Instantáneas coronavíricas - Azuero y Salcedo: Dios los crea...
A la comisión parlamentaria que investiga el caso Azuero no la respeta nadie. Mientras tanto, el asambleísta prófugo consiguió un abogado defensor hecho a su medida.
Comisión enérgica pero desastrosa
“Por favor, señora secretaria, verifique si se encuentra presente el señor presidente de la República”: José Serrano, presidente de la comisión parlamentaria constituida para investigar al asambleísta prófugo Eliseo Azuero, cumple con las formalidades debidas sin perder por un segundo su característica cara de póker. A las diez de la mañana se habían reunido para recibir a la fiscal Diana Salazar. Pero la fiscal no fue. A las once se volvieron a juntar (todo esto por Zoom, como mandan los cánones de la nueva normalidad) para la comparecencia de la ministra de Gobierno, María Paula Romo. Pero la ministra de Gobierno tampoco fue. Ambas se excusaron por escrito: la agenda, las múltiples ocupaciones, blablablá... Ahora son las doce y es el turno de Lenín Moreno, a quien invitaron con pésimos modales, recordándole que la Asamblea es el primer poder del Estado, haciéndole notar que está obligado a comparecer, etc. Ni una letra recibieron de respuesta.
La correísta Amapola Naranjo, por cuyo pedido se conformó la comisión, está indignada con la fiscal. Le parece escandaloso que ella priorice “su preocupación que la tiene, política, del caso bochornos, perdón, sobornos”, en lugar de asistir a un llamado de la Asamblea. La también correísta Liliana Durán despotrica contra Romo. Pide insistir en el llamado. No sabe cómo ponerlo para que les haga caso. “Insistir enérgicamente”, dice. Quizás entonces sí vaya.
Lo cierto es que a esta comisión no la respeta nadie. La víspera, misma historia. Aun peor, porque los convocados eran los presos del caso Mendoza. Y ni los presos fueron. No se presentaron sus abogados y ellos, haciendo valer sus derechos, se excusaron.
Terrible lo de la comisión. Es el vivo retrato de la decadencia de una Asamblea desprestigiada, la mitad de cuyos miembros tiene cuentas pendientes con la justicia y, del resto, muchos no las tienen de pura suerte. Serrano habla dubitativa, torpemente, con profundas pausas de inseguridad. Presenta una moción y los otros ya se han ido. Citan a comparecer y nadie les hace caso. Se enojan y causan risa. Así está la Asamblea, nada que hacer. Quizá si intentan algo enérgicamente. Enérgicamente puede que resulte.
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El asambleísta prófugo de la justicia Eliseo Azuero amaneció con abogado nuevo. Se trata de Harrison Salcedo, grotescamente célebre por haber enviado una foto de sus heces fecales a una jueza para justificar ausencia por indigestión. Él se las ha arreglado para permanecer en el candelero todo el año. Con pasmosa naturalidad saltó del protagonismo en el caso Sobornos a la multiplicación de intereses durante la pandemia; de la defensa del convicto Jorge Glas a la del jefe de la banda de Los Choneros, Jorge Zambrano; de la representación legal de los policías acusados de repartir identificaciones falsas de la DEA entre los traficantes de medicinas, a la de Azuero, que al parecer ya renunció a cuidar las apariencias. Salcedo colecciona casos de corrupción y este, el de la repartición de hospitales y el tráfico de influencias desde la Asamblea Nacional, era demasiado importante como para que lo pasara por alto. Así que allí está.
Fiel a su estilo, llegó pateando al perro. Lo primero que hizo fue conceder una entrevista a la correísta radio Pichincha para soltar un globo de ensayo: “La información que tengo yooo -dijo subrayando el pronombre histriónicamente- y que tiene mi cliente, Eliseo Azuero, va a demostrar que incluso la fiscal general en persona está también involucrada. Entonces, ¿cómo podemos hacer, si ella es la que está investigando todo este caso?”. Muy fácil, responde la Fiscalía: llamándolo a declarar de inmediato para que explique en qué consiste esa “información que tengo yooo”. Y así se hizo.
¿Quería Salcedo un nuevo caso de corrupción para su currículum? Pues ahora tiene dos. Uno de delincuencia organizada y desvío de fondos públicos, en el que su defendido está hundido hasta el cuello: su última ocurrencia fue decir que no está hablando de dinero sino de ideas en el audio en que aparece haciendo repartos con Daniel Mendoza. Tal cual: que cuando hacen cuentas de los asambleístas que recibieron, se refieren a recibir ideas. Son filósofos. Y un segundo caso, novísimo, por tráfico de influencias, cuya indagación previa se abrió el lunes y, por el momento, requiere la presencia de Harrison Salcedo, que dice saber tanto. Así se informó por Twitter, que es la manera como la Fiscalía mantiene al público (o no) al corriente de lo que hace.
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