Sobre “Golpe de Estado” en Bolivia

Señor director, la libre expresión no debe ser sinónimo de presentar hechos de acontecimientos que, como en el caso de Bolivia, fueron públicos y notorios, de forma subjetiva, y lo que es más delicado, suprimir sucesos que se dieron a la luz del día.

Lamentablemente, la señora Nelly Jaramillo, quien ha sido criticada por varios lectores del prestigioso Diario que usted, con todo acierto dirige, justamente por distorsiones de la verdad, en su editorial insiste en presentar que el señor Evo Morales fue víctima de la OEA, sin mencionar que esta entidad fue, en común acuerdo con el expresidente, la elegida para que independientemente verifique las denuncias de tantas irregularidades establecidas en el proceso de elección presidencial; tanto así, que el mismo señor Morales públicamente dijo ante el pueblo boliviano y el resto del mundo, que de encontrarse anormalidades que indiquen existencia de fraude, él llamaría a segunda vuelta.

Como es de conocimiento, la OEA emitió informe negativo del proceso mencionado, informe que por su trascendencia, tenía carácter de “vinculante”.

Tampoco en el escrito de la señora Jaramillo consta lo que ya fue observado en días anteriores por otro lector: que el exmandatario se burló de su pueblo al no acatar el resultado contundente del referéndum mediante el cual al susodicho se le negaba una reelección, con lo que la pobre Constitución pasó a ser invitada de piedra.

Según analistas entendidos en materia constitucional, no hubo golpe de Estado; y, en última instancia, sí lo hubo, pero en los términos expresados con acierto por el secretario de la OEA, señor Luis Almagro: “En Bolivia hubo un golpe de Estado el 20 de octubre, cuando Evo Morales cometió fraude electoral.”

Víctor Terán