Democracia populismo
En la región, el apoyo a soluciones no democráticas creció diez puntos en las dos últimas décadas.Foto: Referencial / Pixabay

La infelicidad y el desencanto con la democracia dan paso al populismo

De eso se alimenta el avance de discursos populistas y la tolerancia a gobiernos autoritarios

Ecuador se ubica en el puesto 62 de 147 países en el Informe Mundial de Felicidad 2025, un nivel medio pero inferior al promedio latinoamericano. Sin embargo, ese ranking numérico contrasta con una realidad palpable: la ciudadanía ecuatoriana se siente profundamente insatisfecha y desconfía de sus instituciones. Encuestas recientes, como el Latinobarómetro de 2024, revelan que apenas una de cada diez personas en Ecuador confía en sus semejantes, lo que posiciona al país entre los más desconfiados de la región.

Esta combinación de infelicidad subjetiva y desconfianza institucional no es un dato menor, pues según expertos y estudios comparados, forma el caldo de cultivo ideal para el auge del populismo y la tolerancia a estilos de gobierno autoritarios.

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El reporte sobre los países más felices del mundo indican que una baja satisfacción con la vida está altamente relacionada con la desconfianza en las instituciones y con las preferencias por candidatos antisistema. En otras palabras, cuando las personas se sienten infelices con su situación y perciben que el sistema vigente no responde a sus necesidades, tienden a buscar soluciones fuera del establishment: “La insatisfacción con la vida es efectivamente proporcional al surgimiento de los populismos, tanto de izquierda como de derecha”, explica el politólogo Giuseppe Cabrera.

Este fenómeno trasciende fronteras. Cabrera apunta, por ejemplo, que en zonas industriales de EE.UU. golpeadas por la desindustrialización prosperó el voto a Donald Trump, o que en la ex Alemania comunista avanza la ultraderecha. En Ecuador, donde el malestar económico y la inseguridad aumentan, estos factores también son determinantes.

César Ulloa, docente de la Universidad Hemisferios, investigador y autor del libro Chávez, Correa y Morales, agrega que esta fórmula política no es nueva. Desde los populismos clásicos del siglo XX hasta los neopopulismos recientes: “Han capitalizado el descontento de la población contra un sistema que para esa población no logra satisfacer mínimos niveles de confianza ni de satisfacción”, señala.

Discursos populistas son atractivos

En contextos de frustración generalizada, los discursos populistas ganan atractivo al prometer cambios radicales. El mismo Ulloa ha documentado cómo políticos autoritarios latinoamericanos como Hugo Chávez, Rafael Correa o Evo Morales se presentaron como salvadores dispuestos a “refundar sus Estados ”, sepultando a la vez a los partidos tradicionales y concentrando el poder en su figura. Parte esencial de esta estrategia es fabricar “enemigos que no hay” -sean la vieja clase política, las élites económicas, la prensa o actores externos- para culparlos de todos los males y justificar una cruzada personalista en su contra. Prometer derribar el status quo resulta seductor para una ciudadanía desencantada, afirma Ulloa.

De acuerdo con Latinobarómetro 2024, solo 42% de los ecuatorianos cree que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno. Es decir, menos de la mitad de la población mantiene un compromiso pleno con la democracia como sistema. El resto se reparte entre quienes se muestran indiferentes y quienes incluso piensan que “en algunas circunstancias un gobierno autoritario puede ser preferible”. Llevado al plano práctico, un 61% de ecuatorianos está de acuerdo con la frase “no me importaría que un gobierno no democrático llegue al poder si resuelve los problemas del país”. Este porcentaje -de los más altos en Latinoamérica, solo superado por Paraguay (70%) y Guatemala (67%)- evidencia una creciente tolerancia al autoritarismo en la sociedad ecuatoriana.

En contraste, países con democracias más consolidadas como Uruguay o Costa Rica registran menos del 40% de acuerdo con esa idea. Es revelador que, a nivel regional, el apoyo a soluciones no democráticas haya crecido diez puntos en las dos últimas décadas (del 44% en 2002 al 53% en 2024), al compás de crisis de gobernabilidad y decepción ciudadana. Ecuador no es la excepción, sino quizá uno de los ejemplos más agudos de esa tendencia peligrosa.

¿Por qué resulta tan peligroso la infelicidad y desconfianza?

Porque allana el camino para que la sociedad “naturalice vías de carácter autoritario... incluso fascistas”, como alerta Ulloa. Cuando la gente siente que nada puede estar peor, pareciera no importar el medio -por drástico o antidemocrático que sea- con tal de obtener resultados.

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“El riesgo es que (esa postura) impide que las democracias tengan algo que siempre las ha caracterizado, la pluralidad de visiones… Las diferencias, en democracia, se han procesado de manera pacífica, a diferencia de las dictaduras, a diferencia de los fascismos”, reflexiona Ulloa.

“La gente, ante la falta de respuestas y la violencia exacerbada, espera incluso una respuesta igualmente violenta”, observa Cabrera. El politólogo subraya que, tras años de polarización correísmo vs. anticorreísmo, el país terminó eligiendo entre “dos proyectos autoritarios” en 2023 pues “no creen en la democracia liberal, no creen en el Estado de derecho ni en la separación de poderes”, sostiene. “No hay un compromiso real por los valores republicanos y democráticos, ni siquiera a nivel de las élites”, lamenta Cabrera.

La “esperanza” que ofrecen los populismos puede ser cara. Ulloa recuerda en que “las democracias procesan las diferencias pacíficamente; a diferencia de las dictaduras”.

Paralelos y contrastes con Europa

Las dinámicas observadas en Ecuador no son únicas. En Europa, se ha documentado que el descenso en la felicidad y la confianza social explica buena parte del aumento en la polarización política y el voto por partidos anti-sistema, según el Informe Mundial de Felicidad 2025.

Finlandia, Dinamarca o Suecia se mantienen entre los más felices del mundo, lo que coincide con un menor apoyo a movimientos populistas. En naciones donde la confianza ha caído (España, Francia, Alemania), el espacio para candidatos anti-establishment se amplió.

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