Los infinitos sabores del cafe
En Los Ceibos ofrecen la bebida en todas sus variantes. Lo mezclan con menta, nutella. El flat white es uno de los productos estrella
La temperatura de Guayaquil oscila entre los 24 y 30 grados centígrados, pero a las personas, a los verdaderos amantes del café, poco les importa beber un sorbo de esta humeante bebida en la calle, a plena luz del día, en los pubs, las oficinas o en casa.
Quienes la consumen no solo lo hacen porque, tal como lo asegura la ciencia, te ‘despierta’, sino por su sabor, que puede ser dulce, amargo e incluso frutal cuando está bien elaborado, y su ‘infinita’ variedad.
En la ciudadela Los Ceibos, en el norte de la ciudad, existen al menos tres cafeterías que ofertan el brebaje en todas sus variantes y se esfuerzan por destacar en cada taza las particularidades matices del grano.
Lúdica Coffee House, un negocio familiar inspirado en la cultura del café de Australia y Nueva Zelanda, por citar un caso, ofrece además de las tradicionales bebidas, cortaditos, infusiones frías de mocca, affogatos, que funden una bola de helado en un expreso caliente; o flat white, que se preparan echando una capa fina de leche caliente o microespuma en un expreso, simple o doble. Y se acompaña de menta, jengibre y chocolate.
Por disponer de diferentes técnicas de elaboración, como la utilización de la presión del aire (aeropress), en Lúdica, situado en los bajos del edificio Olivos Tower en la urbanización Los Olivos, se puede también elegir el tipo de néctar a beber y la crema con la que lo desea acompañar: coco, almendras o de origen animal.
Para la literata Carolina Amores, moradora que acude al lugar “al menos tres veces por semana” para debatir con escritores y lectores amigos temas coyunturales, este tipo de cafeterías, más allá de brindarles una experiencia gourmet a los comensales, fortalecen la identidad del barrio.
“Años atrás en Los Ceibos no se ofrecía café de especialidad. Los lugares que aquí se asientan lo hacen: compran el grano al productor. Gracias a ello ahora visitan la ciudadela personas que viven en vía a la costa, Urdesa, Centenario, Samborondón”. El hecho de que los baristas y propietarios de los establecimientos den a conocer al cliente ‘el perfil del café’ que van a beber, explica, vuelve “aún más interesante el espacio y el sector”.
En Comuna Café, otro de los establecimientos, por ejemplo, Pablo Jiménez (propietario) o Leonardo Zambrano (barista) generalmente hablan sobre la altura a la que el grano fue sembrado y cosechado, mientras elaboran la receta. Son detalles que la gente busca. Y es que tomar café, en cualquiera de sus especialidades, es dar un recorrido sensorial por las regiones cafeteras”, dice Jiménez, de origen costarricense.
En el lugar las bebidas con mayor salida son el capuchino, el frapuchino vietnamita, un expreso doble con leche condensada; el macchiato de nutella, una bebida caliente que se sirve con frutillas; y el cream creamsom, que contiene baileys (licor).
“Con las mezclas, que destacan el sabor en sus diferentes grados, la cultura del café se ha regado”. Los jóvenes que por considerarlo amargo antes no lo tomaban, ahora lo visitan. Sebastián Sarmiento, uno de ellos, lo hace cada domingo. A sus 17 años se refugia en el lugar cerca de las 09:00 para acompañar su café con un molde de chocochip u otros panes que elaboran los fines de semana.
“Siempre vengo con mi mamá en busca de lo mismo. Nos encanta el ambiente”. Tranquilo, con vista a la calle, rodeado de plantas, asientos de madera y detalles rústicos.
Así en Los Ceibos ahora uno puede ver mesitas en las peatonales repletas de familias, cada ciertas cuadras. En Cafe Bombon’s (avenida Primera, calle 12), decenas de ellas a diario se reúnen para beber uno de los más de 25 tipos de brebajes negros que allí se brindan y contienen desde salsa de chocolate, trozos triturados de menta, syrup de vainilla, caramelo, manjar de leche o marshmallow.