El equipo de trabajo de la Universidad de South Florida (Estados Unidos) evaluando resultados del análisis a los cadáveres en exposición.

La “granja de cadaveres”, la peculiar tecnica de estudio forense

Varios cuerpos son expuestos a la intemperie; otros están en jaulas para evitar ser devorados por animales carroñeros.

Un equipo de medicina forense de la Universidad de South Florida (Estados Unidos) ha implementado una particular técnica para analizar cadáveres: colocar varios cuerpos sin vida a campo abierto para conocer cómo se descomponen y qué sucede en el ambiente que los rodea durante ese proceso, revela BBC.

La gente del sector la conoce como “la granja de cadáveres”, aunque los profesionales a cargo prefieren que se le llame “laboratorio de tafonomía”, que se define como el área que estudia lo que ocurre con un organismo luego de su muerte.

Al caminar por la zona llena de césped, ubicada en el condado de Pasco, parece una pradera común y corriente, pero al ir más allá de los matorrales empieza a llegar el hedor a podredumbre.

En el terreno, que tiene un poco más de 1 hectárea, hay 15 cuerpos humanos, todos desnudos, algunos encerrados en jaulas metálicas, otros enterrados, o cubiertos con un plástico azul y otros simplemente sin ningún tipo de protección.

Lo ideal para los investigadores es colocar los cuerpo a temperaturas mayores a 30º, en las que el aire sea húmedo y pesado.

Los cadáveres que hay en la granja de la USF corresponden a personas que antes de morir decidieron donar voluntariamente su cuerpo al campo científico. En otros casos, son los familiares de los difuntos quienes deciden entregar los cuerpos a los forenses.

Erin Kimmerle, directora del Instituto de Antropología Forense de la USF, justifica la técnica de colocar a los cuerpos en total exposición porque cree que lo mejor para el análisis es verlos en ambiente y tiempo real.

Según explica, el cuerpo humano pasa por cuatro etapas después de la muerte: cuerpo fresco, descomposición temprana, descomposición avanzada y esqueletización.

En la primera, la temperatura del cadáver baja y la sangre que deja de circular se acumula en ciertas partes del cuerpo. En la segunda, el color de piel cambia debido a que las bacterias empiezan a consumir los tejidos.

Posteriormente, en la tercera etapa, los tejidos se rompen tras la acumulación de gases en el cuerpo. Y, en el última fase, el cuerpo puede quedar momificado. Esto se hace evidente primero en el rostro, las manos y los pies.

Sin embargo, para el antropólogo Patrick Randolph-Quinney, la aparición de técnica es positiva, pero “aún emergente”. “El desafío de los cementerios forenses es pasar de los datos anecdóticos a hallar formas más estandarizadas de recolectar la información y compartirla con otros investigadores para lograr resultados de mayor relevancia estadística”, explica.

Kimmerle, por su parte, augura un futuro prometedor para la técnica y cree que próximamente habrá más espacios de trabajo como el de la USF.