Recuerdos. Lino Iemi conserva un álbum con los recuerdos de la construcción.

“No necesite ser Dios para saber que a Guayaquil le faltaba algo”

El mentalizador del primer mall porteño y constructor de 40 edificios en la urbe habló con EXPRESO. Ha construido otros 20 centros comerciales en el mundo.

Pisadas vertiginosas e inequívocas dirigen a Lino Iemi sobre los corredores del centro comercial Policentro. Sus movimientos delatan un hecho: él no es uno más de los cerca de 22.000 clientes que, a diario, recorren este mall. Es su constructor y también mentalizador.

Este ingeniero civil italiano llegó a Guayaquil por allá en los 70, cuando -asegura- no había más que negocios independientes esparcidos a lo largo de las principales avenidas porteñas y algunas agrupaciones de comercios abiertos.

“Para ese tiempo, yo ya había recorrido gran parte del mundo, y el virus de los centros comerciales se me había instalado en la cabeza. (...)Cuando llegué, no necesité ser Dios para saber que a Guayaquil le faltaba algo”, relata.

El boom petrolero que, en aquella época, beneficiaba a la economía del Ecuador impulsó a Iemi para instalar, hace cuarenta años, lo que él llama “el primer centro comercial tipo ancla”. Los malls ancla - explica- son aquellos que a través de grandes marcas atraen a los clientes. “Esas marcas fueron tres: hipermercados La Favorita (ahora Supermaxi), De Prati y Casa Tosi (ya extinta)”, dice.

De allí se desprende también la forma poligonal de la infraestructura. “La idea era que haya varias entradas directas a cada ancla, que se comunica con el centro”, explica.

Con esa explicación, además, desmiente el mito de que el Policentro haya sido inspirado bajo principios del ‘Feng Shui’ (una disciplina china mística de caras y ángulos equivalentes, compuestos de polígonos). “Esto fue construido con inspiración propia y mucho corazón”, asegura.

Además de las tiendas ancla, el 29 de julio de 1979 -cuando se inauguró este espacio comercial- había alrededor de 12 locales, entre ellos, dos entidades bancarias, al menos tres de comida extranjera y local, peluquerías, cines, una pista de patinaje y tiendas de ropa. Ahora hay más de 120 almacenes.

Melvin Hoyos, arquitecto e historiador de la ciudad, coincide con Iemi en que el Policentro fue el primer centro climatizado, de entretenimiento y compras cerrado y con techado. Sin embargo, aclara que, en los años 60, el arquitecto Roberto Béjar, ya había construido en la ciudad centros comerciales tipo ‘outlets’, es decir, abiertos y no anclados.

“Uno de estos es el que está ubicado en la Víctor Emilio Estrada, donde funciona Mi Comisariato, y el SulAmérica, que estaba en el Centenario, donde también había el cine Inca y café”, recuerda Hoyos.

Para Emilio Oneto, administrador de Policentro, la edificación del espacio comercial que dirige, no solo que fue pionera en su tipo, sino que incitó a un cambio en la sinergia comercial de la ciudad.

“En esa época para vender electrodomésticos y automóviles había que ir a la 9 de Octubre; telas, en la calle Aguirre; ferretería y repuestos en la Rumichaca, y, si se quería productos de exportación como café o cacao, en la Panamá o Loja. Esa mezcla de ‘moros y cristianos’ fue lo que provocó una necesidad de ordenar el comercio de Guayaquil”, apunta.

Iemi ve la construcción de este centro comercial como un desafío, y se define a sí mismo, como un “loco” por arriesgado, bromea.

“Cuando decidí construir el Policentro, un grupo constructor me dijo que como mínimo podían tomarse cinco años para hacerlo, con la técnica tradicional. Yo les dije que no, que había que pensar la técnica de prefabricado, que reduce ese tiempo. No pudieron”, cuenta.

Ante la negativa, viajó hacia los campos guayasenses para contratar a 35 campesinos, a los cuales -recuerda- instruyó en la técnica; y logró culminar la estructura en el tiempo deseado. “A mí me salía cemento de las orejas igual que a ellos, el propósito era que aprendan. Por eso siempre pienso, no es verdad que no se puede hacer algo, lo único que falta es escuela”, afirma.

Iemi construyó, además, en Guayaquil la Torre Azul, situada en Luque y Chile, Torres del Río, en Malecón y Junín, y otros 40 edificios. En Quito, se atribuye la construcción del centro comercial El Bosque; y en el exterior ha erigido malls en Rusia, Italia, Croacia, Panamá y otros.