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Emergencia carcelaria 2020
Control. Apenas un año después, el Ejército vuelve a las cárceles.EXPRESO

Instantáneas coronavíricas: Los presos al hoyo y Dalo a Miami

Con una declaratoria de emergencia anual en las cárceles, los presos se matan un poco menos. Dalo Bucaram, en cambio, está libre y hace reír al mundo desde su exilio dorado.

Cárceles: Lenín les echa otro parche

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Moreno decreta el estado de excepción en las cárceles

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El gobierno de Lenín Moreno parece haber encontrado la fórmula perfecta para administrar las cárceles del país: declararlas en estado de emergencia cada 14 meses, cuando los presos empiezan a matarse unos a otros. La emergencia anterior fue de mayo a julio de 2019. La de este año 2020, decretada en agosto, se extenderá hasta octubre. Quizás en noviembre de 2021 el nuevo presidente se convenza de que tiene que repetir, que no le queda de otra.

Es útil contar con alguien que hable bonito. Alguien como María Paula Romo, capaz de decir sin inmutarse: “En el Ecuador hay un profundo problema penitenciario que tiene que ver con el diseño, con el modelo, con reformas legales, con recursos, con hacinamiento”. Tigre para un diagnóstico, la ministra de Gobierno suelta perogrulladas monumentales con la solvencia de quien acaba de poner la pica en Flandes. Eso le permite disimular la pobreza de las políticas reales. Describe el problema con tanta enjundia que puede escamotear la solución sin que nadie se dé cuenta: “El estado de excepción -dice de inmediato- va a atender específicamente algunos temas de seguridad”. Es decir: no los profundos problemas de diseño, de modelo, de reformas legales, de recursos y de hacinamiento. Esos quedarán, lo mismo que el año pasado, intactos. Hasta el año próximo.

El estado de excepción sirve apenas “para controlar a las mafias”, según el presidente; para “aislar a las personas que tengan un comportamiento más violento”, según la ministra de Gobierno; para “mantener separadas a las personas que no quieren aceptar el ofrecimiento de rehabilitación del Estado”, según el director de cárceles, Edmundo Moncayo. Acciones cuyos efectos, como se ha visto, duran poco. Parches, en suma.

“Nos comprometemos a fortalecer lo que no está fallando”, despacha Moncayo sin especificar, porque no hay dónde. ¿Acaso hay algo que no esté fallando en las cárceles? Sí, una cosa: la emergencia anual. Exacta como un reloj.

Dalo Bucaram en CNN
Entrevista. Más víctima que Mandela, más santo que Cristo. Es Dalo.EXPRESO

La caricatura de Dalo pasó por CNN

Extractos del diálogo que mantuvo Camilo Egaña con Dalo Bucaram la noche del miércoles, en CNN:

-Señor Bucaram, usted es, técnicamente, un prófugo de la justicia.

-Los tecnicismos no son parte de la realidad de la vida.

-Pero, ¿cómo se siente al respecto?

-Como se deben haber sentido Mandela, Gandhi…

-En las redes se ve que hay un profundo desprecio por la familia Bucaram en su país.

-Nadie fue más despreciado que Jesucristo...

Cuando un prófugo de la justicia, acusado de pertenecer a una estructura mafiosa familiar que trafica medicinas en tiempos de crisis sanitaria, se presenta a una entrevista en ese plan, el entrevistador tiene dos alternativas: o lo manda al diablo con toda cortesía (que es lo que probablemente habría hecho Fernando Del Rincón) o se relaja, lo disfruta y nos hace reír a todos con la caricatura que tiene por delante. Camilo Egaña es hombre de sangre liviana, así que optó por lo segundo.

-Es usted muy audaz -dijo con la sonrisa de oreja a oreja-. Se ha comparado con Mandela y con Jesucristo.

-Eeeh…, pe… mmm…

Abdalá Bucaram graba un mensaje en video

Instantáneas coronavíricas: La mafia de las medicinas mata

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-Gracias, señor Bucaram, buenas noches.

Con agenda internacional llegó Dalo a CNN. A contar que en los próximos días presentará una petición ante la CIDH para que detengan la persecución del gobierno contra su familia. Y que pedirá asilo político en Estados Unidos. Con un argumento: que a su padre lo quieren matar. ¿Tiene pruebas?, pregunta Camilo, “porque le van a dar un portazo en la cara”. Y, tras dos o tres minutos de delirios: “Me queda claro que no tiene”.

Que contra ellos tampoco las hay, se empeña Bucaram. “No hemos vendido ni una pastilla a los hospitales. Lo que encontraron en la casa de mi padre eran pruebas para el COVID, que tenía todo Guayaquil”. Sí, eso se vio en televisión: había cajones y cajones de esas pruebas. Llenaron un camión. ¿Quién no tenía dos o tres gruesas en la sala de su casa cuando arreciaba el virus?