Cultivo hogareño. Para su dueño, Carlos, esto de cultivar cannabis es igual que sembrar cualquier hortaliza, aunque genera mayor cuidado.

Huertos caseros de plantas prohibidas

Cada año, activistas locales promueven una marcha por la no criminalización del consumo. EXPRESO visitó un hogar que convive con 12 plantas de marihuana.

Noooo, disculpa, pero a mis feudos no entra nadie. Así como esta respuesta hubo otras tantas, hasta que Manuel J. (nombre protegido) decidió condolerse de esta búsqueda frenética, titánica y casi imposible, que tenía como objetivo sentarse a conversar con el dueño de un huerto casero de la famosa planta cannabis sativa, o mejor dicho, de marihuana, en la misma casa donde habita con su esposa y sus hijos.

No existe en Guayaquil una cifra que determine el número de personas que viven en una situación similar, pero las hay, y muchos de ellos salieron la tarde de ayer a las calles para apoyar la cuarta marcha por la despenalización del cannabis y promover el autocultivo para fines terapéuticos y medicinales de esta planta.

En el país es ilegal cultivar para distribuir cannabis, pero la ley suele ser tolerante con el consumo personal. No es ilegal cultivar para consumo propio, pero si alguien descubre que en una casa existen 10 plantas, deberá demostrar que no es para vender. Es por esto que resultó una tarea complicada dar con los números telefónicos de estas personas. Cuando se los obtuvo, de manera cortante se desligaron del asunto en contados segundos en cuanto EXPRESO les preguntaba si mantenían en sus viviendas alguna planta de la cannabis sativa. Hasta que finalmente, Manuel J. apareció en la larga lista y fue quien canalizó la cita esperada.

Carlos G. atendió a EXPRESO en la sala de su hogar, en algún barrio de Guayaquil, una tarde reciente. Allí nos detalló desde cuándo y de qué manera se vinculó con un tipo de planta que, con tener hasta 20 gramos, puede ser encarcelado de 1 a 3 años.

“Él tiene mucho que perder”, había adelantado Manuel, quien sirvió de contacto, y estableció la Plaza Baquerizo para punto de encuentro la tarde mencionada. Hasta ese lugar llegó un taxi. Dentro estaba Carlos, de 31 años, y pinta de vivir en Urdesa o en cualquier ciudadela de la vía a la costa o en Samborondón.

La legalización es un tema que interesa en otros países. Desde 2013 Uruguay es el primer país del mundo en regular la venta y producción. En Canadá ya es legal su consumo al igual que en 24 estados de EE. UU., México aprobó el consumo recreativo para 4 personas. En Colombia, el Gobierno preparó un decreto para reglamentar el uso del cannabis con fines medicinales.

“Soy un profesional, egresado de la Católica”, nos dice. “Mi esposa también estudió ahí. Nos conocimos en las aulas”.

¿Cuándo se dio el primer contacto con la marihuana? “No terminaba el colegio. Tuve muchos problemas con mis padres. Nunca lo oculté, pero el hecho de consumir no me hizo un irresponsable, como piensa la gente cuando lo asocian a uno con la marihuana. Es más, fui un alumno regular. En la U me gradué con 8,8”.

El carro siguió en línea recta, unos 10 minutos, luego viró a la derecha, a la izquierda, volvió a la derecha y dio varios giros más hasta que el reportero, quien iba con los ojos vendados, perdió la noción de dónde estaba.

Al detenerse el vehículo, se lo condujo hacia un piso alto. “Tranquilo, mi esposa y mis hijas no están”, menciona Carlos, quien de inmediato vuelve a recordar las condiciones que se pactaron ese mismo día, en la mañana, con Manuel para concretar el encuentro: cada foto y vídeo que se tome debía ser revisado antes de dejar aquel lugar. Si había una imagen con la que no estaba de acuerdo, se borraba. La voz, debía ser sonorizada... “No te daré mi nombre, puedes usar el que tú quieras. Mi historia sí es real, como el de experimentar con la marihuana desde que estaba en el colegio y que mis hijas, de 4 y 2 años, saben que tengo mis plantitas en casa y a las que no les oculto nada”.

En algún lado de la casa está el armario móvil. Tiene una lámpara y un ventilador que están encendidos de manera permanente. Tiene que ver con la necesidad de luz y de temperatura que las plantas requieren. “El consumo de energía que implica tener esto no es más de 10 dólares por planilla. La inversión del armario, la lámpara y del ventilador, se hace una sola vez”, dice Carlos, quien tiene 12 plantas pequeñas, que de hacerlas florecer, cada uno no le daría más de cuatro a seis flores, apenas 30 gramos en total. Algo así como 12 cigarrillos.

¿Qué piensa la familia de su exótico huerto casero?

“Mis padres lo saben. Ya no me cuestionan. Tengo suegros, pero ellos no hablan del tema. No sé qué les habrá dicho mi esposa. Como ven que soy responsable, y que esto para mí es como fumarme unos cuantos cigarrillos o beberme unas cervezas, sin que sea un vicio, prefieren no decir nada”.

No niega que existe un riesgo que las niñas sepan. Sabe que cultivar plantas para consumo no implica una ilegalidad, como dice José Dávalos Hernández, un abogado vinculado con los temas legales del cannabis. “Siempre que sea para consumo y no para comercializar. Sin embargo, aquello no está expresamente regulado, lo que lo convierte en un área gris que puede ser perjudicial para el cultivador”.

Sin embargo, Carlos siente que existe una carga social. Una situación adversa que también la reconoce Xavier Erazo, uno de los fundadores del movimiento Guayaquil Cannabico, el cual, junto a otras células locales, organizan hace cuatro años la marcha por el Día Mundial de la Marihuana. “Cuesta en Guayaquil hacer que las personas den la cara. Siempre somos los activistas, pero detrás del consumo hay profesionales de todo tipo. Existe el miedo al estigma aún”.

Cambiar todo este panorama es por lo que cada año, por estos días, salen los grupos que se manifiestan en contra de la criminalización de los usuarios. Mientras esta situación no varíe, Carlos seguirá levantando su bandera personal, que lo lleva a decir que por lo menos en “la república democrática” de su hogar “la marihuana es legal”.

En el marco legal

José Dávalos Hernández es un abogado especializado en el área del Derecho Ambiental y Administrativo. Asegura que a raíz de la Constitución de 2008 hubo un cambio de paradigma al reconocer en su artículo 364 que las adicciones son un problema de salud pública, impidiendo la criminalización de estas. Que en caso del cultivo, el artículo 222 establece como tipo penal sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años, la siembra, cultivo y cosecha de plantas para extraer sustancias estupefacientes y psicotrópicas, estableciendo una interesante condición, y es que sea con fines de comercialización. Aquello, en teoría, significaría que el autocultivo con fines de uso personal no estaría sancionado. Obviamente habría de demostrárselo dentro de un proceso penal.

El plano médico

Cristina Martínez Rosero es una médica que tiene la experiencia de haber probado los efectos positivos de la planta cannabis sativa con algunos de sus pacientes. Ella ha laborado como coordinadora del Ministerio de Salud y el Fondo Global en un proyecto relacionado con el control y prevención del VIH. Ella asegura que los grupos nacionales no están pidiendo la legalización de la marihuana para el consumo. Son conscientes de que lo primero es legalizar el cannabis del tipo medicinal. No solo la legalización sino la regulación por parte del Ministerio de Salud. Se conocen sus efectos positivos en más de 40 enfermedades en las que el fármaco no funciona. Una de estas, la epilepsia refractaria, con 300 convulsiones al mes en niños.