel. “Yo le aviso”.
Lunes, martes y miércoles pasaron. Era jueves y creíamos que la entrevista no se iba a dar, que debíamos buscar otro entrevistado de emergencia, había que hacer un buen contenido, estábamos medio desesperados, pero solo había que esperar.
Suena el celular y Almada nos dice, por mensaje de voz, que estaba listo. Esa semana era el más buscado para las entrevistas y nosotros fuimos los elegidos.
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En realidad, no sabíamos que él conocía al entrevistador. Llegamos a su casa y la primera sorpresa fue la cordialidad. Ahora creo que ya nos había investigado.
La verdad es que fuimos un poco a la defensiva. El inseparable mate, el mejor amigo de todo uruguayo, estaba presente.
Íbamos conversando y al rato divisamos las camisetas de la selección de Uruguay y del FC Barcelona que le había dado Lucho Suárez. Al final salió la nota más humana que se le había escrito.
Era 2016 y Barcelona se había coronado campeón, pero queríamos la entrevista para cerrar el año. Nos la dio el día que ningún entrenador la da, cuando una conversación con periodistas es para muchos un sinónimo de desconcentración, de falta de compromiso con un objetivo. Sí, el mismo día que iba a dar la vuelta olímpica en el Monumental.
DESDE EL CAMERINO
Año 2017, Barcelona llegó a a semifinales de Copa Libertadores. Era la novedad del año. El jefe de deportes de EXTRA, Pacho de la Rica me escribe. “Jerson, hay que hablar con Almada, pero ya mismo”. Solo habían pasado minutos del partido.
Le mandé un mensaje al celular, con poca esperanza, confieso. Esperaba que lo viera cuando él tuviese tiempo, tal vez al día siguiente, luego de la celebración, el análisis y el descanso. Pero la sorpresa de la noche fue que Almada nos contestó. En el acto lo llamamos, era un gol periodístico. Fue testigo en Brasil el directivo Aquiles Álvarez, que semanas después nos confesaba: “El profe solo a usted le contesta, yo estaba ahí”.
Eso se hizo repetitivo, eran goles en la sección Deportes de Extra.
LA AYUDA QUE NADIE DIJO
Hay un tema del cual Almada nunca quiso hablar y no nos referimos a la deuda que le dejó la directiva. Un día llegamos a Pascuales, a pocos minutos de Guayaquil, y una persona nos dijo: “Si ven a esa señora de allá, el entrenador del Barcelona, Almada les ayuda en voz baja y dicen que hace eso con varias personas”.
Pensé que tenía la mejor nota humana del año. Me la imaginé a doble página más vídeo, pero me equivoqué. Hablar de ese tema se hizo imposible con Almada. Dijo que no en todos los idiomas y, hasta entre risas, expresó que no sabía de lo que hablaba.
Lo que aplicaba el entrenador, era simple. La ayuda se da sin fotos. “Lo que sabe tu mano izquierda, no lo sepa la derecha”. En este partido perdí por goleada.
EL BAUTIZO
Calendario: 18 de septiembre del 2018. Los Almada-Wilkins deciden bautizar a sus hijos María Guillermina y Gabriel Guillermo en una iglesia de la vía a Samborodon.
Un mensaje de Guillermo Almada al teléfono me decía que le gustaría que estemos presente en un evento con un sentido espiritual muy profundo para ellos. Agregaba que, si no interfería con la hora del trabajo, les gustaría que esté presente, porque eso representaba mucho para él y su esposa Analía.
Lo primero que se vino a la cabeza fue ver a los directivos del Barcelona, a media plantilla y a los hinchas más aniñados de la ciudad. Un evento multitudinario en el que yo sería uno de tantos periodistas y que sería imposible siquiera entrar a la ceremonia en sí, sino que estaríamos lejos, tal vez desde afuera del lugar. Todo lo que había pensado se quebró cuando llegamos a la iglesia San Josemaría Escrivá.
En el acto no hubo más de 15 personas. Los padrinos que llegaron de Montevideo, Alejandro Arburús y Silvia Rivero. El más conocido de Guayaquil era Aldo Vanoni, expresidente de Aso Guayas.
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Un Almada relajado en la ceremonia, estaba su círculo íntimo, en el que estaba incluido su cuerpo técnico.
Al final, la ceremonia terminó en su casa. Como buen uruguayo, tenía un asado como Dios manda, de esos que vale la pena repetir. Una llamada del jefe de EXTRA para volver al diario a cerrar la nota hizo que la comida solo se la perciba de lejos y nos conformáramos con el olor de las carnes cocinándose en las brasas.
“Vente ya, tenemos a Almada en exclusiva”, nos decía el mensaje, mientras el profe decía: “Lo más importante de la vida es la familia, siempre deben de ser ellos la prioridad”, expresaba el entrenador.
Ese día nos enterábamos que en 2016 los árabes se querían llevar a Almada a Medio Oriente por varios millones, pero había dicho que no. Él quería respetar el proyecto de Barcelona y seguirlo. Sí, al final le quedaron debiendo.
Y nosotros, al final, nos quedamos con un recuerdo que ahora sacamos de los archivos. También quedó sin hacerse realidad la intención de probar los asados a lo Guillermo Almada.