Imposible luchar contra el crimen solo con fuerza y planes secretos

Es muy difícil obtener cifras exactas sobre la delincuencia en Ecuador. Hay que recurrir a organizaciones internacionales, estadísticas de años anteriores y a la memoria de algún funcionario que desee colaborar sin ser nombrado. Al preguntar formalmente a algunas autoridades sobre las cifras de criminalidad, pude darme cuenta de que saben muy poco y que ningún plan antidelincuencial va a dar resultado, porque el tema de la lucha contra la delincuencia no pasa únicamente por lo represivo y, aunque algunos ecuatorianos quisieran que así sea, es físicamente imposible acabar con los delincuentes utilizando solo la fuerza. No tenemos la capacidad para ello. Les doy varios datos para que estemos conscientes de que este Gobierno y ninguno de los anteriores han desarrollado un verdadero plan que resulte eficiente.

El país más exitoso en la lucha contra la delincuencia es El Salvador. ¿Sabían ustedes que el 1,7 % de la población de ese país está en la cárcel? Sí, más de 100.000 salvadoreños están presos y la capacidad carcelaria es para menos de 60.000 reclusos. Le ha tomado 4 años acompañado de políticas sociales y cambios económicos profundos.

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En Ecuador la capacidad carcelaria es de apenas 30.000 personas y están presas alrededor de 34.000 personas. Recordemos que Ecuador tiene el triple de población que El Salvador.

¿Cuántos delincuentes hay en Ecuador? Ninguna autoridad lo puede decir con seguridad, pero sacando cuentas de instituciones públicas como la Dinapen, SNAI, y de algunas privadas, como Serpaz o Insight Crime, podríamos estimar que en nuestro país hay aproximadamente 120.000 delincuentes.

Según la Dinapen, en Ecuador hay 1.368 pandillas. Según un estudio internacional de la fundación Serpaz, solo en Guayaquil hay 65.000 miembros de pandillas. Hay que diferenciar las bandas de las pandillas. Las bandas tienen una estructura formal y se dedican a delitos mayores como el robo a mano armada, al asesinato y tráfico de drogas. Las pandillas son una especie de primera escala en el aprendizaje de la delincuencia. Están formadas por grupos de 30 a 40 chicos, sin estructura formal y se dedican principalmente al consumo de drogas, delitos menores y microtráfico en colegios. También están las naciones, que agrupan toda clase de delincuentes, juveniles y adultos, que obedecen a una estructura jerárquica. Las naciones más conocidas son los Latin Kings y los Ñetas.

Para tener una idea clara de las agrupaciones delincuenciales a las que nos enfrentamos, los registros policiales muestran que los Choneros tienen alrededor de 20.000 miembros dedicados principalmente al tráfico de drogas. Los Águilas, brazo armado de los Choneros, causantes de las principales masacres carcelarias y quizás el grupo armado más peligroso porque su actividad es el sicariato; creció en apenas cinco años de 1.200 miembros a más de 2.600 el año 2023. También están los Chone Killers con base en Durán y los Lagartos con 3.000 o 4.000 miembros cada uno. Además, hay que sumar a sus rivales que les disputan sus territorios dentro y fuera de la cárcel. Los Lobos con 8.000 miembros, los Tiguerones con una cantidad similar. En total, sumando bandas, naciones y pandillas, los delincuentes pertenecientes a grupos delincuenciales llegan a aproximadamente 120.000, muchos de ellos considerados terroristas desde enero 2024.

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De los 120.000 delincuentes, cerca de 20.000 están presos. Significa que hay 100.000 malhechores operando libremente en el país. Los líderes de estas bandas, en su mayoría, también están libres.

Como contraparte, para combatir a estos delincuentes están las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.    Las FF.AA. tienen aproximadamente 70.000 efectivos y la Policía una cantidad similar. Total 140.000. Han realizado un magnífico trabajo hasta el día de hoy, pero, ¿son suficientes? ¿Pueden sostener operativos diarios y llevar a la cárcel a todos? ¿Dónde van a entrar todos los delincuentes que detengan? ¿Cuánto tiempo se demorará la justicia en dejarlos libres?    Seguro que ustedes tienen más interrogantes.

El combate a la delincuencia no puede ser planificado únicamente con estrategias o tácticas militares y operativos policiales. Desde los años setenta se establecieron fórmulas para aplacar la criminalidad. Todo nace con la eliminación de la pobreza y la creación de empleos u ocupaciones que permita a los jefes de familia llevar dinero, salud y alimentos a sus casas, se logra con un sistema educativo que fomente una cultura de paz y de no agresión. Con la creación de un sistema carcelario eficiente, fortalecido, vigilado, que impida fugas, que aísle a los más peligrosos y que rehabilite y trate con humanidad a quienes aún pueden tener una segunda oportunidad.

La violencia se disminuye con la creación de espacios sociales con buenos servicios urbanos que integren a la comunidad, con un sistema judicial no corrupto, con leyes adecuadas a los delitos y no a las circunstancias políticas. Con estas acciones se desarticulan bandas y pandillas, porque los jóvenes verán que la sociedad les ofrece otros caminos diferentes a las drogas y criminalidad.

Si en los años setenta hubieran “sembrado el petróleo” como nos ofrecieron los políticos de esa época, hoy tendríamos un país diferente, pero prefirieron el mismo camino que hoy siguen los políticos actuales, el oportunismo, la vanidad, el dinero, el revanchismo y la corrupción. Caldo de cultivo ideal para la delincuencia.

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