Una izquierda regional pragmática

Solo. Así se encuentra el presidente venezolano Nicolás Maduro en América del Sur, sostienen expertos en política internacional consultados por EXPRESO. Para ellos, el actual enfoque ideológico de los jefes de Estado de la región es más pragmático que dogmático, acorde a los tiempos.

Si hasta el 2023, Luiz Inácio Lula da Silva y Gustavo Petro, presidentes de Brasil y de Colombia respectivamente, apoyaron y defendieron a Maduro, ahora sus relatos cambiaron. Hoy por hoy, sus discursos se alinean al del gobernante de Chile, Gabriel Boric. ¿Por qué?

Una de las razones es porque el Socialismo del Siglo XXI que promulgaron años atrás perdió fuerza con las nuevas figuras que emergieron tras los fallidos regímenes de esta visión, expresa Luis Bustamante, abogado, experto en relaciones internacionales y en diplomacia. “El nuevo orden de poder es de derecha; en Ecuador, Paraguay, Argentina y quizás EE. UU.”.

Pero también porque ahora hay una diversidad de izquierdas, las cuales buscan diferenciarse del modelo Castro-chavista, analiza Juan Pino, politólogo colombiano y docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede Ecuador. Esto, porque ese modelo ha perdido legitimidad, ya que ha sido asociado a formas restrictivas y dictatoriales, explica Ivonne Téllez, especialista colombiana en Derecho Internacional y docente de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

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Este tema ha sido reflexionado por la filósofa estadounidense Susan Neiman, ilustra Claudio Elórtegui, director de la Escuela de Periodismo de la Pontifica Universidad Católica de Valparaíso. En su libro ‘Izquierda no es woke’, plantea que la izquierda contemporánea ha dejado de lado los ideales universales y que esta sensibilidad ‘woke’ ha modificado y transformado la política de la izquierda en una lucha de característica más trivial por el poder.

En definitiva, Neiman traza un sentido más pragmático de la política, revela Elórtegui, ya que por un lado el mundo puede derivar en la necesidad de visibilizar las luchas identitarias, pero por otro, las elecciones se ganan con el voto popular.

Es así como, añade Pino, ahora Petro y Lula han preferido mostrar que tienen un carácter más civilista, sin interés de replicar ese modelo, sino de tener una visión más pragmática.

Si en mayo de 2023, Lula sostuvo que en contra de Venezuela se había construido una narrativa de antidemocracia y autoritarismo, el mes pasado, se unió a la crítica de Boric y Lacalle. Asimismo, Petro.

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 En 2022, invitó a Chile, Ecuador, Bolivia y Perú a que “acepten el reintegro de Venezuela a la Comunidad Andina”. Pero ante las palabras de Maduro, en la que tildó a sus pares de “izquierda cobarde”, Petro respondió que “no hay izquierda cobarde. Hay la probabilidad de, a través de profundizar la democracia, cambiar el mundo”.

Esta desvinculación también se debe al rompimiento del acuerdo de Barbados, firmado en octubre pasado, indican los expertos. Lo que no es rentable en este momento, para ellos, apoyar ese régimen, a pesar de una cercanía ideológica. 

Además, de que son políticos con mayor experiencia y están claros en cómo deberían ser su rol para alcanzar un liderazgo internacional dentro de una izquierda democrática, dice Elórtegui.

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