La hora del hermanamiento
Una compañía de ingenieros del Ejército peruano, al mando del coronel Marco A. Colomé, trabaja en Los Esteros y Costa Azul (Manta) con 3 oficiales y 28 suboficiales. Trajeron dos tractores, dos cargadores, dos retroexcavadoras, cuatro volquetes, una p
Unas palabras del presidente Rafael Correa a su homólogo Ollanta Humala a poco de recibir, el miércoles 27 de abril, una importante donación traída en buque desde el Callao retumbaron en las paredes de la base naval en Manta; pero, más entre los altos oficiales ecuatorianos y peruanos, acostumbrados hasta hace dos décadas a mirarse a la distancia, con recelo, con resoluta desconfianza y a trazar, desde las escuelas militares, objetivos de ataque en ambos lados de la frontera.
Estas tensiones tuvieron su epílogo en el conflicto bélico del Cenepa en 1995. Y antes en Paquisha, el 81; y también en la guerra del 41 del siglo pasado.
“Cómo no emocionarse al ver esos aviones de guerra peruanos, ver esos buques de guerra peruanos, ver esos helicópteros de guerra peruanos, ver esa compañía de ingenieros del Ejército peruano trabajando por la paz, trabajando por ayudar a Ecuador...”, dijo Correa ante la prensa internacional luego de recibir a Humala y al buque multipropósito Tacna, la nave más grande de la Marina peruana que trajo en sus bodegas 318 toneladas de asistencia para las víctimas del mayor terremoto registrado en el Ecuador en los últimos 67 años.
Y razón no le faltaba a Correa para destacar la ayuda del sur. El terremoto del 16A puso de manifiesto que las buenas intenciones, que las declaraciones de mutua confianza y de integración entre las Fuerzas Armadas de ambos países, y de la que tanto se habló en cuanta reunión bilateral se había efectuado a la fecha, pasaban del papel a los hechos.
Es que si bien se han ejecutado programas de acción cívica binacional fronteriza desde la firma de la paz en 1998, es la primera vez en 35 años que el Perú moviliza una logística militar tan grande fuera de sus fronteras. La última vez que Lima lo hizo fue durante la guerra de las Malvinas (1982), cuando en una operación secreta entregó al gobierno de Leopoldo Galtieri una escuadrilla de aviones y un número indeterminado de misiles para aplacar al poderío naval británico que finalmente hizo valer su dominio sobre las islas.
De allí que Correa ‘corrigiera’ a Humala cuando este dijo que el Perú estaba enviando ‘un granito de arena’. “Nos han enviado la playa entera, no un granito de arena”, expresó el presidente ecuatoriano.
¿Pero a qué se refería Correa con esa ‘playa entera’? Al desplazamiento desde el Perú de tres aviones; un Hércules, un Antonov y un Spartan con alimentos y vituallas; a dos buques de la Armada, Callao y Tacna, este último recién adquirido para enfrentar los efectos de El Niño que nunca llegó; tres helicópteros MI-17, uno de ellos ambulancia; y maquinarias y efectivos del batallón de ingenieros del Ejército peruano que trabajan en Tarqui (Manta).