La herencia de papa
No buscan ser superhéroes, pues estos no son reales, pero se han convertido en ejemplos de sus hijos, quienes siguen sus huellas.
Excelencia en todo
Hablar de la familia hace que sus ojos brillen más que las luces de un estudio. Su hogar siempre ha movido a Wilson López, fotógrafo publicitario con 40 años de carrera, padre y colega de Fernanda (conocida como Nana, 35), Josué (33) y David (31), por quienes se independizó luego de trabajar 23 años en una importante agencia de publicidad, sitio al cual los llevaba pues querían verlo en acción.
Ante esta decisión algunas personas le decían: “Estás loco, te la vas a jugar, pero les respondía: conozco a mis hijos, su talento y formación. Estaba seguro del potencial de los tres y que seguirían el oficio, por eso me arriesgué e invertí en el estudio, pensando en ellos, mis colaboradores, quienes me superaron. Cada uno ha tomado una línea diferente a la mía (maquillaje y fotografía de alimentos): Nana trabaja con cantantes, embarazadas, niños, novias; Josué es director de comerciales, fotógrafo publicista y actor; David es músico, realiza vídeos y captura en gráficas a artistas, hace cine y ha ganado festivales.
Todos se formaron como yo, con pasión y excelencia. Entraron a ‘mi universidad’ desde que nacieron”, expresa Wilson, quien es detallista en sus producciones y con su familia igual, siempre pendiente de ellos.
Actualmente los López trabajan juntos e independientes, pero lo que más le gusta a Wilson es que ellos están formando su propio nombre. Trata de que lo vean como padre y como jefe. La misma exigencia que tuvo con sus asistentes la demandaba a sus hijos, que entiendan que aun el trabajo gratis debe ser de primer nivel. La humildad es una de sus ‘asignaturas’, y los que han pasado por su estudio han barrido, ordenado elementos, etc., no solo quiere que hagan fotos, sino que tengan una formación integral, señala Adela Cabrera, productora y esposa de Wilson.
La fe en Dios es otro legado. En la iglesia, Wilson daba funciones de títeres, luego dos de sus hijos se hicieron titiriteros. Nana cantó hasta que fue madre, Josué sirve con los niños y David es guitarrista del templo.
Reconoce que el talento se lo dio Dios, después él lo trabajó y eso transmitió a sus hijos. Sabe que es bendecido, por eso cada año en el Día del Padre fotografía a las familias del lugar en el que se congrega (Centro Cristiano).
La pesca es otra actividad que desarrollan en familia y Josué es quien también sigue sus pasos en esto y en la afición por trabajar la madera. Con Nana comparte el gusto por el dibujo, incluso, un cuadro de ella lo exhibe en el estudio y con David disfrutan de la música y comida, él admira su responsabilidad en el hogar, eso quiere que algún día digan de él como padre.
Atrapados por el mar...
Por la naturaleza y el amor a los deportes al aire libre. Así es la relación de Iván Carmigniani Game y sus hijos Isabella (29) y Giuseppe (24), con quienes bucea los fines de semana en Puerto López, junto a su esposa Verónica Sandoval. Su casa es como una finca y esa es la vida que les gusta, e Iván la ha inculcado a los suyos. Al ingresar se ven cinco bicicletas montañeras, incluso la de su nieto Renato (8), quien aprendió a manejarla desde los dos años y medio, gracias a su abuelo.
Iván, a los 6 años, buceó gracias a una tía, luego introdujo a la vida submarina a su pareja y a sus hijos, a quienes desde pequeños les enseñó esnórquel y los convirtió en buzos, como a sus amigos más cercanos. Cuando realizan ciclismo lo hacen por Cerro Blanco y han visto monos aulladores y jaguares pequeños. Gozan de la vida silvestre sin afectar a las especies; es más, son sus defensores. Por ejemplo, en un mercado de Manabí, Iván vio que un pescador vendía la concha spondylus princeps, sabiendo que su captura y comercialización es prohibida, él se las quitó, las metió en un tanque de agua salada con aireación y llamó al Parque Nacional Machalilla para que las regresen a su hábitat.
Es tan amante de la naturaleza que es capaz de parar su andar por ayudar a una iguana atrapada en una reja. Él y su familia cuidan la vida que se desarrolla en el mar, por lo que participan en la limpieza de playas.
Estar juntos es lo suyo, por eso tienen un kayak para cuatro personas y se deslizan en el estero frente a su vivienda. Isabella y su padre todos los días hacen crossfit y cuando tienen tiempo van al cine, con nadie más acude. Asegura que es parecida a él, amiguera, de buen carácter, arriesgada. Admira su paciencia, amabilidad, optimismo y buen humor que interrumpe oportunamente en momentos de estrés o malgenio.
De niña dijo que estudiaría Marketing como su papá; hoy aplica varias estrategias en su emprendimiento (elaboración de tortas). “Con él voy a talleres, me asesora, en mis post de Instagram me dice ponle esto. Con mi hermano comparte la onda tecnológica y hacen viajes por trabajo”, menciona Isabella, quien denomina a su padre como el rey de los fondos marinos y manglares.
Giuseppe lo describe como un apasionado que busca mejorar día a día. Disfrutan de los chistes, la fotografía, los vídeos, la playa, el snorkeling y buceo que aprendió de él, y cuando sea padre quisiera tener la misma capacidad para enseñar, pues reconoce que muchas de las cosas que le han servido en la vida y trabajo vienen de su padre, un enamorado de su familia.