Instantáneas coronavíricas: 7 horas de hilarante delirio correísta
El festival ‘Canto de libertad’, en homenaje a Jorge Glas, fue una divertida comedia involuntaria. Patricio Mery Bell, Sofía Espín, Rafael Correa... Todos aportaron al sainete
Norma Espinel, madre de Jorge Glas, lleva hablando tres minutos cuando Sofía Espín se da cuenta de que tiene que cambiar de cara. La estridente correísta que perdió su escaño en la Asamblea tras ser acusada de interferir en la justicia y hoy forma parte del clan de México, conduce vía Zoom un trecho del programa originalísimamente llamado ‘Canto por la libertad’, para pedir la excarcelación del exvicepresidente preso. Nuevo look estrena Espín: cejas trabajosamente producidas (una notablemente más arriba que la otra) y un vociferante maquillaje del tipo ‘big lipstick’, como dicen los ingleses, ideal para componer una sonrisa que se vería perfecta en la tapa de Vogue, pero claramente desentona con la sufriente voz de doña Norma, que despacha sus cuitas por vía telefónica.
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Leer másPercibe Sofía Espín la inconveniencia del gesto y pasa en fracción de segundo de la risa al llanto. O por lo menos lo intenta. Aprieta los labios, tensa los músculos de la cara, concentra visiblemente todas sus energías en los orbiculares, en busca de una esquiva lágrima que no termina de salir. Hace pucheros y la lágrima no aparece. Traga saliva. Cierra los ojos. Los abre. Pestañea. Doña Norma dice “este corazón de madre”, dice “me estoy ahogando de la emoción”. Sería el momento ideal. Se concentra Espín. Ya sale la lagrimita, ya mismo, ya se condensa en la comisura del ojo, ya, ya, ya... ¡nada!
Falló la exasambleísta, pero no faltarán ocasiones para llorar, esto recién empieza. El propagandista chileno Patricio Mery Bell, organizador agencioso del espectáculo, ha reunido suficientes artistas para llenar siete horas de transmisión por Facebook. Claro que los tiempos han cambiado. Antes habrían contado con la presencia de músicos de primera línea; hoy el panorama es tan decadente que lo mejor que tienen es Pueblo Nuevo. Y junto a ellos, cantantes de karaoke, guitarreros de peña barrial, algún rapero ideologizado, ¡Pierina Correa! ¡Gabriela Rivadeneira! Pensándolo bien, no faltarán ocasiones para reír.
2. Mery Bell contra el poder mundial
“Pedimos la libertad de los presos políticos como lo sugieren los organismos internacionales y que el Ecuador hasta ahorita ha hecho caso omiso por tener sus intereses puestos en el vicepresidente constitucional del Ecuador”. Stop. La animadora correísta Melissa Zambrano difícilmente consigue hilvanar una idea con otra, pero eso basta para conducir el festival (así lo han llamado) ‘Canto de libertad’. Durante casi siete horas, las huestes más fanáticas del correísmo radical, incluido el papá de todas las guaguas, conectado desde Bélgica, se reúnen frente a una pantalla de YouTube para exigir la liberación de Jorge Glas.
“Somos millones”, dice el chileno Patricio Mery Bell sin tomarse la molestia de verificar el número de personas conectadas, claramente visible por debajo de la pantalla: 60. Pocas pero intensas. Bastan esas 60 para movilizar a todos los hackers que trabajan al servicio de los poderosos del planeta. Hasta Mark Zuckerberg ha unido fuerzas con Lenín Moreno en un intento desesperado (e infructuoso, porque la revolución siempre triunfa) de impedir la transmisión del espectáculo. El boicot de Facebook, que decidió cambiar la configuración mundial de su página precisamente en ese día y a esa hora (esto no puede ser una coincidencia), fue denunciado por el propio Mery Bell. Porque, dijo, “como siempre, algo nos tiene que pasar a los revolucionarios, a la gente de izquierda”.
Esta es la versión oficial de los hechos: “Nos boicotearon las páginas de Facebook de Jorge Glas; a Ronny Aleaga (legislador correísta que se conectó para mandar un saludo) le cortaron su transmisión en vivo; nos bajaron la página de los migrantes en Nueva York, Acción Revolucionaria; nos intentaron bloquear todas las páginas, pero bueno, seguimos adelante, estamos transmitiendo desde el YouTube y algunas páginas que no lograron bajar y hemos tenido muchas muestras de cariño”.
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Leer más3. A Rafael Correa ya solo le falta la sotana
Ya cantó Pierina Correa, la hermana del cabecilla de la estructura criminal, con una voz de auténtico tarro frotado contra la ventana. ‘Libre’, de Nino Bravo. Ya cantó Gabriela Rivadeneira, silvestre y sin zapatos, tirada sobre la yerba. Mexicana su blusa bordada de motivos precolombinos, mexicana la orfebrería de plata que pende de sus orejas, en fin, mexicana toda ella, se atrevió con una canción de complejas armonías del también mexicano cantautor Alejandro Filio, que destrozó con dedicación y conciencia. Una banal empanada sonora compuesta de graznidos y chirridos. Hay que reconocer el coraje de ambas perpetradoras.
Ya se conectó Fausto Jarrín, el abogado del hermano de Pierina, apoltronado como un Buda ante la cámara del Zoom, que lo aguanta todo. Que cómo es la experiencia de “enfrentarse con el mal”, le preguntó Patricio Mery Bell. “Es un honor”, respondió el otro. Ya se presentó el asambleísta Ronny Aleaga, expandillero, con decimonónicas patillas hasta la quijada. “Aprovecho para denunciar el bloqueo de las plataformas digitales”, dijo indignado. “Me acaban de bloquear y bajar la señal de mi transmisión en vivo de Facebook, son unos infelices”, acusó el hombre que con certeza cumplió todas las pruebas impuestas por los Latin Kings para ascender en su jerarquía y hoy es legislador de la República.
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Leer másFinalmente, cinco horas después de iniciado el espectáculo, llega el momento más esperado: el mensaje de Rafael Correa desde el cuartito de los expedientes judiciales. Personas conectadas en este momento histórico que trataron de boicotear todos los hackers: 43. Viste un sencillo buzo negro que refuerza su apariencia monástica. Lo que dice poco importa (las cuitas del perseguido político, la teoría del lawfare, la dignidad de los nadies) pues lo ha dicho ya, lo volverá a decir mañana y, en todo caso, es pura fórmula retórica. Es el cómo lo dice lo que llama la atención.
Correa se ha instalado en el estilo de homilía con una comodidad y un dominio de los matices que lo pintan de cuerpo entero. Un sonsonete doliente es su discurso. La mirada, triste y estoica. Las escasas sonrisas, afligidas: más que una seña de alegría, un síntoma de resistencia. Oveja conducida al matadero, mártir en la hoguera, santo patrono de los perseguidos, Rafael Correa pide a gritos un lugar en los altares. Por lo menos tiene ya 43 acólitos.