A decir de la ATS, los bordillos de estos, antes eran igual de extensos, pero reemplazados por conos.

“Si hubo estudio para construir los retornos”

Tránsito de Samborondón defiende que su levantamiento es el correcto. La ciudadanía sigue señalando la obra como un error.

Luego de que EXPRESO publicara una nota sobre los problemas que generan los nuevos cuatro retornos de flujo continuo de La Puntilla a los residentes y conductores, el gerente de la Autoridad de Tránsito de Samborondón (ATS), James Casteline, confirmó que sí hubo un estudio previo para su ejecución; que es precisamente el tema que aún debaten los habitantes al apuntar que ni su diseño ni la ubicación de estos en la vía es la más idónea.

Que los parterres no debieron ser tan anchos (hoy, de ocho metros) y que asimismo los bordillos no debieron ser tan elevados, coincidieron.

Está claro, piensa Sebastián Llerena, residente de Entre Ríos, que el Municipio de Samborondón o la empresa que contrataron -que en este caso fue Enlace 780, quien estuvo a cargo de la construcción del puente que une a Guayaquil con Samborondón- desarrolló la obra ‘al ojo’, y que no conocen de la existencia de arquitectos o urbanistas. Aunque Casteline confirma lo contrario.

Cuando se supo que se levantaría el puente, explica, los alcaldes de ambos cantones contrataron al consorcio Guasamda, integrado por las consultoras guayaquileñas Nuque y Luque, CPR y Jorge Tola, para que se encarguen de determinar cuál sería la mejor ubicación del viaducto, cuáles serían los diseños viales y estructurales que tendría este y los retornos, y sus ubicaciones.

Es así que se determinó que algunos retornos que ya existían, como el que estaba próximo a la ciudadela Biblos, se cerrarán para reubicarlos, por ejemplo, cerca de la Parrillada de El Ñato y la urbanización Camino Real.

“La consultora confirmó que desplazándolos se podía reducir el tráfico en zonas donde siempre había congestionamientos. La idea fue de concentrarlos no en un solo retorno”. Todo fue minuciosamente analizado, agrega, al reconocer eso sí -sin ahondar en el tema- que el tamaño de los bordillos, que reconoce que ahora son más altos, pueden ser un riesgo para los conductores.

““De impactarse un vehículo con ello, la parte baja de estos sí podría dañarse. No sé por qué Enlace 780 los hizo tan altos, creería que fue por mantener la dimensión con las aceras. En la parte de la construcción no nos involucramos”, dijo.

Una vez más, este Diario solicitó ayer respuestas a la constructora respecto a esto (y otros puntos), pero no hubo reacción de su parte. La Comisión de Tránsito del Ecuador, a quien se le pidieron cifras de los siniestros ocurridos directa e indirectamente por causa de los retornos en el sector, que a decir de lo que reportan los habitantes varía entre tres y cuatro en los dos últimos meses, tampoco las emitieron, pese a que la entidad había asegurado que lo haría ayer.

Ante ello y aún cuando la ATS ha asegurado que sí se ha implementado la señalética oportuna para dar aviso de los cambios, el urbanista Carlos Jiménez hace énfasis en que es necesario instalar mucha más para en “algo mitigar los efectos de una falta de planificación”.

“Como no hubo lineamientos específicos desde un principio y las garitas estuvieron descoordinadas, pienso, tratando de suponer, que quienes diseñaron esta obra se adaptaron simplemente a lo que tenían; voy a tratar de suponer que quienes diseñaron solo se adaptaron a lo que veían”, señala, asegurando que una vez ejecutados los retornos, resulta prácticamente imposible volverlos a modificar, aunque este sea el anhelo de los vecinos.

“Cambiar la situación se torna difícil, pero poner más luces, más pintura y letreros que avisen con tiempo sobre la proximidad del retorno es urgente”. Y no de forma temporal. “La colocación tiene que ser fija para evitar que incluso los ciudadanos de otros sectores se impacten”.

Entre los malestares, también consta el de los peatones, que apuntan a tener dificultades para cruzar la arteria. “Para que haya la fluidez que esperan, con la obra han quitado los semáforos y nosotros nos hemos fregado. Ni siquiera tenemos los pasos peatonales necesarios para resguardarnos. Ahora es cuestión de suerte que no te atropellen”. Si antes, en algunos puntos, tardaban hasta 20 minutos al cruzar, ahora de seguro, manifiesta Antonieta Navarro, habitante de Ciudad Celeste, superarán los 30.