A diario, hasta alrededor de las 09:00, la temperatura en la ciudad oscila entre los 20 y 21 grados.

“Solo falta ver en Guayaquil al hielero del Chimborazo”

Habituados al calor, el frío de la noche y madrugada ‘congela’ a los porteños, que se lo toman con humor. El Inamhi dice que sí es más intenso de lo usual.

“No sé qué ha pasado con Guayaquil, que más parece que viviera en el páramo. El viento me estremece, duermo con tres colchas, no salgo sin medias, me duelen los huesos. Es como si la ciudad se hubiera tomado en serio aquella frase tan nuestra de ‘pongamos el aire en 16 grados para morirnos de frío’”, relata Carlos Andrade, habitante de la ciudadela Urdesa Norte, mientras se dirige a su trabajo cubierto en una chompa de lana.

Como Andrade, quien reconoce haber llegado a tiritar más de una vez a causa del clima, piensan otros guayaquileños. “Por cómo andamos, aquí solo hace falta ver a Baltazar Ushca (el último hielero del Chimborazo) caminando por nuestras calles. Y es que hace tanto frío, que hay hasta neblina”, asegura Irene Zumba, residente de la ciudadela El Paraíso, donde al igual que en vía a la costa se observa una bruma inusual que cubre los cerros.

“La temperatura está más baja que otros años. Y siempre en las noches”, piensa. Y no se equivoca.

Según explica Boris Malavé, técnico del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), basándose en los reportes de agosto y lo que va del mes, si bien entre las 07:00 y las 19:00, las temperaturas máximas fluctúan entre los 28 y los 31 grados centígrados; las más bajas, durante las doce horas siguientes, alcanzan hasta los 18 grados centígrados. Sintiéndose incluso una sensación térmica aún más baja, de 16 o 17 grados.

“Este año la temperatura está por debajo de los valores normales esperados, que otras veces ha sido de 21 grados como mínimo”, precisa. Según Malavé, esto se da por la interacción de la corriente de Humboldt, “que es muy fría”; y la APS Alta semipermanente del Pacífico Sur, que es un sistema de alta presión compuesto por aire frío y seco. Lo que da cabida, además, a la brisa marina.

De allí que se siente más viento en las zonas cercanas al río Guayas o al estero Salado, especifica. En Puerto Hondo, donde existe un ramal del estero, al igual que en el sur, “sobre todo en la zona del Trinipuerto”, la temperatura que se refleja es la mínima (18).

Julián Delgado, quien vive en la ciudadela La Pradera 3, situada en el sur, ha sentido los efectos de vivir cerca del estero.

“Si no fuera por las paredes de las fábricas que nos tapan, permaneceríamos congelados. Por las mañanas resulta hasta imposible salir a comprar el pan. Pero no me quejo. Es distinto nada más, pero se siente bien”, agrega, asegurando que ahora se baña con agua hirviendo. “No tibia, ni caliente..., hirviendo”.

En el malecón Simón Bolívar, donde la noche del martes EXPRESO observó familias enteras abrigadas de pies a cabeza; los residentes, sin embargo, no han evitado salir. De hecho Santiago Rueda, quien vive en la calle Loja, visita con más frecuencia el lugar. “¿Tienen idea de lo que se siente subirse a los juegos que allí se encuentran? Es una locura. En la torre (que se eleva por unos 28 metros), sientes el frío en tu rostro. Por ratos hasta sientes que te echaras hielo encima”.

Según el promedio histórico del Inamhi, la zona del aeropuerto, cuya estación es la única que lleva el registro histórico del clima (el resto, lo reporta a diario); presenta las temperaturas más bajas de los últimos 30 años: 19 grados, uno o dos menos que el valor habitual.

Estefanía Albán, quien vive en la ciudadela La FAE, que colinda con esa área, es testigo de ello. Ella trota a diario a las 06:00 desde hace dos años y precisa que ahora, al menos desde la primera semana de agosto, ha reemplazado su licra por un calentador. “Llevo hasta guantes”, aclara.

En Twitter, donde los usuarios escriben a diario y cada vez más del clima de Guayaquil, Stéfano Chasin dijo incluso que no pudo culminar su caminata. “Hoy salí a trotar tratando de remontar los 5 kilómetros que estaba acostumbrado a recorrer, pero en pleno trayecto, a los 2 kilómetros, me agarró la altura. Qué frío hace aquí”, señaló.

Malavé indica que hasta octubre los guayaquileños experimentarán lo mismo. “En noviembre iniciarán los cambios. Diciembre, eso sí, será el mes de transición”, señaló.

Y aunque los ciudadanos han tomado el hecho de sentirse ‘congelados con humor, también hay quienes se quejan de pasar días enteros estornudando. “Tengo gripe todo el tiempo y me han vuelto las alergias. Quiero que vuelva el calorcito ya”, agrega Sandra Bermúdez, residente de la urbanización Puerto Azul, también en la vía a la costa.

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