José Victoriano Ochoa, el guardián de los socavones de Zaruma
Es el activista que se jugó el todo para defender el casco urbano de la minería. Ha visto hundirse insignes símbolos de su infancia. Teme por su casa.
El edificio de la escuela La Inmaculada tenía 102 años cuando se hundió, en 2016. Al enterarse José Victoriano Ochoa de esa herida que abría la minería ilegal en su natal Zaruma, se recordó de niño, corriendo en los alrededores, mientras su abuela y su madre atendían el puesto que tenían en el mercado que está justo al frente de la zona donde funcionaba ese centro educativo, en la hoy tristemente conocida ‘zona cero’.
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Leer másHabía una botica y un comedor popular adonde se escapaba cuando el menú de la familia no le convencía. “Sentí mucho ese socavón. Sentí nostalgia de algo que se perdía, que era mío. Mi hermana estudió allí. Sentí impotencia”, cuenta.
Ochoa es el activista que ha luchado contra la minería ilegal más nombrado de Zaruma, ciudad en la que ha sido desde lustrabotas hasta jefe de personal del Municipio. Ganó protagonismo al defender una causa propia, pues el socavón que acabó con la escuela donde estudió su hermana no fue la primera secuela de la minería en zona de exclusión. Su casa, próxima al centro histórico hoy en peligro, tiembla por las noches, cuando dinamitan en subsuelo.
En 2017, además, vio cómo evacuaban el Hospital Básico Humberto Molina, que empeoró sus fisuras por la minería tras en un sismo de ese tiempo. “En ese lugar, en cambio, murió mi abuela. La minería se me lleva los recuerdos”, dice.
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Leer másDesde 1994, con sus primeras protestas, grita al mundo que “arden los socavones”, una frase convertida ya en eslogan en su cuenta de Facebook, donde comunica cada acción ejecutada en pro del cantón y contra la minería ilegal, así como cada hecho nefasto que esta arrastra, como el del pasado 15 de diciembre, que dejó desalojados 80 hogares del centro.
Ese día, a solo minutos de la noticia, compartió, a las 19:29, su primera publicación; pero es Pepe Ochoa, el hombre que ha anunciado durante años los peligros a los que se atenía su tierra por este tema, así que, exactamente cuatro post y 13 minutos después, ya estaba transmitiendo en vivo desde el lugar, solo, con su celular y la energía que le permiten sus 65 años.
En el live, de diez minutos 31 segundos, cuenta, eufórico, que la casa que está a punto de colapsar “es mixta, de tres pisos; grande”. Dice también que este es el resultado de la minería ilícita”.
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Leer másAllí recordó el hundimiento de la Inmaculada y con él, su infancia, el agachadito aquel donde comía, el puesto del mercado y a su hermana en uniforme. Un colapso se oye al fondo. “Lo hemos anticipado. Sí, señores. Lo anticipamos. El centro de la ciudad se hunde”, dice Pepe, agitado, con la cámara temblorosa, evadiendo a policías que lo echan, en una publicación que comparte solo para sus amigos y que, a la fecha, tiene más de 70 reacciones.
Pero no solo grita en redes. A lo largo de los años ha oficiado innumerables denuncias a las autoridades, participado en mesas técnicas y plantones y coordinó la veeduría ‘Un Zaruma para todos’, junto con otros actores del cantón. Hoy, además, es presidente del Comité Comunitario de Gestión de Riesgos de su barrio.
“Su lucha ha sido ardua. Creo sinceramente que su pelea es justa. Es uno de los defensores de Zaruma. Es cierto que ha militado en la izquierda; pero en este momento no es un perfil político. Es un luchador. Puso denuncias con su nombre y eso no lo hace cualquiera”, dice sobre Ochoa Luis Rubio, arquitecto y comunicador local.
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Leer másEl geólogo Édgar Granda, que trabajó con él en la veeduría, también lo mira así. “Lucha por su barrio, por la inseguridad del subsuelo. Su casa se encuentra en alto riesgo, pues la veta que están explotando pasa por su sector”, cuenta.
Pepe nació el 12 de marzo de 1956. Reconoce que esta lucha de casi tres décadas repercute con los años en su vida. “Por los corajes, ya he tenido problemas del colon; pero me recuperé bonito para seguir luchando. El trajín cansa, la diabetes cansa, pero me mueve la historia de Zaruma. Es mi ciudad, lo más lindo del mundo”. Es su ciudad y en las profundidades de su alma, confiesa, teme verla convertida en un pueblo fantasma.
A las autoridades les pido que eviten que Zaruma se convierta en uno de esos pueblos fantasmas que han sido devastados por la minería ilegal, que la salven.
La experiencia de estos años le enseñó lo peor de la minería irresponsable: los conflictos e intereses que levanta, los peligros que representa, la huella de la contaminación, la destrucción, el lavado... “Abajo, en los socavones, en vez de trabajar con la cuña y el combo, llevan metralla y fusil. La minería ilícita es criminal”, sentencia.
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Leer másEl periodista Andersson Boscán, que lo entrevistó para EXPRESO en 2014, para un especial sobre contaminación minera, lo recuerda como un hombre muy apasionado. “Tenía mapas y archivos. Era evidente que ha dedicado muchos años de su vida en esta lucha. De verdad quería que lo escucharan; pero nadie parecía prestarle atención”.
Con el más reciente socavón, sin embargo, José Victoriano Ochoa siente que algo cambió. “No sabe lo satisfactorio que es escuchar a personas que me tachaban de exagerado decirme: ‘Pepe, has tenido razón’. Resulta que ya no soy un reclamón, un alarmista”.
Su esposa, Marlene de Jesús Pineda, tiene muchos quilates en este andar. “El sufrimiento que he tenido con ella en este tema es el aprendizaje de ahora, ese que nos permite a usted y a mí conversar”, reconoce.
Luchar lo alienta. “Los delato, repudio su crimen, su mafia minera. Me desahoga. Si no lo hiciera, ya no estuviera aquí”. Lo que le queda, dice, es dejar un buen legado y el mensaje de que hay que perder el miedo.