Instantáneas coronavíricas: Todos los hombres de un tal Daniel
Daniel Salcedo Bonilla, buscado por la Fiscalía, cayó (literalmente) en Tumbes. Es amigo de los Bucaram y está relacionado con los casos de corrupción en los hospitales del IESS
Dalo Bucaram, amigo del prófugo
Dalo Bucaram, conectado por Facebook Live desde Miami, sabe perfectamente quién es la periodista a la que tiene que sacarse de encima. Dayanna Monroy, de Teleamazonas, no ha parado de importunarle con preguntas incómodas desde que empezó su rueda de prensa virtual. En un primer intento por detenerla, le da a entender sutilmente (con la sutileza de los Bucaram, en todo caso) que está preguntando demasiado: “Enésima pregunta”, le dice. Luego se enfrasca en una discusión inútil y le pide que no se meta en temas personales.
¿Cuáles temas personales? Uno de ellos tiene que ver con la identidad del dueño de la casa en que se aloja. “He estado en la casa de dos amigos que me han prestado, no tengo autorización de mis amigos para decir que he estado en sus viviendas, que es donde me he estado quedando”, se da vueltas Bucaram. Monroy quiere saber si la casa es del prófugo de la justicia Daniel Salcedo, a quien él dice haber “conocido como hombre honesto”, de quien reconoce que es su amigo, que lo ayudó en su campaña electoral y que hoy “está siendo perseguido sencillamente por tener amistad conmigo”.
-O sea que sí podría ser la casa de él -insiste Monroy-.
-Siguiente pregunta -elude Bucaram poniéndose superserio y olvidando que, en Estados Unidos, comprobar la propiedad de una vivienda es tan fácil como hacer un clic-.
¡Ay, el imperio! Si tan solo conjugara el confort que ofrece a los hombres de negocios con un razonable nivel de opacidad en el manejo de la información pública… ¡Sería perfecto! Para la siguiente edición de su noticiero, Dayanna Monroy ya tiene su respuesta: sí, Bucaram se hospeda en la casa del prófugo. Ahí recibe la visita del socio del prófugo, su hermano Michel, quien decidió, cuando estalló el escándalo, poner tierra de por medio antes de que las aguas se enturbien. ¿Por qué se fue Michel Bucaram? “Vino a visitarme -explica Dalo- porque la sangre llama a la sangre”. Bíblico. Telúrico. Personalísimo.
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Daniel Salcedo Bonilla es el prófugo de la justicia más famoso de la cuarentena, lo cual no es decir poco. Apareció en las pantallas de televisión a fines de marzo, cuando se dio a conocer el primer escándalo de corrupción relacionado con la emergencia sanitaria, aquel de las mascarillas N-95 compradas con sobreprecio para el hospital Teodoro Maldonado. A partir de entonces, prácticamente no ha habido caso investigado en el IESS por la Fiscalía (y los ha habido día por medio) en que su nombre no volviera a sonar. Una eternidad y cincuenta escándalos más tarde, quien parece ser el hombre clave de la estructura de corrupción en los hospitales de la seguridad social ecuatoriana, amigo y socio de la familia Bucaram, se encuentra por fin en la puerta del horno.
Hay que verlo en las fotografías de las redes sociales: joven y apolíneo, con barbita a la moda y músculos de diseño, informal y bien producido, con camisetas de marca y zapatillas de 500 dólares, con casa de 600 mil en el barrio más bacancito de Miami, con el último gadget tecnológico en la mano, posando en piscinas, mansiones, hoteles VIP, haciendo alarde de sus relaciones, los políticos, las celebridades, las modelos… Daniel Salcedo Bonilla, imagen del millennial exitoso, carne de comisaría, típico espécimen que termina cayendo por pavoneos palurdos y gaznápiros como el de subirse a la avioneta equivocada para irse de farra con la amigüi reina de belleza a festejarle el cumpleaños en… ¿Máncora?, mientras le persigue toda la Policía ecuatoriana y su careto aparece en todos los noticieros.
¿Qué van a hacer ahora los notables cuya suerte depende de su silencio? ¿Podemos confiar en el Daniel?, se estarán preguntando ahora mismo. ¿Tendrá Salcedo Bonilla el coraje y la fuerza de voluntad para mantenerse callado y afrontar, él solo, las consecuencias de sus actos? De alguien como él ¿se puede esperar que sea fiel a sus amigos? ¿O terminará vendiéndolos a cambio de ventajas judiciales? Qué miedo, ¿no?
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No había recibido tanta atención mediática desde los tiempos en que era ministro de Abdalá Bucaram y le cayó a puñetazos a su secretaria. De eso ya van a ser 25 años. Que la emergencia sanitaria por el coronavirus haya significado un nuevo e inesperado cuarto de hora de fama para Alfredo Adum, hombre de negocios, amigo íntimo de Abdalá Bucaram y político roldosista por antonomasia, no se debe a una casualidad sino a una biografía labrada a pulso.
Primero fue el tema de la educación de sus hijos, de la que hizo alarde en un público jalón de orejas. Era la primera semana de mayo, cuando el desarrollo de la pandemia en Guayaquil se encontraba en su peor momento. Hijos, nueras y nietos de Adum llegaron de Estados Unidos y decidieron pasarse por el forro el periodo de aislamiento obligatorio. Porque sí. Porque son ellos. Salió el exministro de Bucaram a poner orden por el Twitter. “Les he ‘ordenado’ que regresen al hotel a continuar la cuarentena”, dijo sacando pechito: “Que afronten las consecuencias”. Quizá si de chiquitos les hubieran enseñado a ser ciudadanos responsables, no sería necesario jalarles las orejas de mayores.
Vuelta de tuerca: también son hijos de Adum los administradores de la compañía Granjas Marinas Doble A, a cuyo nombre se encuentra registrada la avioneta en la que Daniel Salcedo Bonilla ingresó ilegalmente a Perú y se accidentó el lunes en Tumbes. Daniel Salcedo, buscado por la justicia en relación con la corrupción en los hospitales, el que colaboró en la campaña presidencial de Dalo, hijo de Abdalá, amigo íntimo de Adum; Abdalá, en cuya casa en Guayaquil encontró la Fiscalía decenas de cajas de medicinas iguales a las que compró con sobreprecio el hospital Teodoro Maldonado; el hospital Teodoro Maldonado, cuyo jefe de compras públicas era Jorge Henríquez, asambleísta alterno de Gabriela Pazmiño, esposa de Dalo, hijo de Abdalá, amigo de Adum; Henríquez, cuya analista de compras en el Teodoro Maldonado era Carla Cárdenas, esposa de César Rodríguez, quien se acaba de accidentar en Tumbes junto con Daniel Salcedo, el amigo de Dalo y socio de Michel, los hijos de Abdalá, amigo de Adum. Ese Daniel Salcedo.
¿Qué dice Adum? Que le robaron la avioneta. ¿Quién? “Un tal Daniel”.
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