“Impeachment” en Brasil
El humor negro latinoamericano, fatigado severamente por la gigantesca ola de corrupción que aflige al espacio regional, aludiendo a las próximas olimpiadas (prevista para agosto del presente año en la hermosa Río de Janeiro, antigua capital del gigante sudamericano) comenta que antes se están jugando las olimpiadas continentales de la corrupción.
En efecto, el sacudón político que está enfrentando la referida potencia continental tiene en constante movimiento a sus más de 204 millones de habitantes que en las diversas ciudades manifiestan su descontento con el Gobierno o, por el contrario, evidencian su adhesión a la presidenta y al recientemente designado ministro: el expresidente Lula.
En Brasil podría decirse que la agitación actual es el resultado de una acumulación de situaciones que, estimuladas por las crecientes dificultades económicas, sacaron ciudadanos a la calle en el marco del Mundial de Fútbol 2014.
Un antecedente más remoto lo constituiría el “impeachment” al que se vio sometido en 1992 el entonces presidente Collor de Mello que, igual que ahora, argüía que una resolución del Congreso echándolo de su cargo sería un golpe de Estado.
El hecho cierto es que la presidenta Rousseff acaba de perder el apoyo de uno de sus socios más poderosos, con alta representación legislativa, y ello posibilitaría, calculando numéricamente, que se la someta a un “impeachment” que la prive de la presidencia en beneficio de un grupo político, que igualmente ha recibido graves acusaciones de vínculos con la trama de corrupción de Petrobras y empresas como Odebrecht.
Mientras tanto, parecería que las movilizaciones de respaldo congregan menos ciudadanos que las de repudio y ello puede fortalecer la voluntad legislativa que también ha recibido presiones de poderosos grupos corporativos, profesionales y empresariales.
Por supuesto, en sentido contrario trabaja el sector oficial intentando garantizar fidelidades con ofertas de cargos públicos, que de momento no parecen estar logrando los resultados buscados, siendo que los aliados del actual vicepresidente, que reemplazaría a la presidenta, manejan una oferta semejante.
Así, la incertidumbre política contribuye al acentuamiento de una crisis económica que ya ha requerido fuertes ajustes y recortes.