Hipotetico Reino Unido sin “brexit”

“Cuando quieras puedes hacer tu trámite de ‘check-out’ para salir, pero nunca te puedes ir”. Antes del referéndum “brexit” 2016, tomé prestada esta línea de la exitosa canción de 1976 de los Eagles, Hotel California, como un argumento en contra de que el Reino Unido abandone la Unión Europea. Dije que si iban a votar a favor de salir de la UE, terminarían más enredados que nunca con la Comisión de la Unión Europea. Como está descubriendo la primera ministra británica Theresa May, desenredar a un Estado miembro de la UE es una tarea ardua y compleja. Pero, ¿cuánto más difícil hubiese sido este cometido si el RU hubiese adoptado el euro en el año 2000? Para empezar, su pueblo nunca hubiese sido consultado sobre si quería salir de la UE. En el caso hipotético en el que hubiese sido parte de la eurozona, el puro anuncio de un referéndum sobre la membresía habría desencadenado una corrida bancaria. Teniendo en cuenta los déficits crónicos de cuenta corriente y comercio, una salida del euro necesariamente habría causado una disminución en el valor internacional de los depósitos bancarios del RU. Previendo esto, los depositantes habrían respondido al anuncio de un referéndum retirando inmediatamente sus euros en efectivo o enviándolos vía transferencia electrónica a Fráncfort, París, Nueva York u otros lugares. Y, previendo esa reacción, ningún primer ministro británico, ni siquiera David Cameron, se hubiera atrevido a anunciar un referéndum “brexit”. Ya que el Banco de Inglaterra tenía la libertad de crear tantos miles de millones de libras como consideraba adecuado para reactivar al distrito financiero de Londres y respaldar la campaña gubernamental de estabilización monetaria y nacionalización de bancos, el RU escapó de la crisis con una recesión de solamente un año (2008-2009) que representó una pérdida del 5,15 % en el ingreso nacional. Si Londres se hubiese visto enganchada en las políticas del Banco Central Europeo en el período 2008-2012, sus grandes déficits comerciales y presupuestarios, junto con los rescates masivos para el distrito financiero, habrían hecho que los rescates griegos, irlandeses, portugueses y españoles se vieran como cosa de niños. Si la UE hubiese aplicado las mismas medidas en el caso del RU, habría exigido niveles de austeridad y préstamos de rescate que hubiesen sido políticamente inaceptables en ambos lados del Canal de la Mancha. Alguien hubiese tenido que ceder. O el gobierno británico hubiese declarado, de la noche a la mañana, su salida del euro, sin un referéndum o incluso sin una votación parlamentaria, o Alemania y Francia hubiesen tenido que inmediatamente desechar la prohibición del Banco Central Europeo sobre financiación monetaria. En ambos casos, la UE se hubiese tornado en irreconocible. Uno solamente puede especular, pero un hecho permanece claro: entre 2008 y 2016 no hubiese habido una avalancha de inmigración de ciudadanos de la UE en RU, quienes tomaban empleos mantenidos por la campaña de creación de dinero del Banco de Inglaterra en un momento en que el Banco Central Europeo estaba planeando una depresión en el continente. En caso de que en 2008 hubiese surgido una unión fiscal completamente desarrollada, la ausencia de inmigración desde la UE hubiese causado que quienes estaban a favor de “brexit” no tuviesen un poderoso grito de guerra unificador en 2016. En ese momento, una salida de la UE hubiese sido tan absurda como que California quisiese dejar de ser parte de Estados Unidos hoy.