Intocables con poder
Hubo una época en Ecuador, reciente y que perdura, en la que el máximo responsable nacional vivía y gestionaba con la absoluta tranquilidad de saberse vacunado contra el castigo. Aún hoy, la cabeza gestora de la última década permanece inmune ante los envites de la Justicia. Permanece fresca en el acervo social la idea de que hay autoridades inalcanzables.
El cambio de mando prometía levantar ese velo y desvanecer la coraza de todos. Desnudar a los altos mandos y dejarles con la única protección con la que cuenta el ciudadano de a pie, la del proceso judicial, y sin privilegios. Pero las buenas intenciones duraron tanto como tardó el primer llamado a rendir versión al jefe de Estado. En el controvertido caso originado con la detención en Londres del ‘hacker’ más conocido del mundo y de su presunto aliado en territorio nacional, tres máximas autoridades debían colaborar con la Fiscalía. Para ayudar a hacer justicia, se entiende. Para garantizar la seguridad cibernética nacional. Pero no fueron. Un papel representó todo lo que tenían que decir. Y ahora preocupa pensar que pueda haber, de nuevo, ecuatorianos intocables y con poder. Da miedo echar la vista a dos años atrás.