El índice de empleabilidad de la carrera, deuda universitaria
Es información común en otros países. En Ecuador no es obligatoria, pero Senescyt la ha ofrecido. Es un requisito para acreditarse internacionalmente.
Las carreras que presentaron mayores tasas de empleo en 2019 fueron Ingeniería en Electrónica (97,5%); Desarrollo de software e Ingeniería multimedia (97,4%); y la Ingeniería en Telecomunicación (97,1%). Estos datos son de España, tomados del portal epdata.es y muestran cómo los indicadores de empleo y desempleo de graduados universitarios son comunes en otros países, mientras en Ecuador apenas se empieza a hablar de la necesidad de obtenerlos.
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Leer másEn una reciente entrevista con EXPRESO, así lo hizo Alejandro Rivadeneira, el titular de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt). “Es fundamental saber el índice de empleabilidad de cada carrera. El perfil de egreso del estudiante. Toda esa información deberíamos tenerla en una sola plataforma”, expresó, aludiendo al poco conocimiento que tienen los bachilleres sobre las opciones profesionales.
En el país, la empleabilidad es una deuda universitaria. No la han aportado por iniciativa propia las universidades ni la contempla la Ley Orgánica de Educación Superior, LOES, (2010), a pesar de que en cambio sí estableció la obligatoriedad de la evaluación y acreditación por institución y por carreras, el seguimiento a los graduados y otros temas.
El expresidente del Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (CACES), Juan Manuel García, coincide en que esa información es útil y necesaria, pero aclara que ni la LOES ni su reglamento la exigen. Agrega que apenas hay el requisito para aprobar una nueva carrera ante el Consejo de Educación Superior (CES), de presentaron estudio de su empleabilidad.
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Leer másSin embargo, reivindica que el CACES incluyó este dato entre los indicadores sobre graduados que deben entregar las instituciones. Es decir, la información básica existe y solo habría que cruzarla con la de otras entidades como el Seguro Social o el Servicio de Rentas Internas para verificarla y obtener el índice de empleo, acota.
Además, el nuevo modelo de evaluación permitirá que, para algunas carreras, las universidades locales opten por acreditadoras internacionales,las cuales ponen énfasis en este tipo de indicadores. Es decir, las que deseen conseguir una certificación internacional deberán presentar este dato.
En respuesta a un pedido anterior de este Diario, la Senescyt había facilitado un cuadro de empleabilidad de graduados por tipo de institución, no por carrera (ver gráfico).
El extitular de la Senescyt, Agustín Albán, coincide en que el citado índice es común en otros países, no solo porque así lo exige su respectiva normativa interna, sino también en otros casos porque las propias universidades buscan con ella posicionarse en los ranking internacionales que asignan un especial valor al prestigio y empleabilidad de los graduados.
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Leer másCoincide también en que esa información existe “al menos parcialmente” y que si se la pide a las universidades “habría que considerar la calidad de la data”. En otras palabras, asegurarse de la confiabilidad de los datos reportados, lo que requeriría validarlas cruzándola con los de otras entidades, tal como propone García.
Es, a su criterio, “un trabajo colaborativo” entre las entidades rectoras de la Educación superior, las universidades y las entidades que tienen los otros datos como el IESS o el SRI. Y, que no sea una iniciativa coyuntural, sino política pública.
- Trasfondo
Divorcio colegio-universidad
El exintegrante del Consejo de Educación Superior (CES), Enrique Santos, destaca la iniciativa de brindar más información a los aspirantes.
Pero señala que detrás de este tema hay un aspecto clave pendiente: la falta de un enlace o una articulación entre la educación media (colegios) y superior (universidades). De conectar el perfil de salida del bachiller con el perfil de ingreso del universitario.
De igual modo, está el antiguo debate sobre si los colegiales (adolescentes de entre 12 y 18 años) están en capacidad o no de elegir una carrera sin equivocarse.
A su criterio, prefiere cambiar el enfoque de ‘orientación vocacional’ por el de ‘acompañamiento al estudiante’, algo que debería extenderse incluso al curso de nivelación y aun al primer año de la universidad, pues suele ser muchas veces en esta etapa cuando este confirma si la carrera que eligió es o no la adecuada.