Instantáneas coronavíricas: Mendoza va a hablar, hagan canguil
El asambleísta preso quiere ser colaborador eficaz. Fiscalización pierde autoridad moral para fiscalizar. Orlando Pérez hace propaganda con plata pública y la llama periodismo
Noches de insomnio o pesadilla
Insomnio en las altas esferas del poder: Daniel Mendoza quiere delatar. ¿A alguien le sorprende? Nomás hay que ver el perfil del angelito: se hizo rico antes de cumplir los 30, así que tiene apuro; se sirvió del terremoto para hacer negocios, así que no tiene escrúpulos; llegó a la Asamblea con el correísmo, se quedó del lado donde estaban los contratos y terminó con partido propio, así que no es fiel sino a sí mismo. Personajes así, cuando caen, cantan. La colaboración eficaz con la Fiscalía planea sobre el horizonte y hay gente que ya no puede dormir por las noches.
Daniel Mendoza pide a la Fiscalía ampliar su versión
Leer másEn las fotos del matrimonio de Mendoza que circulan por las redes sociales, el presidente Lenín Moreno, invitado de excepción, aparece con la bondadosa sonrisa de quien confiere al anfitrión el honor de su presencia. ¿Se dio cuenta de que el costo de la fiesta excedía las capacidades de pago de un asambleísta honesto? ¿Le rechinó? ¿Le pareció normal? ¿Viaja el presidente a todos los matrimonios a los que le invitan? ¿A cuáles no? ¿A cuáles sí?
Radiante Mendoza de frac y pajarita, ‘boutonnière’ en la solapa, la parada completa, posa junto al poder, que le sonríe: Lenín Moreno y quien por entonces era su factótum, Santiago Cuesta, sentados; él, de pie tras ellos, apoya la mano derecha sobre el hombro derecho del primero, la izquierda sobre el hombro izquierdo del segundo y componen los tres una imagen de tan perfecta simetría que solo falta que el personaje que aparece junto a ellos sea Jean Benavides, asesor, testaferro quizá.
La verdad, lo que todo periodista que cubre fuentes parlamentarias supo a ciencia cierta, es que Santiago Cuesta movió cielo y tierra para que Mendoza fuera presidente de la Asamblea, contra la voluntad de María Paula Romo, ministra de Gobierno, que quería (y consiguió) poner a César Litardo en ese puesto. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué perdió Mendoza? ¿A cambio de qué? Pronto se sabrá. Mendoza va a delatar, hagan canguil.
Una Comisión venida a menos
El caso del hospital de Pedernales y Daniel Mendoza, miembro del selecto club de investigados que se hicieron ricos con la contratación pública, pasó al conocimiento de una subcomisión de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional. ¿Por qué una subcomisión y no la Comisión? Porque la Comisión cuenta entre sus miembros a Daniel Mendoza. Parece chiste. Como él está preso, su lugar le corresponde al angelito que tiene por alterna: Pinuccia Colamarco. Fue ella la encargada de dar la cara y el voto (Mendoza no se atrevió) para salvar el pellejo de la presidenta del CNE, Diana Atamaint, que al parecer sabe retribuir muy bien estos favores. Así que la Comisión está descalificada para este y otros fines y no es raro que haya propuestas (una de Fabricio Villamar, por ejemplo) para reestructurarla.
“Subcomisión no puede investigar a Mendoza”
Leer másMal huele la Comisión de Fiscalización de la Asamblea. No solo cuenta ahora con Pinuccia Colamarco entre sus miembros. También se encuentra ahí Karina Arteaga, oficialista acusada de cobrar diezmos a sus subalternos y con un proceso penal por gestión de cargos públicos por delante. Y si de la presidenta de la Comisión, Johana Cedeño, se dice que pertenece al grupo de afines a Mendoza, al vicepresidente Eliseo Azuero se lo ha vinculado con el reparto de contratos públicos. El portal Periodismo de Investigación habla de 2 millones en contratos de demolición tras el terremoto de 2016 y 10 millones en contratos en el campo petrolero para empresas de familiares suyos.
“Lodo con ventilador”, dice en su defensa el legislador del BADI (Bloque de Acción Democrática Independiente, pomposo nombre para una colcha de retazos). Azuero se pregunta qué tiene que ver él con el hecho de que sus hermanos y sus hijos tengan empresas que hacen contratos con el Estado. Él quiere que lo dejen seguir fiscalizando hasta que haya una sentencia ejecutoriada en su contra. Tal cual. Lo mismo que pedía Jorge Glas. Igualito.
Corrupción es... Usar bienes públicos en provecho propio
Orlando Pérez estudió periodismo en Cuba, que es más o menos como estudiar oceanografía en Bolivia. Peor, porque en Bolivia nadie se engaña con respecto a eso de tener o no tener océano. En Cuba, en cambio, los únicos periódicos que circulan, el Granma y el Juventud Rebelde, son los órganos oficiales del Partido Comunista y de las Juventudes del Partido Comunista, respectivamente, y a eso le llaman periodismo. Así lo aprendió Pérez y a eso se dedica. Con plata pública.
El contribuyente ecuatoriano le paga un sueldo mensual para que él convierta a Pichincha Universal (la radio público del Consejo Provincial de Pichincha, donde ocupa el cargo de gerente), en el Granma de Paola Pabón: el órgano oficial del correísmo. Esta semana se jactó de ello en un foro virtual, dirigido a sus camaradas, sobre un tema del que lo sabe todo: ‘Fake News’.
Instantáneas coronavíricas: “Ellos” y “nosotros” son los mismos
Leer másHabló Pérez sobre los desafíos de lo que él llama periodismo frente a las elecciones presidenciales que se avecinan y abogó por un frente mediático unido y coordinado. “Dispersos como estamos no vamos a poder alcanzar el éxito que requerimos porque no hay la fortaleza suficiente de la expansión y la concentración de estrategias comunicacionales válidas y necesarias en estos momentos claves”, dijo con su exquisito estilo para engañar iletrados.
Puso como ejemplo lo que ocurrió la semana anterior con ese documento forjado (‘Fake News’) en el que aparece la supuesta lista de asambleístas comprometidos con el reparto de los hospitales: “La base -dijo- fue ElEstado.net, luego Radio Pichincha, pero no hay un trabajo coordinado que me parece que es necesario en estos momentos”. En otras palabras: Pérez aboga por aquella estrategia que su propia ley de comunicación (por fortuna ya derogada) tipificaba como linchamiento mediático. Con cuánto candor confiesa aquello que antes perseguía y nunca pudo demostrar. “A veces -reclama- un tuit no es ni siquiera reproducido por todos nuestros compañeros. Y cuando se hace una denuncia desde un medio hace falta llamarles, por favor difundalán” (sic). Para eso pagamos el sueldo de este señor: para que coloque a un medio público a la cabeza de una estrategia de trolls y militantes al servicio de los intereses electorales de su partido. Corrupto, ¿no?