Esparcimiento. Aparte de una extensa playa, Jambelí cuenta con un museo sobre la fauna marina.

Jambeli, una playa que surge tras los oleajes

Con mingas, los comuneros lograron recuperar el lugar y volverlo atractivo. Acoge a 6.000 visitantes los fines de semana.

Son las 08:00 y Francisco Bustamante llega al muelle de cabotaje de Puerto Bolívar. Junto a su esposa y sus dos hijos hace fila para comprar un tique que los traslade hasta la isla Jambelí. El objetivo es disfrutar un día de playa, aprovechando de las vacaciones del padre de familia.

Va con muchas interrogantes, pues ha leído en las noticias que Jambelí ha sido destruido por los oleajes. Pero él va a comprobarlo personalmente. En un viaje de 25 minutos, disfruta de los manglares y pelícanos que hacen atractivo el trayecto. Al llegar a la playa nota que ha cambiado desde la última vez que la visitó, hace siete años. “No está tan mal como dicen”, comenta Bustamante.

Y es que, el año pasado, este lugar turístico sufrió severos daños por un aguaje. Pero, los propios comuneros se encargaron de rescatarlo y ahora recibe a cientos de turistas provenientes de El Oro y Azuay.

Marco Pezo recuerda que en el 2016 y 2018, enormes olas causaron daños en el malecón y en inmuebles cercanos a la playa, entre ellos algunos comedores. “Eso ha quedado en el pasado, ya que ahora el balneario luce recuperado y limpio”, asegura el comunero.

Jambelí está lista para recibir a más de 6 mil turistas cada fin de semana. Solo la ‘Rafael Morán Valverde’, una de las 3 cooperativas de botes de la zona, contabiliza 1.200 boletos vendidos.

Hoteles, restaurantes e isleños que se dedican al alquiler de carpas se encuentran a la espera de los miles de turistas que llegarán a la playa. Son 21 ‘carperos’ los que operan a lo largo de la costa. Cada uno de ellos cuenta con 10 carpas. El alquiler de cada una, cuesta $ 10, incluido un parasol.

Pese a que hay poca infraestructura hotelera, Jambelí cuenta con edificaciones pequeñas que tienen una capacidad para hospedar hasta a 400 personas. Los comuneros han adecuado cabañas con literas para atender la demanda.

El alquiler de cada una tiene un valor de entre $ 15 a $ 30, dependiendo de su capacidad.

Son 40 los locales en el islote entre comedores, discotecas, bares y tiendas, que ya se encuentran adecuados para atender a los clientes.

María Pérez, una turista que llegó desde Piñas, comentó que le gusta la playa porque es muy tranquila y limpia. “Hace tres años la visité. Entonces estaba un poco maltratada y descuidada, pero ahora me sorprendí, la veo diferente y con ese muro de escollera que han puesto no se corre mucho peligro”.