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El invierno acentúa el deterioro de la infraestructura educativa en Ecuador
Docentes y padres denuncian paredes y techos cuarteados, tuberías averiadas, pizarras y salones desactualizados
Temor y ansiedad, este es el sentimiento que invade a los educadores de Guayaquil y cantones vecinos como Durán, que ante la llegada de las lluvias, les preocupa que la infraestructura de las unidades educativas en que imparten clases, ceda, o acumule más daños, que con el tiempo podría causar su colapso de no ser atendida.
Este panorama, que se repite cada invierno, obliga a los docentes a solicitar mejoras a las autoridades locales durante la temporada de vacaciones; pedidos que jamás llegan a ser atendidos. Por esta razón, se han visto obligados a depender de sus ingresos y a solicitar contribuciones a los padres de familia una vez iniciado el nuevo período escolar.
Estragos de la lluvia en la enseñanza
Ahora, debido a esta situación, un total de 215 instituciones se han visto obligadas a trasladar las clases de presenciales a virtuales por el riesgo al que están expuestas. No obstante, Hilario Beltrán, ex dirigente de la Unión Nacional de Educador (UNE) en Guayas, atribuye este riesgo al olvido que sufren las unidades educativas en la provincia. Además, revela que el 90 % de las instituciones en la provincia arrastran daños estructurales desde hace más de 10 años, los cuales no han sido atendidos.
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Más de un colegio del Puerto Principal enfrenta problemas similares, como paredes, techos y pilares agrietados, sistemas higiénicos obsoletos y desbordados, descuido de las zonas verdes, daños en pizarras e incluso sistemas desactualizados en las clases de informática y ciencias.
Ante esta situación, el cuerpo docente se ha visto obligado a recurrir a los padres de familia, quienes mes a mes deben aportar entre 1 y 10 dólares por estudiante. Estos fondos se destinan a realizar reparaciones urgentes y a la compra de materiales esenciales, como pizarras, ventiladores e incluso proyectores, para mejorar las condiciones de enseñanza.
“Recaudan mes a mes dinero para reemplazar instrumentos que muchos de ellos se dañaron durante el invierno, pues la lluvia se metía en varios salones y dañaba las pizarras y ciertos implementos eléctricos como proyectores. A los padres nos piden que aportemos ciertas cantidades para poder contar con los materiales adecuados para que nuestros hijos aprendan, porque ni el colegio ni las autoridades tienen presupuesto para cambiarlos”, detalla Inés Baldeón, madre de familia, cuyo hijo antes estudiaba en la unidad educativa Agustín Castro Espinoza, en Flor de Bastión, y que por estos problemas, lo cambió de plantel.
Contribución de los padres de familia
En cambio, Fabiola López, madre de familia con un hijo que asiste al colegio Aguirre Abad, detalla que las paredes y el techo se han deteriorado, y el mantenimiento, hasta la fecha, sigue sin llegar. “Hemos comprado cemento, materiales de construcción y demás, con tal de que nuestros hijos tengan un ambiente digno, pero en serio necesitamos que el Estado trabaje como se debe, porque no siempre podremos apoyar; no pueden quedarse de brazos cruzados”.
Sin embargo, el Ministerio de Educación (Mineduc) detalla que ha ejecutado varias acciones, como el fortalecimiento de los sistemas de alerta, la publicación de geovisores, la actualización constante de los niveles de susceptibilidad a nivel nacional y las directrices sobre cómo actuar ante una emergencia por las lluvias. Además, se distribuyeron kits de emergencia.
Incluso con todas estas medidas, la ciudadanía considera que sigue sin abordarse las necesidades en infraestructura que tanto se han solicitado.
EXPRESO solicitó una entrevista con un vocero del Mineduc para conocer, ante esta situación de abandono que denuncian los educadores y padres de familia, qué acciones tomarán para cumplir con estas exigencias y por qué no lo han cumplido aún. Pero hasta la publicación de este reportaje no hubo respuesta.
Mientras tanto, los padres de familia seguirán con el temor de un colapso repentino de las unidades a las asisten a sus hijos, sea durante el invierno, o en época seca.
“Permiten que los niños vayan a clases a sabiendas de que los pilares están dañados o que hay alas del colegio inhabilitadas, y que en cualquier momento pueden colapsar. Esto es inaudito y debe ser atendido ya”, comenta Indira Briones, quien inscribió a su hijo en la escuela fiscal Emilio Clemente Huerta, institución que tiene un ala sin utilizar desde hace más de un año debido a un daño estructural que sufrió durante un sismo.
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