No habra “paz economica” para los palestinos

El mes pasado, Jared Kushner, yerno y alto asesor del presidente estadounidense Donald Trump, reveló un ambicioso plan para fortalecer la economía palestina, con la esperanza de que cuantiosas inversiones abran un camino hacia un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos. Pero lejos de ser el “acuerdo del siglo”, como lo llamó Trump, el plan Paz para la Prosperidad está divorciado de la realidad y condenado a fracasar. La idea de convencer a los palestinos de aceptar la supremacía israelí con beneficios económicos viene de lejos. El primer ministro británico Winston Churchill, algunos de los primeros sionistas, e incluso locales árabes ya sostenían mucho antes de 1948 que el proyecto sionista beneficiaría a la población nativa. Luego el derechista primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu tomó la posta de la “paz económica”. En 1988 sostuvo que un crecimiento económico acelerado daría al pueblo palestino un “interés” en la paz, y agregó: “la paz económica sostendrá y reforzará el logro de soluciones políticas más adelante”. Ahora la administración Trump intenta llevar adelante la misma idea. La propuesta (un Plan Marshall para Medio Oriente) apunta a facilitar nuevas inversiones regionales e internacionales en la economía palestina, por hasta $ 50.000 millones en la próxima década. El gobierno de Trump asegura que esto estimulará las economías de Egipto, Líbano y Jordania, directamente afectados por el conflicto palestino-israelí. Pero el plan de Kushner ni menciona ni resuelve algunos de los obstáculos más importantes contra el desarrollo económico, por ej. el uso arbitrario de recursos naturales palestinos por parte de Israel y sus puestos de control, que impiden el libre movimiento y aumentan los costos de transporte. Para que el plan funcione sería necesario eliminarlos. Pero el movimiento nacional palestino todavía está en fase revolucionaria, en la que las consideraciones económicas siempre son secundarias respecto de las aspiraciones políticas. Tras 52 años de ocupación militar, dos intifadas desestabilizadoras y el fracaso devastador de dos planes de paz que parecían ofrecer una salida, las demandas fundamentales de los palestinos nunca cambiaron. Quieren una solución de dos Estados basada en las fronteras previas a 1967, que incluya el derecho al retorno de cantidades importantes de refugiados palestinos. Una Palestina independiente, libre para comerciar con el mundo árabe y con Europa, obtendría ingresos y un crecimiento económico muy superiores a los del plan de Kushner. Los palestinos no han presentado a la comunidad internacional una contrapropuesta abarcadora, la cual podría incluso incorporar el plan de Kushner como parte de la transición hacia una solución definitiva. Históricamente, los acuerdos transicionales siempre han sido el equivalente a lo que George Orwell llamó “gradualismo catastrófico”. Con la inclusión de una estrategia económica convincente, el acuerdo podría transformarse en un ejemplo de “gradualismo auspicioso”. El desarrollo económico ayudaría en gran medida a estabilizar la sociedad palestina en preparación para la creación de un Estado, aumentando enormemente las chances de éxito a largo plazo de un acuerdo de paz. Al hacer una propuesta propia recuperarían la iniciativa diplomática en un mundo que ha perdido en gran medida el interés en su causa.