Instantáneas coronavíricas: La corrupción no deja lecciones
El exalcalde de Guayaquil habla de Carlos Luis Morales como si no lo conociera. El expresidente de la República da vivas a la patria como si solo fuera una bandera
Jaime Nebot no aprendió nada
Escuchar a Jaime Nebot hablando de la caída en desgracia de Carlos Luis Morales es como desplomarse por un despeñadero de palabras, palabras, palabras que ruedan y ruedan hacia la muerte del significado, el vacío, la nada. Hace dos años vendió a Morales como el prefecto ideal. Que lo conocía “desde hace muchísimo tiempo”, dijo, y elogió “su don de gentes, su inteligencia, su solidaridad”. Hoy toma la palabra no para sacar conclusiones sobre su error, no para reflexionar sobre el comportamiento electoral de su partido u ofrecer la disculpa que debe a la provincia. Toma la palabra, simplemente, para no soltarla. Para adornarse, como si no tuviera responsabilidad en el caso.
Morales y Bucaram enfrentan en diferentes niveles a la justicia
Leer más“Nadie está por encima de la ley, nadie”, dice el exalcalde de Guayaquil en Teleamazonas: una frase trivial con la que es imposible estar en desacuerdo, una perogrullada químicamente pura que debería morir en sí misma, pero que él usa como punto de partida para un auténtico derrame de verborrea. Porque “nadie está encima de la ley” y él sigue: “Ni el conserje de la Presidencia de la República ni el presidente de la República -añade innecesariamente y aún hay más-, pasando por ministros, asambleístas, prefectos, alcaldes, presidentes de juntas parroquiales y todos los funcionarios públicos”. Así habla Nebot: sobre su propio terreno. Menos mal dijo “presidentes de las juntas parroquiales”, si no, no se le habría entendido la idea.
Luego, las variaciones sobre el tema: “A quien se le pruebe que ha delinquido debe ser sancionado con la cárcel” es otra idea que repite de siete formas diferentes. Y como toda retórica vacua tiende al barroco, él no escatima en volutas y ornamentos de rigurosa simetría: “Hay corrupción en Machala, hay corrupción en Quito, hay corrupción en Manabí, hay corrupción en Los Ríos”. Todo lo cual conduce a la más absoluta nada conceptual que él despacha con la solemnidad del estadista que ensaya profundas reflexiones. Todo para no decir “lo siento”.
La patria no está en los hospitales
¿Cuál es la diferencia entre Abdalá Bucaram y Tony Soprano? Una muy sencilla: colocado ante la urgencia de almacenar, aunque fuera por una noche, un camión de medicinas e insumos sanitarios con los cuales se dispone a hacer negocios turbios, a Tony Soprano no se le ocurriría ni por un momento llevarlo a su casa. No solo es una diferencia entre dos hombres, sino entre dos sistemas: Soprano sabe bien que no podrá contar con un mínimo de impunidad si es agarrado con las manos en la masa. Quizá el drama de los Bucaram, los Morales y tanto otros que están cayendo como moscas, es que el Ecuador, al parecer, cambió mientras dormían creyéndose seguros. Al menos por ahora. A Diana Salazar corresponden los créditos.
Cajas y cajas de medicinas en la propia casa. Son, por lo demás, el único rincón, de lo que se alcanza a ver en las imágenes del allanamiento, con una cierta personalidad: personalidad de bodega. El resto: grandes espacios vacíos e inhóspitos; interminables superficies de la más cara baldosa, acaso mármol; mobiliario disperso y costoso en medio de la nada, algún despliegue de tecnología de última generación… Son las casas de los Bucaram: espacio vacío y materiales caros.
Y ahí está él: tiene guardado en su casa un camión de medicinas e insumos sanitarios en plena crisis del sistema de salud. Mascarillas que los médicos que arriesgan su vida a diario necesitan desesperadamente para no contagiarse; pruebas que salvarían vidas de ciudadanos de este país. La Fiscalía sospecha que los vende con sobreprecio a los hospitales de la seguridad social. Mientras los ecuatorianos se mueren. Todo un expresidente. Y cuando la Policía lo conduce hasta el tribunal de flagrancias, se detiene por un segundo en la puerta de entrada, levanta el puño de la mano izquierda y grita “¡viva la patria!”. Da un paso y repite “viva la patria”. Y antes de entrar, otra vez, “viva la patria”.
Instantáneas coronavíricas: Yunda y Morales montan el circo
Leer más80 días después, resulta que Yunda no ha sido la gran cosa
Tantos errores cometió la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, durante las primeras semanas de la cuarentena, que Jorge Yunda logró pasar de agache casi como un genio. Hoy los papeles se invierten y el alcalde de Quito, ocupadísimo en evitar que le salpiquen los escándalos de corrupción, apenas si puede controlar lo que ocurre en la ciudad. Esta semana la capital pasó al semáforo amarillo y Yunda casi ni se entera. Ni las pruebas PCR que compró con sobreprecio es capaz de administrar: no hay capacidad instalada para aplicarlas ni a los choferes del trole. Malas noticias para los correístas, que se pasaron la cuarentena cultivando esa amistad con aduladores tuits (Pabel Muñoz hasta le invitó unas cervezas) para que se les empiece a estropear la candidatura.
Los quiteños entraron al amarillo sin saber siquiera si tendrían transporte público. Se lanzaron a esperar buses que a lo mejor no llegaban nunca. La víspera no lo sabían ni los propios concejales. El martes, en sesión del Concejo Metropolitano, el alcalde asistió a la presentación del plan de su Secretaría de Movilidad como si lo estuviera oyendo por primera vez en su vida. Encaró la cosa como si no fuera con él.
Más ocupado andaba tapando huecos. El mayor de ellos (un auténtico boquete ante la opinión pública) lo abrió él mismo. No ha quedado del todo aclarado su ya famoso tuit sobre las cuentas hackeadas de la Empresa de Agua Potable en el Banco Central. “Solicito la ayuda inmediata de las autoridades para evitar cualquier perjuicio”, decía. Nadie entendía. ¿Quiere decir que se robaron plata?, le preguntaron por la misma vía algunos concejales. Sí, se estaban robando: 1,3 millones en transferencias a Hong Kong. Y el alcalde se enteró antes que nadie. ¿Cómo? Nadie lo ha explicado. Yunda menos que nadie. Lo del hackeo, eso sí, fue desmentido por el Central.
Y esto es lo más gracioso: van a la Fiscalía el gerente financiero, el tesorero y el gerente de Agua Potable para denunciar el robo y... ¡los cogen presos! No por ese caso, por otro: uno de sobreprecios en compra de insumos. Todo empieza a hacer aguas en el Municipio de Quito, otro organismo en la mira de la Fiscalía. Yunda lo explica con un argumento numérico. “Con 22 mil funcionarios -dice- no estamos exentos de esta circunstancia”. Eso es la corrupción para el alcalde: una circunstancia.